Merece analizarse por qué razones hoy, en muchos sitios, la mujer no ministra como lo hacía en el siglo I. Más teniendo en cuenta al Apóstol Pablo: “En Jesucristo somos uno; (…) ya no hay varón ni mujer”.
Si no tuviésemos la guía del NT, podrían convencernos de que los primeros cristianos tenían un edificio alquilado o construido donde se reunían como iglesia. Nada de eso se ha demostrado hasta hoy. Lo que puede afirmarse sin error es que se reunían en casas de familia; y que no dejaban de concurrir al templo judío (01). Este solo hecho debería librarnos de algunos prejuicios, ayudarnos a saber cómo era la iglesia que iban conformando varones y mujeres bajo la autoridad de los Doce, y a qué llamar ‘casa de Dios’.
Había, sí, un Templo y también sinagogas; pero no un edificio especial al que llamasen ‘iglesia cristiana’. Nadie decía, como erróneamente escuchamos decir ahora, ‘vamos a la iglesia’. Entonces: ¿qué era la iglesia? Una definición apostólica la aporta Pablo al afirmar que la iglesia de Jesucristo es aquella donde
“Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús (…) así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo pero todos somos miembros los unos de los otros.” (02) Un edificio o institución humana no suplanta a la verdad revelada.
“Esta visión parece haber sido ampliamente compartida en la iglesia primitiva, especialmente en las comunidades helenistas en el Imperio Romano. Pues evidentemente formaba parte de la fórmula bautismal primitiva. Los nuevos creyentes entraban a formar parte de las comunidades cristianas oyendo y recitando estas revolucionarias palabras.” Esto es lo que nos recuerda el reconocido comentarista bíblico Juan Driver (03). “Pasar a formar parte de estas comunidades significaba entrar a formar parte del reino de Dios en el que regían valores totalmente diferentes a los que tradicionalmente separaban a los pueblos y a los varios grupos sociales en categorías de los incluidos y los excluidos. Entrar en la comunidad cristiana significaba formar parte de una nueva esfera social en que las estructuras patriarcales con sus definiciones de los papeles de hombres y mujeres, con las valorizaciones correspondientes, quedaban descartadas.”
Ser iglesia es ser ‘uno en Cristo Jesús’, ‘estar en Cristo’, ‘vivir en Cristo’, como enseña el NT (04).
Ahora bien, sea que nos congreguemos en ‘mega iglesias’ o en pequeñas asambleas, no es fácil imaginar a ocho mil creyentes reuniéndose en casas de familia, en Jerusalén y alrededores. Suponiendo que había unas 200 casas de creyentes disponibles para reunirse, y que todos asistiesen regularmente, habría un promedio de 40 personas por ‘casa’. Esto no sería posible hoy para quienes habitamos apartamentos en edificios de piso construidos por la mezquina industria inmobiliaria. Tampoco se nos permitiría.
¿Qué ocurría cuando un número grande de fieles iba a una de aquellas casas? Si no era lo suficiente grande ¿se reunirían en el patio, la galería o la azotea? (05) Salvando las distancias geográficas, de época, de arquitectura, de vestimentas y de mobiliario urbano, la foto que encabeza el artículo bien podría ilustrar cómo era una de las muy concurridas reuniones de la primitiva iglesia cristiana.
En nuestro artículo anterior decíamos que en la iglesia los ministerios – tanto de mujeres como de varones - dependen del reparto de los dones de la gracia de Dios (carismas) libremente otorgados como Él quiere, para edificación de Su iglesia (06). Al haber sido llenados del Espíritu Santo en Pentecostés las mujeres y los varones experimentaron esta realidad. En la comunidad paulina de Corinto no habían dejado de orar y de profetizar; aunque las mujeres lo hacían con su cabeza cubierta para no ofender sin necesidad las sensibilidades culturales y sociales vigentes en la sociedad. (07) Ellas también jugaban un papel activo en la enseñanza, profecía y ministerios en las comunidades paulinas; por eso aparecen en el saludo de Pablo al final de la carta a los Romanos: Febe en Cencrea; las compañeras de misión de Pablo: Priscila (y su marido Aquilas), María - “quien ha trabajado arduamente entre ustedes”-, Junias y su marido Andrónico a los que llama “mis parientes y compañeros de prisiones, quienes son muy estimados por los apóstoles y también fueron antes de mí en Cristo”; “los de la casa de” Aristóbulo y Narciso; Trifena y Trifosa, “las cuales han trabajado arduamente en el Señor”; Pérsida “la amada (…) quien ha trabajado mucho en el Señor” ; la “madre (de Rufo), que también es la mía”; Julia; la hermana de Nereo; Olimpas; (08) y Evodia y Sintique en Filipos. (09) Orar, escuchar las enseñanzas de los apóstoles y partir el pan en lo que hoy llamaríamos ‘reuniones caseras’, permite visualizarlas en ese, su ámbito diario de acción, teniendo un activo protagonismo y ocupándose también en recibir a la familia de la fe. (10) Resulta interesante saber que cuando Pedro milagrosamente sale en libertad de la cárcel, va a la casa de María, la madre de Juan apodado Marcos, donde estaban reunidos en oración, incluida Rode la joven que no se animó a abrirle la puerta (11). Había mujeres ofreciendo su casa y coordinando las reuniones.
Durante su labor misionera en el mundo griego Pablo y sus compañeros fueron hospedados por Lidia, la vendedora de púrpura que se bautizó junto con “los de su casa” (12). Esta frase permite pensar que Lidia gozaba de una posición social importante, ya que - si tenía marido e hijos - solo se la menciona a ella. En el caso de Tabita, conocida como Dorcas, lo que se resalta son las obras de caridad de esta mujer “rica en buenas obras y limosnas.” (13) Ya mencionamos a Felipe en nuestros artículos anteriores. Este diácono tenía cuatro hijas vírgenes que ejercían un ministerio profético (14). No se especifica cómo profetizaban, ni la frecuencia con que lo hacían. Pero, es obvio que ese ministerio trascendía las tareas domésticas.
El NT menciona a Priscila y Aquila, el matrimonio de italianos que trabajó con Pablo; de ellos dice que le enseñaban “con mayor exactitud el camino de Dios” a Apolos, “natural de Alejandría, hombre elocuente y poderoso en las Escrituras.” No es una galantería que se la nombre primero, antes que a su marido; sino una indicación de que Priscila fue llamada junto a su marido para ser instructores en la vida de fe. Lo hacían en su hogar, al que Pablo denomina ‘la iglesia de su casa’. No en un edificio con un cartel de ‘Iglesia’ al frente. Lo que está claro es que esa instrucción contribuyó a que la prédica de Apolos fuese “de gran provecho a los que mediante la gracia habían creído.” (15)
Como vemos, la mujer no estuvo ausente en los comienzos de la evangelización y de la iglesia, según el NT. Por eso, a la luz de todo esto, nos sorprende leer: “Como en todas las iglesias de los santos, las mujeres guarden silencio en las congregaciones; porque no se les permite hablar, sino que estén sujetas, como también lo dice la ley. Si quieren aprender acerca de alguna cosa, pregunten en casa a sus propios maridos; porque a la mujer le es impropio hablar en la congregación.” Estos textos tienen semejanza con la instrucción de Pablo a Timoteo: “La mujer aprenda con tranquilidad, con toda sujeción; porque no permito a una mujer enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre sino estar con tranquilidad.” (16)
Encontramos aquí expresiones que deben contrastarse con otras del mismo Apóstol. Haremos bien en analizar los textos seriamente, sin ideas preconcebidas. Juan Driver dice que los textos citados:
1. Contradicen otros textos paulinos. Por ejemplo: “Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza no cubierta, afrenta su cabeza, porque da lo mismo que si se hubiese rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte todo el cabello; y si le es vergonzoso cortarse el cabello o raparse, que se cubra.” (17) Este texto demuestra que “las mujeres podían orar y profetizar con la cabeza cubierta para no ofender” como era “la práctica en las comunidades paulinas” - dice Driver, mencionando a las mujeres ya citadas.
2. Generalizan una situación local. “Y más sorprendente aun es el hecho de cambiar repentinamente su manera directa de tratar la situación de la congregación en Corinto para ofrecer una instrucción global para todas las iglesias en general. No tiene sentido dirigirse en términos orientados a todas las iglesias en general en una carta dirigida a la situación particular de una sola congregación” (18) señala J. Driver.
3. Requieren recurrir a los manuscritos griegos. “Desde la antigüedad la autenticidad de este texto aparentemente ha sido objeto de escrutinio y debate preguntándose si este pasaje correspondía aquí - y agrega Driver que - en los manuscritos griegos, además de aparecer estos dos versículos en este lugar en la carta, en algunos casos han sido añadidos al final del capítulo.” (19)
4. Apelan a la ley. Extraña que Pablo, que tanto enseña de la liberación de la ley, apele a una “ley” que exige la sujeción de la mujer (20). “Algunos biblistas han sugerido que estos versículos representan una interpolación posterior, a fin de tratar alguna situación particular que había surgido y que requería la atención del liderazgo de la iglesia.” Y nuestro comentarista sugiere la probabilidad que Pablo estuviese dando consejos dirigidos a corregir una situación particular que ocurría en la comunidad en Corinto. Por caso, que - contrariamente a la cultura dominante - algunas mujeres estuviesen excediéndose “en la libertad con que participaban en las reuniones de la comunidad”, tras experimentar la asombrosa liberación en Cristo que derriba las barreras de separación (21). Algo perfectamente comprensible.
5. Mantienen la larga tradición rabínica. Sorprende que en la carta a los Corintios Pablo apelase a la ley; y que en la carta a Timoteo apelase a la larga tradición rabínica. Porque los verbos cambian de golpe a la primera persona “Podría tratarse de un consejo particular de Pablo (…) de una opinión personal, más bien que de una instrucción apostólica formal y discernida en proceso comunitario” dice Driver; quien, lejos de encontrar una prohibición en la frase “Que la mujer aprenda”, dice que no solo “este texto no es tan absolutamente patriarcal como a primera vista podríamos pensar - pues - Pablo no prohíbe ni limita el derecho de la mujer a conocer la doctrina cristiana. No sólo lo permite. ¡Lo anima!” .
Además esta libertad para las mujeres “representa una diferencia notable de las costumbres judías de la época donde no podían ni profetizar, ni leer la ley, y fueron limitadas al patio exterior del templo”. Más aún, “los términos griegos traducidos ‘silencio’ y ‘sujeción’ bien podrían traducirse ‘quietud’, ‘serenidad’, ‘sosiego’ o ‘tranquilidad’ - el primero - y el segundo: ‘con toda atención’”. Pero la recomendación paulina no es exclusiva para las mujeres; también aplica por igual a los varones (22). Y es notable que esta actitud también sea recomendada a los hombres. “La sujeción que se pide no es al sistema patriarcal, sino a Dios. Se trata de esa condición de quietud y recogimiento que nos permite escuchar mejor la voz del Espíritu de Dios. En lugar de reducir la participación de las mujeres, Pablo quiere centrarlas en su capacidad para el recogimiento espiritual que les permitirá participar mejor en la vida de la comunidad.”
6. Sostiene la dominación masculina. Sorprende que Pablo recomiende esta relación que no es sino consecuencia de la caída (23). “El argumento del así llamado ‘orden de creación’ (24) era una postura notablemente rabínica (que) no comenzó con Pablo; - recuerda Driver (25) - especialmente en las referencias que culpan a la mujer por el pecado del hombre y aparentemente hacen depender la salvación de la mujer en la crianza de hijos”. Esta interpretación patriarcal rabínica hebrea se incorporó tanto en la Tradición como en el Magisterio de la ICAR. Sin embargo, a la luz del Plan de Redención, este tema se entiende de manera coherente en la relación del ‘proto-evangelium’ (26) con la maternidad de María; nunca en la arbitraria interpretación de que toda mujer se salva solo por convertirse en madre.
“Es posible que estos textos hayan sido redactados con el interés de mantener orden en la vida congregacional, especialmente en las nuevas comunidades que en la segunda y tercera generación seguían incorporando como miembros a personas procedentes de la sociedad tradicional, tanto judíos como paganos de cultura grecorromana, acostumbradas a estructuras jerárquicas” - señala Driver.
No se puede negar la tensión manifiesta entre lo que Pablo afirma a los Gálatas, por una parte, y a los Corintios y Timoteo, por la otra (27). Es evidente que los dos textos reflejan distintos contextos históricos. La misma tensión ocurre en la relación del cristiano con la autoridad civil (28) y la esclavitud (29), para citar solo dos ejemplos más. Para concluir J. Driver confirma la naturaleza del ministerio eclesial femenino:
“Aunque la participación de la mujer en la iglesia en el primer siglo era contraria a los valores y las costumbres culturales, en las iglesias domésticas primitivas prevaleció una sorprendente y notablemente contracultural participación femenina en la vida y misión de las congregaciones.” (30)
Seguiremos en la próxima analizando si el NT habla de jerarquía eclesial cuando menciona a obispos, diáconos, presbíteros, apóstoles, profetas, pastores, maestros, y colaboradores; si Dios lo permite.
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Notas
Ilustración: foto que el autor tomó durante un concierto ofrecido en la plaza del pueblo de sus antepasados en Mallorca.
01. Hechos 2:46; 3; 4:1; 5; 21:27-29; comparar con 17:24; 1ª Corintios 3:16; 6:19; 2ª Corintios 6:16. Aún no se han hallado ruinas arqueológicas de presuntos edificios dedicados al culto ‘cristiano’ en el siglo I.
02. Gálatas 3:26-28; comparar con Romanos 12:5, 1ª Corintios 12:12,13 y Colosenses 3:9b-11. Véase a Charles B. Cousar,
Gálatas: Interpretation (A Bible Commentary for Teaching and Preaching), Louisville: John Knox Press, 1982, pp. 83-89.
03. Tomado de “La mujer en la Iglesia primitiva”, por Juan Driver. Nacido en 1924, creció en Hesston, Kansas (EE.UU.), donde se graduó en la Academia Hesston. Ha recibido títulos académicos: B.A. en Goshen College (IN) en 1950; B.D. en el Goshen Biblical Seminary en 1960; y S.T.M. en la Perkins School of Theology en DalIas, en 1967. Con su esposa Bonita Landis son padres de tres hijos. Ambos sirvieron en Puerto Rico, Argentina, Uruguay, otros países de América Latina, del Caribe y España.
04. Juan 15:5; Hechos 24:24; Romanos 3:24; 6:3, 11, 23; 7:4; 8:1, 2, 9, 10, 11; 9:1; 15:17; 16:5, 7; Colosenses 2:2; 2ª Timoteo 3:12; 1ª Pedro 3:16; y muchos más que revelan la unidad que existe entre la persona de Jesucristo y quien cree en Él.
05. Hechos 20:7-11. La costumbre de reunirse en casas continúa bien avanzado el ministerio apostólico de Pablo. Aquí, él está reunido en el tercer piso de una casa en Troas, ocasión en que ministra hasta el alba, antes de seguir viaje con rumbo a Mileto.
En la obra “Así vivían los primeros cristianos”, Rafael Aguirre, su autor señala que "la casa" es el punto de partida imprescindible para estudiar y comprender mejor la organización del culto cristiano primitivo. (Ágora, Verbo Divino, Amazon)
06. http://protestantedigital.com/magacin/44535/es_jerarquico_el_servicio_cristiano_biblico Ver: Hebreos 2:4; 1ª Corintios 12:4-11; 14:12.
07. 1ª Corintios 11:2-16.
08. Romanos 16:1-15.
09. Filipenses 4:2-3.
10. Hechos 2:42-46.
11. Ibíd. 12:12-18.
12. Ibíd. 16:13-15,40.
13. Ibíd. 9: 36-41.
14. Ibíd. 21: 8-10.
15. Hechos 18:1-3, 18, 19, 24-28.
16. 1ª Corintios 14:33-35 (b); 1ª Timoteo 2: 11-15.
17. 1ª Corintios 11:5,6. Pablo confirma en este pasaje que la mujer oraba y profetizaba en la iglesia corintia.
18. Obra citada en 03.
19. La Versión Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano pone este pie de nota al final del texto citado en 16, (b): “Estos versículos están en manuscritos importantes luego de 14:40”, es decir cerrando el capítulo.
20. 1ª Corintios 14:34b.
21. Obra citada en 03. Véase textos ya citados en 02; y Efesios. 2:11-17, et al.
22. Hechos 22:2; 1ª Tesalonicenses 4:11; 2ª Tesalonicenses 3:12; 1ª Pedro 3:4; cf. 1ª Timoteo 2:2; Tito 2:2.
23. Génesis 3:16.
24. 1ª Timoteo 2:13-15.
25. Esta tradición rabínica se apoya en 2º Enoc 31:6; 4º Macabeos 19:6-8, ambos libros apócrifos e intertestamentales.
26. Génesis 3:15.
27. Gálatas 3:28; 1ª Corintios 14:34-35; 1ª Timoteo 2:11-15.
28. Romanos 13 y Apocalipsis 13.
29. 1ª Timoteo 6:1-2; Tito 2:9-10; et al y Filemón.
30. Obra citada en 03.
El autor de este artículo emplea las negritas como énfasis.
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