Ser cristiano en la Venezuela de hoy en día

La tensión política en Venezuela está creando una atmósfera cada vez más agotadora para el pueblo venezolano. En una situación así, como en cualquier conflicto político de tales dimensiones, hagas lo que hagas, y aunque no hagas nada, todas las personas acaban siendo etiquetadas por un bando o por otro como “anti…” o “pro…”. El término “neutral” se esfuma, el lenguaje se recrudece, y cualquier identidad con la que alguien se pueda identificar acaba siendo objeto de mofa, y en especial aquello que parece molestar tanto en cualquier parte del mundo a quienes no lo entienden ni lo han vivido: la fe en Cristo.   

“Se mofan de mí… porque soy cristiana. Dicen que los cristianos evangélicos somos charlatanes y mentirosos", dice Anabel*, maestra en una escuela del Estado. Nunca antes había experimentado en su propio país, Venezuela, tal abuso verbal en su caminar cristiano. Sin embargo, en los últimos años, ella y algunos de sus compañeros de trabajo han sido constantemente presionados y amenazados por autoridades escolares, por otros docentes que apoyan abiertamente al Gobierno de Nicolás Maduro y por grupos armados presuntamente vinculados a la guerrilla y a los paramilitares en Colombia.

"Como cristiana, no me entrometo en política y debido a que no me inclino ante una ideología, ellos me ven como enemigo. Se llaman a sí mismos ateos y me acusan de lavar el cerebro a mis alumnos, cuando todo lo que hago es compartir la Palabra de Dios con ellos", sigue explicando durante la conversación telefónica con un compañero de Puertas Abiertas.

En los últimos meses, las amenazas e intimidación contra ella y algunos de sus compañeros han aumentado. En junio pasado se distribuyó públicamente un volante de un grupo llamado Frente Bolivariano de Liberación en el que se exigía el despido inmediato de 14 docentes llamados "traidores de la patria" por haber participado en las protestas nacionales contra el Gobierno en abril y julio de este año. "En dicho comunicado pidieron al director de la escuela y a la autoridad educativa regional que nos expulsasen en el plazo de quince días, bajo amenaza de muerte en caso de desobediencia", recuerda Anabel.  "Esto sucedió en junio. La fecha límite ya pasó y tenemos miedo de lo que nos pueda pasar a nosotros y a nuestras familias".

Según su testimonio, las casas donde viven estos maestros están vigiladas por miembros de los “colectivos” (grupos armados) que dicen contar con el respaldo del Gobierno venezolano para intimidar y reprimir a todo aquel que no lo apoye. 

La situación que nos cuenta a continuación Anabel me recuerda a muchos testimonios que recibimos de países donde hay una persecución evidente a los cristianos, véase India y los países del Sureste Asiático, o Asia Central, por ejemplo: "Han estado merodeando por mi casa, fuertemente armados y con actitud amenazante. Ya no vivo allí, busqué un lugar más seguro mudándome a casa de mis padres. Y tuve que hacerlo rápido, dejando todo, solo tuve tiempo de coger algunas pertenencias personales".

Anabel pertenece a una familia cristiana evangélica. Conoció a Cristo a los 16 años y lleva veinticinco años congregándose en la iglesia a la que sigue asistiendo. Su iglesia es pequeña, de unos 100 miembros regulares. Su padre es el pastor y su madre ha dirigido el grupo de mujeres durante muchos años. Su esposo también es cristiano y sus dos hijos asisten también a los cultos. "Todos en la iglesia nos han apoyado mucho en estas circunstancias. (Necesitamos) mucho apoyo moral, y comunión en oración incesante por nuestro país y por un final pacífico a todo lo que estamos viviendo".

Si oras por Venezuela, acuérdate de orar por hermanos y hermanas como Anabel y su esposo. Mucho me temo que, cuanto más perdure la tensión, más testimonios de persecución recibiremos como el de Anabel.

*Nombre cambiado para proteger la identidad