Agua, fuego, aire, y el medio ambiente (1)

En los últimos meses tres elementos fundamentales relacionados con el medio ambiente en España, y que se relacionan directamente con nuestras vidas, han ocupado una gran parte de los medios de comunicación. FUEGO, con los incendios trágicos en Portugal y España y entre otros lugares del mundo, California; AGUA, con la creciente sequía que en España ya rivaliza con la gran sequía de 2012, y AIRE, con la contaminación atmosférica, las ‘boinas’ urbanas, producto de las emisiones principalmente de los automóviles en las grandes ciudades, con la ayuda de un gran anticiclón estacionario en la región. Y los tres están relacionados. 

Los incendios, aunque muchos intencionados, afectados por la falta de lluvias; la sequía, por la deficiente gestión del agua además de una anomalía climática, y el aire contaminado por la gran concentración de automóviles la falta de viento producto del la célula anticiclónica estacionaria. Pero el incremento de estas tres situaciones no es casual, y según los meteorólogos tiene origen humano. 

Primero, porque la falta de previsión y mal uso del agua; la intencionalidad de los pirómanos y el estilo de vida dominado por el automóvil. Y segundo, porque los tres problemas tienen parte de su origen en un calentamiento general de la atmósfera y los océanos, un cambio climático sin precedentes en la historia humana. La contaminación atmosférica urbana incluso tiene un efecto de cambio de clima en continentes próximos: las sequías en la India se han asociado a la contaminación atmosférica de los países europeos, según recientes estudios científicos. 

Este calentamiento está causado por la producción industrial de gases invernaderos como el CO2, pero además, con evidencia reciente, por el metano producido por la ganadería, cada día más significativo por el enorme incremento de la producción mundial.  El incremento de la ganadería consume enormes recursos de agua y tierra a expensas de una población carente de la suficiente alimentación.  

En definitiva, el consumo de los recursos de la tierra por un reducido número de países que los controlan. Egoísmo puro, reflejando la relación rota del hombre con el mundo en que vive, un mundo globalizado donde lo que hacemos tiene repercusiones importantes en muchas otras personas y lugares del planeta.