Podemos descubrir si investigamos, que los españoles tenemos más de 250 fiestas para elegir.
En España no vamos a aburrirnos porque hay tantas fiestas populares repartidas durante el año que siempre hay una cita interesante en el calendario.
Todo empieza cuando el año termina con las celebraciones de Navidad y siguen con la de los Reyes Magos, estos a quienes un niño, peguntado por un Catequista sobre cómo se llaman los reyes Magos, contestó: “queridos…”.
Apenas entrando en Febrero llegan los coloridos Carnavales (siendo los más famosos los de Cádiz y los de Santa Cruz de Tenerife); en Marzo sorprenden las inmensas estatuas de cartón que arden en las Fallas de Valencia; alrededor de Abril, la solemnidad de la Semana Santa y la alegría de la Feria de Abril y ya en verano (la época por excelencia de fiestas en España) las Hogueras de San Juan; los encierros tradicionales con toros de San Fermín o la tomatina de Buñol.
Estos son sólo algunos ejemplos de las fiestas más conocidas de España, aunque puedes encontrarte otras tradiciones curiosas; fiestas salvajes y no pocas de brujerías y ocultismo.
En las fiestas se pueden presenciar carreras de caballos en la playa (en Sanlúcar de Barrameda), sentirte un caballero en los mercados medievales, hacer un homenaje al vino en las fiestas de la vendimia y a Baco; unirte al descenso del río Sella (en Asturias) en piragua; y podemos descubrir si investigamos, que tenemos los españoles más de 250 fiestas para elegir.
Pienso con esto de las fiestas, que con ellas se conoce a algunos pueblos, y gentes de tales pueblos. En medio del ruido festivo cada vez más común, vulgar, con tinto de verano y cervecero, consecuencia de la invasión urbana y turista, afloran cada vez menos, aun tímidamente, el alma antigua de ciertos pueblos, sus señas de identidad que le diferencian de los de alrededor.
Pero en muchos sitios esta peculiaridad se va desfigurando de año en año. Los tentáculos del marketing, el negocio publicitario y la cantidad de ocio y vacío del ser interior se apoderan cada día más de la vida de los pueblos.
Cuando llega el Verano, con él llegan muchas fiestas, y todos los pueblos compiten, se esfuerzan, con mayor o menor fortuna, en conseguir el mayor número de forasteros. Sin prestar atención alguna a trazar líneas entre lo sagrado y lo pagano.
La Iglesia Católica Romana no suprime paganismo alguno, calla y como la canción de un Verano ya vieja “yo me voy de fiesta” pues no, Yo no voy a ciertas fiestas y mucho menos, a las muchas que tienen su santo Patrón o santa Matrona.
Pues con todo lo que en varios escritos del Concilio Vaticano II se recomendaba “ser sumamente conveniente que amemos a los amigos, mártires y coherederos, hermanos también y eximios bienhechores nuestros…” y así, para venerarlos, surgieron a granel santos y santas patronas, para justificar ciertas fiestas, y junto a ellas, al menos por unas horas y unas procesiones, honrar al santo y pasarlo de rechupete.
Claro que, algún Prelado de la Curia Romana, o algún Teólogo de la Pontificia, podrían explicar al pueblo de “El Puig” de Valencia ¿qué tiene que ver el santo Patrón San Pedro NOLASCO, con las festividades que en su honor se celebran batallando con ratas? Sí, han leído bien, se pelean arrojándose roedores por las peñas del pueblo.
Menos mal, en honor a ser veraz en la investigación, que hace ya 20 años que la Generalitat Valenciana, en un rasgo de sentido común, abolió la “batalla de las ratas”. Y “es sintomático –por lo que he dicho antes, que las fiestas nos ayudan a conocer ciertos pueblos y ciertas gentes cómo los que en el momento de ‘la batalla’, aun siendo agentes de Policía Local y de Guardia Civil, desaparecen de la plaza, para no tener que aplicar la Ley, actitud que por otra parte, está muy de moda entre los ratones políticos, pasarse la Ley por montera.
Y así los vecinos de este municipio siguen anclados en el pasado, con la connivencia de las autoridades que no mueven un dedo por impedir esta asquerosa “tradición”, que por otra parte en el 2016, el PACMA grabó imágenes de esta “ratonil” festividad y denunciaron tal esperpento.
Menos mal, que la impresentable fiesta de “la tomatina” que se celebra en el municipio valenciano de Buñol (España), al menos no se hace en honor de San Luis BERTRÁN y San Venancio, lo que se hace es que coincida con la festividad de los santos Patrones de la ciudad.
Y de nuevo me vuelvo a preguntar ¿qué tendrán que ver estos santos varones, si es que lo fueron, con el derroche, destrozo, malgasto de toneladas de tomates? pues lo mismo que San Fermín y San Isidro con los Toros, o el mismo San Santiago MATAMOROS con la carrera ecuestre en el municipio “El Carpio del Tajo” que termina decapitando gansos de parte de los jinetes. ¡Nada! y la autoridad eclesial no dice nada, y Yo no iré a fiestas tales...
El caso es que los pueblos se mueren pese a los pretendidos chispazos de ciertas fiestas.
Y los que sobreviven dejarán pronto de tener vida propia, creencia en el valor de la piedad y la fe, en la medida que vayan perdiendo las referencias a la santidad de algunos santos y vaya ganando la frivolidad de que éstos sirven para la mera fiesta y diversión, esto sí que mata los barrios y los pueblos y no el turismo.
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