El represivo sistema de creencias saudí ha logrado aislar a muchos cristianos clandestinos de manera eficaz.
Ding…”. El sonido de un mensaje recibido rompe el silencio en la cocina de Nawal, justo cuando acaba de preparar el almuerzo para ella y su hija. Es un mensaje de WhatsApp de un número desconocido: solo unas pocas palabras de su amiga cristiana para hacerle saber que está orando por ella. Nawal inclina su cabeza, cierra sus ojos unos segundos y susurra “Amin”, la palabra árabe para ‘amén’. Contesta el mensaje y procede a borrar toda la conversación mientras sigue cocinando.
La presión de la familia, la sociedad y el gobierno hacia los creyentes en Arabia Saudí es asfixiante. El testimonio de Nawal* es una muestra de cómo el represivo sistema de creencias saudí ha logrado aislarla a ella y a muchos otros cristianos clandestinos de manera eficaz. Así está la fe de Nawal ahora. Tras haberse casado con un musulmán, vive completamente aislada de otros cristianos. Se mueve en el más absoluto silencio y con temor a cualquier contacto con otros creyentes.
Tiene tanto miedo de que cualquiera, y especialmente su esposo, pueda descubrir su fe en Cristo, que apenas se atreve a contestar mensajes de otros creyentes. Si lo hace es de manera superficial, sin dar ninguna pista. También ha dejado de leer la Biblia en internet por miedo a que su esposo mire su historial de búsquedas. Y es que, según la ley de Arabia Saudí, si su esposo la descubriera, tendría autorización para pegarla, divorciarse o hasta matarla sin que nadie pudiera ayudarla.
En contacto con creyentes
Nawal tiene casi treinta años y recuerda muy bien cómo fue la primera vez que entró en internet para buscar un sentido a su vida y sentirse valorada como mujer. Como muchas mujeres saudíes, creció y se educó como ciudadana de segunda clase, por no decir tercera o cuarta.
En internet encontró enseñanzas de una predicadora cristiana extranjera y la manera en que hablaba del amor de Dios, de cómo aceptaba pecadores y era un Padre amoroso con Sus hijos quebró su corazón.
Por medio de una red de seguimiento online sostenida por Puertas Abiertas, Nawal entró en contacto con otros creyentes cristianos que le enviaron material de discipulado y la guiaron a una plataforma online donde podía leer la Biblia.
Poco a poco, Nawal fue sintiendo que el Señor le hablaba hasta que un día entregó finalmente su vida a Cristo. Aún recuerda el gozo y la paz que sintió en su corazón ese día, y las palabras de Jesús: “Venid a mí todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar”, y “ciertamente yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo”.
A través de esta red de seguimiento en internet, Nawal contactó con otras mujeres extranjeras que estaban viviendo en Arabia Saudí. Encontrarse con ellas cara a cara hubiera sido demasiado peligroso, y además vivían demasiado lejos. Pero al menos sí sería posible comunicarse por internet con estas creyentes que, además, conocían su cultura y la podían discipular.
Años sin poder salir de casa
Pero con su nueva vida en Cristo, los problemas empezaron. Su madre descubrió pronto su fe y la puso bajo arresto domiciliario. De por sí, las mujeres saudíes solo pueden salir si un familiar las acompaña, pero cuando fue descubierta su fe, la madre de Nawal la mantuvo en casa durante varios años por miedo a que se viera con otros creyentes si salía de casa.
Esto la separó completamente de su vida social. Sin embargo, no logró aislarla del todo tal y como su madre pretendía: siguió teniendo acceso a su teléfono y a su portátil, y eso le permitió seguir conectada al Cuerpo de Cristo por internet.
Mientras tanto, su familia empezó a presionarla para casarse. En Arabia Saudí la mayoría de los matrimonios son negociados por los padres: los hijos solo pueden elegir si aceptan o no a los candidatos propuestos. Naturalmente, sus padres solo le propusieron musulmanes devotos como futuros maridos. El rechazo de Nawal a los dos primeros hizo que la preocupación de su familia por su futuro aumentase. Una hija soltera es una vergüenza en la cultura saudí.
La presión de su vida aislada empezó a pesarle demasiado. Empezó a tener síntomas de depresión, y su fe se apagaba. El grupo que la apoyaba intensificó sus oraciones por ella y, por teléfono y por WhatsApp oraba con ellas para que su vida cambiara y para que el Señor le dijera claramente lo que quería para su futuro. Pero su familia le presentó al tercer candidato a futuro marido, un musulmán menos estricto que los anteriores. Casarse con él significaría dejar la casa de los padres y comenzar una nueva vida. Tras muchas oraciones, Nawal lo aceptó confiando en que estaba siguiendo la dirección de Dios.
Oraciones musulmanas, redirigidas a Jesús
Y así está Nawal hoy en día: casada con un hombre al que no puede revelar su fe para salvaguardar su propia vida y evitar que su hija crezca sin madre. Cuando hay otros musulmanes alrededor, se comporta como una mujer musulmana que realiza las cinco oraciones diarias de esa fe. Pero en su corazón, Nawal ora a Jesús y le pide que le dé la fuerza para seguir creyendo aún si eso le cuesta un completo aislamiento.
Aun así, el sentimiento de soledad y el miedo, la depresión y el sentimiento que le producen amenazan su fe continuamente. El día de su boda llegó a tener tanto miedo de ser descubierta que sintió que tenía que decir ‘adiós’ a los creyentes que aún estaban en contacto con ella en las redes sociales. Este fue su último mensaje: “Os borraré como contactos y, por mi propia seguridad, no os responderé más. Pero sí seguiré leyendo todo lo que me sigáis enviando”.
Súmate a la oración por Nawal
De vez en cuando, Nawal recibe un mensaje de un número desconocido con palabras neutrales de ánimo. Sabe que aún se ora por ella. Y cuando le es posible, responde con la misma neutralidad, sin revelar su fe ni testificar. La gente que aún está en contacto con ella no puede más que imaginar cómo podría ser su vida espiritual en estos mismos instantes.
Nuestra oración es que el Señor mantenga a esta hija Suya cerca del corazón del Padre, dondequiera que esté y sea lo que sea lo que le pueda suceder. “Y ciertamente estaré con vosotros siempre, hasta el fin de los tiempos”, dijo Jesús. Oremos para que estas palabras sean como fuertes raíces en el corazón de Nawal.
*Nombre cambiado por razones de seguridad
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