Ha sido relevante reencontrarnos con la realidad latinoamericana a través de este país llamado Nicaragua, donde la hospitalidad se siente en todos los ámbitos.
Desde el 11 de febrero estoy en Nicaragua, país centroamericano de aproximadamente unos seis millones de habitantes. Llegue a esta ‘tierra nica’ acompañando a mi esposo Alfredo P. Alencart, que ha sido invitado al XIV Festival Internacional de Poesía de Granada, una bella ciudad cargada de arquitectura colonial que en estos días se ha convertido en hospedadora de los versos de poetas de todo el mundo. Me ha sorprendido el respeto y admiración que se le concede a la poesía y a los poetas. Y como la población se identifica con esta poética iniciativa.
En medio de las actividades, y sin buscarlo, de alguna manera, entre los planes de Dios, estaba el recordarnos que en cada lugar Él tiene personas que laboran en su Misión. Siempre se acuerda de ponernos compañeros en el camino.
En Granada, justo al inicio de la primera semana del encuentro, caminando hacia uno de los lugares donde tendría lugar una de las lecturas, vimos un letrero que decía: Iglesia Bautista, en la calle La libertad. Íbamos con el tiempo justo, pero nos detuvimos para preguntar por el pastor de la iglesia, llamado Rodolfo Ortiz, quien nos saludo amablemente. Nos presentamos, le comentamos de dónde veníamos, y el nos fue informando acerca de la situación de su comunidad, así como de la existencia de un gran número de locales existentes en la ciudad de Granada, sobre todo en el extrarradio. Nos indico que desde la iglesia que el pastorea se han desmembrado cuatro locales en barrios más alejados del centro urbano para que los hermanos no tuvieran que recorrer largas distancias hasta la iglesia matriz. Aprovechamos para conocer datos como que los evangélicos son algo más del 40 % de la población del país. Y que la andadura no es nada fácil.
Nos alegro ver que estaban ampliando el local. Fue un grato momento de interesante conversación, a pesar de recién habernos conocido. No fue posible asistir a alguna de las reuniones de la iglesia, pero el domingo 18, día en el que salíamos rumbo a Managua, la capital, pasamos a despedirnos, justo en la hora de la predicación. El estaba hablando pero desde su lugar nos vio y dijo: ¡Jacqueline! Se había acordado de mi nombre, y yo, que siempre le saco partido a todo, pensé que así nos llama el Buen Pastor, por nuestro nombre. Podíamos pasar desapercibidos en la ciudad, pero no, allí estaba El para recordarnos su presencia. Desde atrás nos despedimos con la mano para no interrumpir y oí que el comento: son unos hermanos que vienen de España… Salimos de allí emocionados. Ni una sombra de desconfianza.
En esos días también pude charlar con un hermano que vendía granizados de forma ambulante. En su carrito de trabajo había un versículo del Salmo 23: “El Señor es mi Pastor, nada me faltara”. Me comento que como tenía que recorrer muchas calles, El le acompañaba. Y también de esa manera hablaba de Dios.Y es que por todas partes leías un versículo. Me explicaron que así sentían que Dios bendecía todo aquello que emprendieran. Por las carreteras te decantas con iglesias evangélicas y con el “Dios te bendiga” en los coches, negocios, paredes, carteles. Muchos podrán decir que es por costumbre, pero aun así el nombre de Dios es mencionado y presentado a quien no le conozca. Sorprende que este gesto no molesta a nadie. De esta manera, tampoco nosotros podíamos olvidarlo.
De Managua a León, ciudad que visitamos para conocer el Museo dedicado al poeta Rubén Darío, de quien he tenido la osadía de escribir unas líneas. Viajamos en un pequeño microbús y así pudimos conocer de cerca a la gente y adentrarnos en las costumbres. El rebusque, o sea, la lucha por la supervivencia es admirable, no hay tregua. A lo lejos divise el Salmo 91 que tanto me gusta. Todo un recordatorio para los olvidadizos. Ya en la ciudad, no paramos de hacer fotos a los letreros, extasiada con tantas alusiones a la Palabra. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Efesios 4.13”, es el lema de un grupo las vendedoras de granizados en León.
El martes, paseando por la plaza que está al lado de la catedral de la ciudad, pedimos a un muchacho que nos hiciera una foto, a lo que accedió gentilmente. Le preguntamos si era un estudiante, respondió que estaba terminando la carrera de Biología. Indagamos si había iglesias evangélicas, dijo que varias y nos señalo una iglesia Bautista que estaba cerca del lugar donde nos encontrábamos. De la conversación salió a relucir la labor que realizaban otras organizaciones evangélicas como la ONG Compassion. Al preguntarle como sabia tanto del tema, nos conto que el había sido un niño apoyado por esta organización desde que tenía ocho años hasta los dieciocho. Yo siempre he colaborado como voluntaria en Alianza Solidaria, pero en ese momento pensé que en esta tarea de ayudar a otros no hay competencia, lo importante es llevar el amor de Dios a los que lo necesitan. Por lo tanto, mucho nos interesamos por oír su historia.
Josué Vladimir, que así se llama, fue ayudado por el Proyecto NI 152, que era tutelado por una iglesia del Reparto William Fonseca, en León. Nos dijo que había recibido ayuda económica, pero también resalto el aspecto social y espiritual. También con ellos aprendió los valores cristianos que de mucho le han servido en su vida, señalo. Él tenía problemas en su hogar, y gracias a una maestra de la escuela, que le ayudaba con los deberes, entro en contacto con el proyecto de Compassion. La maestra, que también participaba activamente en la iglesia y en esta organización, le ayudo a solucionar la problemática familiar, y más tarde, incentivo a realizar un ‘Curso de Reparación y Mantenimiento de computadores’. Además del refuerzo escolar, recibió atención sanitaria, clases bíblicas, de música… El había sido muy tímido, por lo tanto, relacionarse con otros niños en similar situación fue muy beneficioso. Hoy es una persona sociable, lo pudimos constatar, tiene el don de la palabra, y una abundante generosidad, no escatimo en regalarnos su tiempo. El año 2014 ingreso en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAM), de León, y esta ad portas de concluir sus estudios, seguro que con importante proyección.
Al preguntarle si conocer los valores cristianos le había servido para su vida posterior, expreso que en su experiencia, a lo largo de los años, había constatado que “Dios nos acompaña sean cuales sean las circunstancias por las que estamos atravesando, o a pesar de nuestras faltas”. Comento que “una iglesia no son solo cuatro paredes, o una serie de recomendaciones, para tener una vida plena con Dios”.
Josué dijo algo importante: que haber sido ayudado lo había enseñado a ser más solidario con el prójimo. Y recordó con gratitud a la persona que lo había apadrinado, un mecánico norteamericano de medianos recursos, que había compartido sus bienes con él. Y que recibir sus cartas a través del proyecto, le sirvió de estimulo para seguir adelante.
Cada vez más me alejo de las grandes cifras. Quizá no se pueda acabar con las grandes necesidades que hay en el mundo, pero si cambiar la vida de uno, o de 3, o 20, o de 100 niños. Recuerdo que Jesús cambio de ruta para interesarse por una mujer extranjera (samaritana), pobre y marginada socialmente. Al día siguiente del encuentro con Josué, pasamos rápidamente por la Primera Iglesia Bautista de León para hacer unas fotos. Frente a la iglesia había un colegio con 310 alumnos, según nos informaron; el mismo funciona desde el año 1978.
Para nosotros ha sido relevante reencontrarnos con la realidad latinoamericana a través de este país llamado Nicaragua, donde la hospitalidad se siente en todos los ámbitos, o por lo menos así lo apreciamos en esta fugaz visita. Percibimos sus logros, pero también lo mucho que falta por hacer.
No quiero olvidarme de mencionar a dos hermanos luteranos que conocimos en el Festival de Poesía, los dos oriundos de Costa Rica: Edmundo Retana y Carlos Bonilla, ambos poetas. Con uno de ellos viajaron dos ejemplares de la revista Sembradoras, del número dedicado a Dietrich Bonhoeffer. Bonhoeffer se intereso por la realidad social que lo circundaba, seguro que hoy tendría mucho que decirnos.
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