6 mitos sobre la iglesia perseguida

Hace poco leí un artículo de un compañero de la red internacional Puertas Abiertas, Brian Orme, director de contenido de Open Doors USA, sobre concepciones erróneas que suelen tenerse sobre la iglesia perseguida cuando es vista desde fuera.

El artículo se titula “10 mitos peligrosos sobre la iglesia perseguida” y me gustaría resaltar cinco de esos diez puntos. ¿Por qué seis? Porque algunos de los diez puntos solo tienen sentido en la cosmovisión norteamericana y también, por qué no decirlo, porque prefiero que prestes atención a estos seis ya que con diez puede que el artículo fuese demasiado extenso y desistieses antes de empezar a leer.

 1. Solo es persecución si hay violencia

La persecución de los cristianos incluye violencia, y de esto nos hemos acordado este año, por ejemplo, con los terribles ataques mortales en Egipto, pero la persecución cristiana también incluye la marginalización y la opresión lenta y constante a los ciudadanos cristianos.

Muchas regiones se esfuerzan a largo plazo para someter a los cristianos a la marginación social, privándolos de la vida comunitaria como en el acceso a clínicas, a empleos y, en definitiva, tratándolos como ciudadanos de clase baja.

Esto también es persecución. Es una técnica predominante en lugares como Bután, Vietnam, India y muchas otras regiones en el mundo. Los medios de comunicación destacan la violencia, pero la constante persecución no violenta de los cristianos es a gran escala e inimaginable, aunque no salga en las noticias.

2. Los cristianos perseguidos solo desean escapar de la persecución

Este es un mito importante que conviene disipar. Debemos orar a Dios por la paz y los derechos humanos, pero muchos cristianos que viven en regiones hostiles a la fe nos piden que oremos por perseverancia y firmeza. Quieren permanecer en su país para ser testigos del Evangelio.

A veces necesitan salir de la región, pero muchos nos piden oración para renovar sus fuerzas, conseguir recursos vitales y recibir formación para permanecer firmes en medio de la tormenta, para la gloria y honra de Jesucristo. Cuando oremos por la iglesia perseguida, hagámoslo con esto en mente.

Cristianos desplazados por la violencia en el estado de Adamawa (Nigeria) reciben ayuda urgente. Foto: Puertas Abiertas.

3. La persecución ha sido peor en otros tiempos

Falso. Estamos viviendo en un tiempo en el que la persecución a cristianos está en máximos históricos. Más de 200 millones de cristianos se enfrentan a la persecución de forma regular.

Cada mes, al menos 322 cristianos son asesinados por su fe, 214 iglesias son destruidas y se cometen 722 actos graves de violencia contra los cristianos.

Hemos pasado por períodos difíciles desde el tiempo de los primeros discípulos, sin duda, pero a nivel mundial la persecución nunca ha sido más intensa de lo que es en este mismo instante de la historia.

4. La persecución es dañina

Sí, hace daño en sentido de dolor, sufrimiento y pérdidas, pero Dios parece tener la costumbre de usar todas estas cosas para extender la luz del Evangelio en el mundo, tal como vemos en Hechos de los Apóstoles.

Nos cuesta entenderlo, al menos a mí me cuesta, pero Dios usa la persecución para el avance de Su Reino. No significa que deberíamos abrazarla u orar por ella, pero cuando pase, tengamos claro que Dios la usará para Sus propósitos y Su soberana voluntad.

5. La persecución global de cristianos no nos afecta a nosotros

Falso. Somos un solo cuerpo. Cuando una parte sufre, todos nosotros sufrimos. Esta es la razón por la que es muy importante que estemos al día de lo que está pasando en la iglesia global.

Cuando una bomba explota en Egipto, una bomba explota en la iglesia global. Cuando un creyente en la India es expulsado de su aldea por su fe, todos nosotros hemos sido expulsados de esa aldea. Cuando un creyente está realizando trabajos forzosos en Corea del Norte, todos estamos realizando trabajos forzosos junto a él.

Saber esto. Sentir esto. Creer esto... es fundamental. Por eso escuchamos, aprendemos, oramos, ayunamos, nos entristecemos y nos gozamos juntos. Somos un solo cuerpo y Cristo es la cabeza.

Participantes de una prueba deportiva levantan fondos para apoyar a los cristianos perseguidos. Foto: Puertas Abiertas .

6. No hay nada que podamos hacer

Esto es, quizá, uno de los mitos más peligrosos. Es fácil catalogar la persecución cristiana como algo distante, inalterable y demasiado complejo para intentar cambiarlo.

Sin embargo, hay muchísimas cosas que podemos hacer cada día para entrar en el campo de batalla y fortalecer a nuestros hermanos y hermanas que están sufriendo alrededor del mundo por la fe.

La oración es nuestra mejor arma. Va más allá de los bastiones y va a lugares en los que nunca podríamos aventurarnos. Y si crees lo que dice el libro de Hechos, la oración puede romper las cadenas, liberar a los prisioneros, traer ayuda y alivio a los santos que sufren como ningún otro recurso puede hacer.

Pero también podemos ofrecernos para defender a nuestros hermanos públicamente y concienciar, escribir cartas, firmar peticiones y dirigir grupos de oración.

Y, por supuesto, también podamos dar para proveer el socorro y la ayuda urgente que necesitan, además de biblias, literatura cristiana, ayudar a sostener casas refugio, proveer formación, recursos para reconstruir casas e iglesias, y muchas otras cosas.

Como escuche decir una vez a Bono de U2: “Amar al prójimo no es un consejo, es un mandato… Esto significa que en una ‘aldea global’ (un mundo globalizado) vamos a tener que amar a mucha más gente”. Cuanto más si ese prójimo es nuestro hermano.