El Nuevo Testamento identifica ‘deuda’ con ‘pecado’; de allí que al perdonar Dios los pecados del hombre, le está condonando su deuda.
Estaba escribiendo este último escrito del año, cuando mi esposa y nuestro pequeño hijo me mostraron un vídeo del atardecer en esta preciosa ciudad del Mediterráneo que habitamos. El cielo parcialmente cubierto de oscuras nubes mostraba de manera rápida y cambiante al astro rey bajando en el Poniente mallorquín y abriendo una suerte de ‘portal’ con un trozo de arco iris. Conozco meteorólogos que podrían explicar al detalle por qué y cómo ocurren ciertos efectos visuales como éste. Sin embargo, la visión de ese paisaje no pintado por artista alguno me llevó a relacionarlo con las Escrituras. Ellas anticipan, desde muchos siglos atrás, señales de los tiempos que habrían de venir, de los cuales algunos seríamos testigos presenciales.
Acababa de releer mi primer escrito del 2018 (01). Y entonces decidí copiar y pegar el salmo de Moisés, figura de Cristo en el AT, que define magistralmente la eternidad de Dios y la transitoriedad del hombre:
‘Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, Y como una de las vigilias de la noche.’ (02) Frase que se repite en la segunda de las epístolas atribuidas al Apóstol Pedro:
“Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.” (03) En aquél frío enero del año que termina decía, a modo de conclusión:
“Por pura gracia del eterno Dios estamos viviendo ‘el año agradable del Señor’. La enseñanza del Antiguo Testamento con la figura del jubileo, tiene su cumplimiento y aplicación completa en el Nuevo Testamento a partir de la obra de Jesucristo. Por Él recobramos los valores perdidos a causa de nuestra desobediencia; en Él nuestros pecados son perdonados y nuestra deuda con Dios es saldada.
Porque Jesucristo es la Verdad, al conocerle somos verdaderamente libres de la esclavitud del pecado y del sistema mundanal; se nos imparte fe, vida eterna, consuelo, esperanza y paz.
Su invitación sigue en pie en este tercer milenio:
‘Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.’ (04)
Reconocer lo que Él es y hace - en y a través de nosotros - afirma nuestra fe, nos hace ver con gratitud todas las bendiciones que de Él recibimos a diario. Por esa razón no ignoremos la recomendación que encontramos en su Palabra que es fiel y verdadera:
‘Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia’ (05).
No nos cansemos de hacer el bien, y en obediencia a la Buena Noticia de salvación alentemos a los que tengamos cerca a recibir y gozar las bendiciones que Dios brinda por medio de Su Hijo. Utilizando las palabras del Apóstol Pablo repitamos a quien nos preste sus oídos:
‘Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.’ (06)
Entonces, al terminar este año, pregunto – estimados lectores - incluyéndome:
¿Hemos abierto nuestra mente, predispuesto nuestro corazón y escuchado a Aquél que, desde la eternidad, nos convocó al empezar el 2018?
Sabiendo que el ‘año agradable del Señor’ está pronto a terminar con el prometido regreso del Señor: ¿Hemos vivido agradando al Señor a lo largo de todo el año que se va?
¿QUÉ HAREMOS CON LAS DEUDAS DEL 2018?
Si con sujeción a la Verdad respondiésemos las preguntas formuladas, coincidiríamos en que todos – unos más, otros menos - arrastramos deudas del 2018 al 2019. Frente a esta verdad: ¿Sería lícito y conveniente acogernos al ‘beneficio de inventario’?
La Enciclopedia Jurídica define al ‘beneficio de inventario’ como ‘una de las formas de aceptar una herencia gracias a la cual los aceptantes no adquieren responsabilidad personal por las obligaciones de la masa hereditaria (deudas). Estas obligaciones se cubrirán única y exclusivamente con los bienes y/o derechos de la propia masa hereditaria, sin afectar el patrimonio de los sucesores. La aceptación pura y simple, en cambio, supone la asunción de responsabilidad de las deudas por parte de los sucesores.” (07)
Aplicando esa definición, reflexionemos en cuáles de las siguientes tareas que vino a realizar Jesucristo con nosotros NO nos hemos involucrado en obediencia a Él, en el año que termina. A pesar de ser conscientes de que solo con ellas ‘vivimos el año agradable del Señor’, recapacitemos y pongámonos a cuenta con nuestro Padre celestial, mientras haya tiempo:
a) La buena noticia a los que sufren de pobreza material y espiritual. (08)
b) La total sanidad a los quebrantados de corazón. (09)
c) La plena libertad a los cautivos. (10)
d) La visión perfecta a los ciegos. (11)
e) La liberación de su pesada carga a los oprimidos. (12)
f) El perdón de sus deudas al pecador. (13)
El Apóstol Santiago nos recuerda de manera tajante: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. Todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende de palabra, es una persona perfecta, capaz también de refrenar todo el cuerpo (...) ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.” (14)
Decíamos en enero de 2018: “El NT identifica ‘deuda’ con ‘pecado’; de allí que al perdonar Dios los pecados del hombre, le está condonando su deuda. Esto es solo posible por medio de la muerte vicaria de Cristo.”
Entonces, al mirar atrás lo hecho en este año, y antes que termine, invito a rogar con corazones arrepentidos:
Padre amado, me duele reconocer que en todo el 2018 he sido un siervo inútil; no solo porque algo de lo que me pediste hacer hice, sino porque en mucho de lo que sabía esperabas de mí ¡te he fallado! Estoy en deuda, me arrepiento de mis pecados y te ruego aceptes mi confesión para perdonarme. Necesito el consuelo de tu Santo Espíritu y la comunión con tu glorioso Hijo. Quiero honrarte y adorarte, como Tú deseas que haga, ‘en espíritu y en verdad’. Ayúdame a discernir entre tus prioridades y las mías; a estudiar más seguido tu Palabra; a orar en todo tiempo; a extender mi mano al necesitado antes de que me pida ayuda; y a hacerlo todo para sola gloria Tuya. En el Nombre de tu Hijo glorificado, el Señor y Salvador Jesucristo. Amén.
El Señor bendiga a todos los lectores de este modesto escrito, con un 2019 agradable a Dios.
Notas
01. http://protestantedigital.com/magacin/43761/Vivamos_el_ano_agradable_del_Senor
02. Salmos 90:4.
03. 2ª Pedro 3:8.
04. Mateo 11:28-30.
05. Hebreos 12:28.
06. 2ª Corintios 6:1,2.
07. http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/beneficio-de-inventario/beneficio-de-inventario.htm
08. Mateo 5:3; Lucas 7:22.
09. Marcos 2:5; Lucas 5:31; 8:48.
10. Juan 8:31-34.
11. Ibíd. 9:39.
12. Romanos 6:17-18.
13. Ibíd. 5:8; Mateo 6:12; 18; Lucas 7:36 – 50.
14. Santiago 3:1,2,13.
Importante: la oración al final del artículo incorpora palabras de Jesús, entre otras, de Lucas 17:10 y Juan 4:23,24.
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