El nominalismo cubre una extensa gama de expresiones ‘cristianas’ que van desde una ‘doble vida’ basada en el interés meramente personal, a otras que pueden definirse como ‘fanatismo religioso’.
Siguiendo con la serie sobre el documento del Movimiento de Lausana Los ‘cristianos’ desaparecidos: una llamada global (01) decíamos en nuestro primer artículo que solamente tres veces se menciona el vocablo ‘cristiano’ en la Biblia (02). La primera vez, en la ciudad de Antioquía, se llamó ‘cristianos’ a los discípulos de Jesucristo que allí se congregaban como iglesia (03). La segunda vez fue cuando el rey Agripa, tras interrogar al Apóstol Pablo, dio a entender que le faltó poco para que hacerse ‘cristiano’ (04). Y la tercera vez, fue la advertencia del Apóstol Pedro sobre el fuego de prueba que sobrevendría a ‘la casa de Dios’ para que nadie se avergüence ‘como cristiano’ (05). Una ciudadanía, un gobernante y un Apóstol de Jesucristo relacionan el término ‘cristiano’ desde tres enfoques distintos.
El Maestro de Galilea ya había advertido a sus discípulos: “se levantarán falsos cristos y falsos profetas, harán señales y prodigios para engañar, si fuera posible, aun a los escogidos.” (06) En todo el NT no se menciona que entre los discípulos de Jesús se tratasen entre sí de ‘cristianos’. Ese silencio permite pensar que los que seguían a Jesucristo en los días de la iglesia del siglo I ese trato lo recibían desde fuera.
Como un anticipo diferenciado, el Apóstol Juan - ya a finales del siglo primero – afirma rotundamente que el Verbo encarnado “A lo suyo vino, pero los suyos no lo recibieron. Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” (07) Fiel a su vivencia de primera mano con el Maestro de Galilea, el ‘apóstol amado’ pone el énfasis en la acción de creer en el Hijo de Dios para ser empoderados como hijos (08). Nunca menciona en sus escritos el término ‘cristiano’.
Una primera conclusión es, entonces, que la denominación ‘cristianos’ fue una distinción social introducida en una ciudad secularmente destacada del imperio greco-romano, en el siglo I; usada por un rey judío convencido de que uno puede hacerse cristiano si lo desease y, finalmente, usada por el Apóstol Pedro para afirmar que el nombre de ‘cristiano’ nunca debería ser incluido en una lista con homicidas, ladrones, malhechores, entrometidos en lo ajeno y desobedientes al evangelio de Dios.
EL ENFOQUE SOCIOLÓGICO
El documento de Lausana afirma que “Desde un punto de vista sociológico, el fenómeno del cristianismo nominal a menudo se describe negativamente en términos de cristianos que no están afiliados, no practican, no se convierten o no están comprometidos. El límite fundamental de estos marcadores es que están todos definidos por la negación.” (09) Desde esta perspectiva, aporta una descripción de quiénes serían los cristianos nominales: “Personas que se identifican con una iglesia cristiana, pero que están en contradicción con los principios cristianos básicos con respecto a convertirse en cristianos, fe, creencias, participación en la iglesia y vida cotidiana.” (10)
A continuación, analizaremos – a vuelo de pájaro - cinco parámetros de los que dicen ser ‘cristianos’ por concurrir o pertenecer a una iglesia ‘cristiana’, pero no se ajustan a la vida que emana del Evangelio.
1. La conversión. Para algunos es responsabilidad de los padres convertir a los hijos. Por ello los bautizan (cristianizan) al poco tiempo de nacidos y, más adelante, autorizan que se los catequice para celebrar su ‘primera comunión’. Para otros, es un acto voluntario por el cual la persona ‘acepta’ hacerse cristiana. Ella o él es quien ‘decide’ dar respuesta afirmativa a una invitación que se le hace: ¿Aceptas tú a Jesucristo como Salvador de tu vida? En ciertos casos rellena un formulario impreso donde queda registrado el día en que tomó esa decisión. En otros repite una oración en la que dice aceptar que Cristo entre a su corazón. En algunos sitios el rito de iniciación consiste en la imposición de manos sobre la cabeza de la persona. Bajo esta acción de los líderes la persona cae a tierra (asistida por ujieres entrenados) y, al volver a la vertical se le afirma que ya es una hija o un hijo de Dios porque el Espíritu la ha llenado. Una prueba de ello – se les enseña – es que hablan en lengua extraña. En distintas ocasiones la misma persona pasa al frente respondiendo a igual invitación. Se le practica otra vez el mismo ritual.
2. La fe. Están los que la entienden como distinción religiosa adquirida o heredada: “mis antepasados fueron de esta religión, mis padres me educaron en ella, y yo hago lo mismo con mis hijos”. Otros la viven como un ‘estado’ o ‘experiencia’ especial; algo fuerte que lleva a la persona a emocionarse en un contexto tal donde la música, la prédica, la multitud y la atmósfera - todo ello – opera en el individuo algo enteramente nuevo. La gente allí se expresa levantando los brazos, con ojos cerrados, sollozando, susurrando o vociferando palabras, y aún lenguajes distintos a los conocidos, movilizados e inducidos desde el escenario ocupado por grupos corales y danzantes y la permanente arenga – micrófono en mano – del ‘pastor’.
3. Las creencias. Son tantas y tan variadas que es imposible cubrir todas en este artículo. Debemos aclarar que no desacreditamos las fuentes históricas que citamos a continuación, sino el uso indebido que de ella hacen los que asumen que se es ‘cristiano’ por cumplir puntillosamente con una liturgia.
1. Las que responden a un ‘credo’ o ‘base de fe’; escrito en el que resume la doctrina del Evangelio de Jesucristo; por ejemplo: el Niceno Constantinopolitano, el Apostólico, la Confesión de fe de Westminster o Los Cánones de Dort. Suelen estar impresas en los himnarios o libros que se disponen en los asientos del lugar de culto, o en un folleto separado, y su repetición forma parte de la liturgia dominical. A estas congregaciones se las conoce como ‘históricas’ y por practicar el bautismo de párvulos, la mayoría de ellas. El sacerdocio es ordenado por la jerarquía religiosa, y el asistente al culto se comporta pasivamente, haciendo lo que le indican de manera mecánica. Los ‘cristianos’ nominales en estas congregaciones son aquellos que cumplen con asistir al culto dominical.
2. Las basadas en interpretaciones hechas por los pastores o líderes que las transforman en doctrinas. Es común que las justifiquen con afirmaciones tales como ‘el Señor me habló’, ‘el Espíritu me ordenó’, ‘en sueños Dios me reveló’. La figura y rol del ‘pastor’ o ‘líder’ se convierte en la autoridad máxima a ser reconocida como ‘el Apóstol’, ‘el Profeta’, o ‘el Ungido’. Es característica de esos servicios la prédica basada en el Antiguo Testamento sin alusión al Nuevo, o poca mención a la persona y obra de Jesucristo. Se traen al presente historias con personajes del Israel antiguo y se invoca al Espíritu Santo para que las aplique a la vida actual por medio de ‘pactos’ con Dios. La apelación es que se debe ser y hacer como esos personajes del AT. Las figuras bíblicas son sacadas de contexto para ser aplicadas al día de hoy. Se exigen pruebas de fidelidad con el aporte de dineros, que incluyen el ‘diezmo’, y de propiedades.
En general, no existe un apego al texto y el contexto bíblicos, sino a una serie de enseñanzas establecidas previamente por un ‘magisterio’ religioso. Salirse de él significa desairar a la autoridad eclesiástica.
4. La participación en la iglesia.
El asistente a ‘misa’ o al ‘culto’ dominical varía mucho en su participación. En general, se obedece al sacerdote oficiante, vestido de manera distintiva, o a líderes separados del resto de ‘cristianos’. Son tratados de ‘escogidos’ o ‘ungidos’ e instan a los fieles trabajar duro para llegar a ser un día como ellos.
A los locales de reunión se los denomina ‘santuario’, ‘casa de Dios’, ‘tabernáculo’, ‘templo’ o ‘iglesia’. El cartel identificatorio incluye nombres ligados al AT o a un santo. La arquitectura en unos es típicamente románica, medieval, o renacentista, y en otros es un edificio común, generalmente ex cines, teatros o galpones industriales alquilados o adquiridos para ser transformados en lugares de reunión. Hay casos en que arquitectos famosos son contratados para diseñar fastuosos ‘centros’ de reunión ‘inteligentes’ con capacidad para varios miles y para transmitir en vivo los cultos a todo el mundo. Interiormente suelen ornamentarse con pancartas y estandartes multicolores portando símbolos ligados al papado, al santoral del Vaticano, al Tabernáculo o al misticismo, o incluyendo textos referidos al Israel de Dios.
En muchos sitios se enseña que esa es la única iglesia cristiana, y todas las otras son sectas. Están las que afirman que la iglesia es el ‘Israel’ del AT, y que el Estado de Israel (creado en 1948) es el Israel de Dios que está siendo restaurado conforme a las profecías, pasando por alto a Jesucristo. Como resultado, ser ‘cristiano’ es similar a ser ‘israelita’. La atmósfera que se respira en tales cultos está más ligada al judaísmo que al Evangelio de Jesucristo.
En general, hay denominaciones cristianas que exigen de los miembros fidelidad a su programa semanal, mensual o anual. Quienes, por los motivos que fueran, fallan en cumplirlo no son tomados en cuenta para participar en las actividades de la iglesia como aquellos que tienen asistencia perfecta.
5. Vida cotidiana.
Se la mantiene separada de la religiosa, casi de manera aséptica, o - por el contrario - se la identifica con las creencias. En el primer caso, se da por sentado que ser cristiano no impide vivir como la demás gente. En el segundo, existe una simbiosis tal que en toda las actividades que desarrolle el cristiano usará la Biblia, sea o no el momento oportuno, o citando un texto aunque no sea apropiado al momento, el lugar o las circunstancias.
El nominalismo cubre una extensa gama de expresiones ‘cristianas’ que van desde una ‘doble vida’ basada en el interés meramente personal, a otras que pueden definirse como ‘fanatismo religioso’.
Estas reflexiones pertenecen al enfoque sociológico propuesto en el documento. De ninguna manera debe concluirse que, aplicándolo en general, se pueda decir quiénes son personas salvadas por la gracia divina, y quienes no. Como cita Pablo escribiéndole a su hijo espiritual Timoteo:
“Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: ‘Conoce el Señor a los que son suyos’ y ‘Apártese de maldad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.’“ (11)
En el próximo artículo veremos ‘El enfoque teológico’ de este documento de Lausana. Será hasta entonces, si el Señor lo permite.
Notas
01. Ver la traducción al castellano de este autor entrando en: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10156536840628887&set=pcb.226115604879908&type=3&theater&ifg=1
02. http://protestantedigital.com/magacin/45133/%E2%80%98Cristianos%E2%80%99_o_%E2%80%98hijos_de_Dios%E2%80%99
03. Hechos 11:25,26. La congregación estaba en lo que es hoy Turquía, entonces la tercera ciudad en importancia del Imperio Romano donde un gran número de judíos y gentiles fueron alcanzados por el testimonio del Evangelio compartido por creyentes que habían huido de Jerusalén y por otros llegados desde Chipre y Cirene.
04. Ibíd. 26:28.
05. 1ª Pedro 4:12-17.
06. Mateo 24:24; Marcos 13:22.
07. Juan 1:11,12.
08. Efesios 1:5.
09. Ibíd. 01, Parte I, párrafo 3.
10. Ibíd. 01, Parte I, párrafo 4.
11. 2ª Timoteo 2:19.
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