¿Estamos dispuestos a seguirlo a lugares de peligro, donde matan a los que predican, a los que sirven o a los que denuncian el mal y la injusticia?
El himno #56 de los Himnos de Gloria era uno de los himnos favoritos en la iglesia de mi niñez. Lo cantábamos con mucha entusiasmo. A mí me gustaba cantarlo, así que me unía con gozo.
¡Oh!, yo quiero andar con Cristo.
Quiero oír su tierna voz,
Meditar en su palabra,
Siempre andar de él en pos:
Consagrar a él mi vida,
Cumplir fiel su voluntad,
Y algún día con mi Cristo
Gozaré la claridad.
CORO
¡Oh, sí, yo quiero, andar con Cristo!
¡Oh, sí, yo quiero, vivir con Cristo!
¡Oh, sí yo quiero morir con Cristo!
Quiero serle un testigo fiel.
Pero la penúltima línea del coro siempre me dejaba incierto. Me gusta la idea de andar con Cristo (“A solas al huerto yo voy”) y de vivir con Cristo (“En la mansión do Cristo está”). Eso de morir con Cristo era algo que confesábamos, pero ¿cantarlo con entusiasmo y convicción? ¿En verdad quería yo morir con Cristo? Algunos podían espiritualizar esto y decir que tenía que ver con morir a la carne. Pero el canto dice morir con Cristo.
El coro no dice, estoy dispuesto a morir con Cristo, si fuera a ser necesario. No es una afirmación teórica de algo que la gran mayoría de nosotros no vamos a enfrentar. Estamos cantando que estamos dispuestos a seguirlo a lugares de peligro, donde matan a los que predican, a los que sirven o a los que denuncian el mal y la injusticia. En la iglesia de mi niñez los evangélicos éramos una pequeña minoría muchas veces despreciados y en ocasiones perseguidos. Y estábamos cantando que no sólo estábamos dispuestos a morir sino que este era nuestro deseo. Ya de adulto aprendí que la palabra mártir viene de la palabra griega para testigo. Íbamos a dar testimonio por medio de nuestro martirio.
La cosa es que dije en la primera estrofa que estaba consagrando a él mi vida y que quería cumplir su voluntad. Si mi vida es del Señor ¿por qué le saco al tema de la muerte?
Por supuesto que la aplicación inmediata de la confesión del canto es que no me debo echar para atrás cuando hay que hacer algo peligroso en nombre de Cristo. Si en verdad creo que algún día con mi Cristo gozaré la claridad, entonces es pa’ lante. Como dijo el gran teólogo Fidel Castro, para atrás ni para coger impulso.
Señor, quiero oír tu tierna voz que me está diciendo por donde andar de ti en pos. Quiero caminar por el camino de tu cruz, sabiendo que el camino de tu victoria pasa por el dolor, el sufrimiento por otros y por la aparente derrota. Que lindo himno. Que tremendo llamado.
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