No hay lugar más grande, ni sitio más seguro, ni nadie mayor sobre quien reposar, que ante los pies y entre los brazos del Salvador.
Desde la noche de mi dolor,
¡Ya vengo a ti, oh mi Jesús!
Hasta tu luz y consolación,
¡Ya vengo a ti, Jesús!
De mis flaquezas a tu virtud,
De mi pobreza a tu plenitud,
De mis pecados a tu salud,
¡Ya vengo a ti, Jesús!
Desde mi ruina y mi perdición,
¡Ya vengo a ti, oh mi Jesús!
Hasta tu cruz y tu redención,
¡Ya vengo a ti, Jesús!
De mis tristezas a tu solaz,
De mis conflictos a tu libertad,
De mis gemidos a tu piedad,
¡Ya vengo a ti, Jesús!
Desde mi ingrata enemistad,
¡Ya vengo a ti, oh mi Jesús!
Hasta la gracia de tu amistad,
¡Ya vengo a ti, Jesús!
De mi soberbia a tu humildad,
De mi codicia a tu caridad,
De mi porfía a tu voluntad,
¡Ya vengo a ti, Jesús!
Desde el oscuro valle de horror,
¡Ya vengo a ti, oh mi Jesús!
Hasta tu casa de resplandor,
¡Ya vengo a ti, Jesús!
De los profundos de mi maldad,
A las alturas de tu gloria y paz,
Hasta que vea tu santa faz,
¡Ya vengo a ti, Jesús!
Federico H. Gray.
Era un domingo en la mañana, y nos encontrábamos en una amada iglesia para tener ministerio. En la reunión de La Cena del Señor, durante el tiempo libre, se levantó un querido hermano y amigo al que noté muy sensible; desconocía lo que iba a compartir, entonces comenzó diciendo:
Me parecen preciosos los himnos escritos por D. Federico Gray, todos tienen una preciosa letra y una sensibilidad exquisita, son un mensaje en si mismos; y después de hablar un rato, comenzó a decir… Hoy tenemos aquí a Beatriz, todavía recuerdo con total nitidez como si fuera ahora mismo, cuando junto a su hermana cantaron en esta iglesia, este precioso himno, “Desde la noche de mi dolor”…
Lo cierto es que se me abrieron los ojos como platos, y mis ojos se llenaron de lágrimas, ni me acuerdo el tiempo que ni escucho ese inolvidable himno. No os podéis imaginar la cantidad de recuerdos y sensaciones que pasaron por mi alma en aquellos momentos. Luego pidió que lo cantara toda la congregación, y aquello era como estar en el cielo. Hoy no deseo escribir nada especial o con más , tal vez atractivo. Llevo días y noche con este himno maravilloso muy dentro de mi, y tan sólo quisiera analizar un poquito frases deliciosas que lleva en su seno esta belleza.
Como os he puesto antes, comienza de un modo delicioso, “Desde la noche de mi dolor” ¿Quién no se puede identificar con esta frase? Me parece bellísima en todos los sentidos desde los cuales la pueda analizar, tanto de un modo literario, como en el más intrínseco sentido espiritual; luego dice.. ¡Ya vengo a ti oh mi Jesús! Es como si en esas primeras frases quedara resumido todo el himno. Cuando ya no puede más, después de buscar en todos los lados que ha podido, el autor, entiendo que un creyente que ama a su Señor, reconoce que no hay lugar más grande, ni sitio más seguro, ni nadie mayor sobre quien reposar, que ante los pies y entre los brazos del Salvador. Todo el resto de esta preciosa composición, es un decir de distintos modos, y reconocer miles de cosas; en realidad se llaman pecados que sabe suyos, y vuelve una y otra vez al Salvador…
De mis flaquezas..
De mi pobreza...
De mis pecados...
Desde mi ruina y mi perdición...
De mis tristezas….
De mis conflictos …
Desde mi ingrata enemistad...
De mi soberbia...
De mi codicia...
De mi porfía…
Desde el oscuro valle de horror...
De los profundos de mi maldad…
No es cuestión de que repita toda la letra, pero es un constante reconocimiento de cada falta o condición; y hablando en términos literarios, contrapone uno por uno cada uno de esos puntos con las maravillas de Dios, Su amor, compasión, paz, cariño, resplandor, amistad, libertad… Realmente si creo que el autor era un fiel creyente, nadie puede escribir de ese modo, sin conocer muy mucho a su Señor. Está pasando por un profundo valle de horror y noche de dolor por algún motivo que desconocemos, y una y otra vez, de un modo reiterado, vuelve al Salvador. Sabe bien que no existe ni existirá jamás nada igual. Me parece delicioso el modo en el que termina:
Hasta que vea tu santa faz,
¡Ya vengo a ti, Jesús!
Evidentemente, no sólo conocía y amaba a Dios, sabía a ciencia cierta que vería Su santa faz. A esto se le llama, tener la certeza y seguridad de su salvación.
¿Alguien se puede sentir identificado con todo lo que estoy escribiendo? Supongo que muchos, lo que es yo ¡A la perfección!
Nunca me gustaron esas teorías de.. Señor ¡¡Pobrecito de mi, soy como un gusano que no vale para nada!! Pero tampoco los triunfalismos de, entresacando frases o palabras sueltas de textos de la Palabra, llegar a una teología barata y equivocada… Resumiéndolo mucho, porque soy hijo de Dios, coheredero con Cristo y demás.. ¡Todo va a salir bien! Pues va a ser que las cosas no van por ahí queridos, ni soy un gusano ni soy una maravilla, soy una hija de Dios que le ama con toda su alma y que vive para servirle. Pero me equivoco, cometo errores y muchas veces llega “La noche de mi dolor” a mi vida. Pero conozco tanto a mi Señor, que puedo cantar esta maravilla con total seguridad, precisamente porque le conozco y le amo. Pero algo infinitamente más grande, Él me ama a mi con un amor maravilloso e incomprensible, realmente me amó desde antes de la fundación del mundo, y puedo terminar con un agudo bien limpio…
HASTA QUE VEA TU SANTA FAZ ¡¡¡YA VENGO A TI JESÚS!!!
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