Es importante que los líderes reconozcan que los mejores experimentos de “nueva iglesia” serán dirigidos por personas “periféricas” alejadas de los centros del poder eclesiástico tradicional.
Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar. Antonio Machado
[Cuarta parte: Las notas anteriores se publicaron el 30 de abril, el 7 y el 14 de mayo]
Siendo que estamos viviendo en momentos de mucho cambio y desorientación, necesitamos estar abiertos a nuevas maneras de cumplir la misión de Dios. Eso implica darle espacio a los creyentes a que busquen maneras nuevas de proclamar, servir y vivir el evangelio. Muchos de estos medios no se parecerán a lo que ya conocemos, siendo que combinarán ideas que no parecían congeniar y que nacerán de personas que no han estado en el centro de los métodos ya establecidos. ¿Estamos listos a experimentar?
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En las conversaciones de la iglesia misional se está utilizando mucho el vocablo experimentos. El mensaje detrás de esa palabra es que necesitamos estar atentos a nuevas ideas sobre cómo ser y hacer iglesia y estar dispuestos a acompañar dichos experimentos para ver si producen enfoque y cambio en nuestro entendimiento de la iglesia en misión. Reconocemos que muchos de los métodos tradicionales de fundar iglesias y de misión ya no parecen funcionar y aun cuando “funcionan” el resultado muchas veces suscita más preguntas que iglesias fuertes.
Otro concepto que nos podría ayudar a pensar sobre esto es mashups un concepto que nació en el mundo de la música. La palabra se utiliza en varios campos y significa juntar cosas que normalmente no consideraríamos que caben juntas. Esto significa invitar a la gente a pensar sobre ser iglesia y hacer misión en maneras que rompen con nuestros modelos actuales. Nuestros modelos de iglesias han sido tan marcados por la cristiandad occidental que nos cuesta “recordar” que las iglesias primitivas no estaban ligadas a nuestros modelos actuales, sino que se formaron en hogares, alrededor de sinagogas o en cuevas y escondites, cuando comenzó la persecución de la iglesia. Esta realidad nos llama a considerar que se están desarrollando comunidades que tienen poco en común con lo que normalmente llamamos iglesia hoy.
Comenzamos el proceso de cambio reconociendo que hay mucha variedad entre la gente. Esto significa que no podemos asumir que lo “viejo” ya no funciona en ningún lado. No todas las iglesias están en crisis, ni todas las denominaciones. En ciertos contextos los patrones tradicionales y las congregaciones que siguen esos modelos seguirán ayudando a gente a ser fiel al evangelio y la misión de la iglesia. Algunos modelos tradicionales continuarán funcionando eficazmente en esos contextos. En ese tipo de situación uno de los retos será ayudarle a la gente a entender que el mundo está cambiando y que si desean seguir siendo fieles necesitarán estar abiertos a nuevas maneras de pensar sobre su papel en el mundo.
Para las iglesias “tradicionales” que están fuertes y están creciendo será importante que utilicen su fuerza actual como base para ver hacia el futuro divino, en vez de esperar a que les venga una crisis. Si iglesias fuertes desarrollan una visión misional, ellas podrán apoyar nuevos modelos de iglesia y misión con sus recursos.
Si le cuesta a las iglesias con “éxito” creer que necesitan cambiar, es probable que le será aún más difícil a las que están en crisis. Ante el sentir de pérdida muchos buscarán la nostalgia y una memoria selectiva del pasado. Es posible que la crisis los haga menos propensos al cambio, determinados a reconstruir un pasado que ellos percibían como más favorable. En vez de poder visualizar un futuro nuevo, sólo pueden soñar con lo que fue, o con lo que recuerdan.
Para algunas iglesias existentes, una analogía importante para la tarea tal vez sea “construir aviones en el aire.” Nuestras iglesias están en movimiento, sin embargo necesitamos reconocer que tenemos que construir y reconstruir lo que estamos haciendo para poder responder eficazmente a un ambiente cambiante.
Hay muchas personas en nuestras iglesias que nos pueden guiar hacia experimentos, si les damos la oportunidad. Un lugar obvio para buscar a los innovadores es entre los jóvenes. Cristianos más jóvenes que se criaron en la iglesia saben lo que no está funcionando en sus congregaciones. Muchos están cuestionando la iglesia y dejándola, pero también representan la posibilidad de modelos nuevos. Si los líderes están listos a caminar con los cristianos jóvenes, discipulándolos y abriéndoles camino, ellos pueden apuntar hacia el futuro y no sólo enfocar en sus frustraciones con la iglesia de su niñez.
También podemos aprender de los creyentes nuevos, particularmente los que han tenido una experiencia fuerte de conversión. Por causa de su encuentro con Dios están muy interesados en compartir su fe y todavía tienen muchas conexiones en el “mundo”. Algunas iglesias pentecostales han tenido la costumbre de invitar los nuevos creyentes a compartir su fe inmediatamente después de su conversión y bautismo. Necesitamos discipularlos pero, siendo que muchos de ellos no han sido socializados en una iglesia tradicional, se les pudiera animar a pensar sobre la mejor manera de hacer iglesia y misión entre sus amigos y colegas no creyentes.
La mayoría de nuestras iglesias hispanas están llenas de inmigrantes y muchos de ellos vienen de iglesias dinámicas en sus países de origen. Algunos asumen que se pueden replicar los modelos de iglesia que conocen del sur. Pero lo que más necesitamos de ellos es su dinámica espiritual, su flexibilidad y disposición a adaptarse a situaciones nuevas. Muchos de ellos establecen iglesias y ministerios en las situaciones más complejas y difíciles. Su flexibilidad es crucial al ver hacia el futuro.
Los inmigrantes están a la vanguardia de los cambios globales. Pero muchos de esos cristianos también están cambiando los modelos tradicionales de misión. Están haciendo misión desde las periferias y desde la pobreza. Algunos de sus modelos de misión nos están invitando a pensar en la iglesia en misión en maneras que muchos de los que nacimos en la “cristiandad” ni se nos ha ocurrido.
Otro lugar donde debemos buscar líderes para estos experimentos nuevos es entre los adultos “descartados” de nuestra sociedad. Muchas veces asumimos que los ancianos están atrapados en modelos del pasado. Hoy se alaba mucho a la juventud y se marginaliza a los ancianos. Pero vivimos en un mundo donde todas las generaciones necesitan trabajar juntos. Hay muchos ancianos que tienen el tiempo, destrezas y energía y ya no necesitan generar ingresos. Si se les plantea una visión de lo que podría ser muchas personas de la tercera edad podrían “soñar sueños nuevos” y también apoyar esos sueños.
Será importante que los líderes reconozcan que muchos de los mejores experimentos serán dirigidos por personas periféricas, aquellos que han estado fuera de los centros del poder eclesiástico tradicional. Por lo general no han pasado por los procesos “oficiales” y tal vez no “caben” muy bien. Así que todavía no se han ganado la confianza del sistema. Sin embargo, esta es la gente que por lo general puede visualizar una realidad diferente, nuevos modelos de iglesia y misión. Tal vez sean mujeres que nunca han tenido una posición de autoridad o personas que han salido de estilos de vida quebrantados. Muchas veces serán personas que no tienen posiciones oficiales. Pero muchos de ellos tendrán la disposición de experimentar y de pensar en formas nuevas.
Las iglesias y organizaciones que van a estar listas para este tipo de innovación serán las que creen en una cultura de experimentación y que valoren la innovación. Por ejemplo, en algunos denominaciones el fundar una iglesia nueva demanda tanta planificación, organización y dinero que es imposible experimentar. Cualquier fracaso constituye una pérdida significativa. Pero otras denominaciones hacen este trabajo de una manera muy diferente. Si alguien dice que siente que Dios los ha llamado a establecer una iglesia se les anima a intentarlo. Si tienen éxito en establecer un grupo o un ministerio, entonces la denominación los recibe y provee apoyo y acompañamiento.
En cierto sentido, las iglesias y denominaciones que desean hacer misión en medio de cambios profundos necesitan desarrollar un departamento de “experimentación”. Los que están dispuestos a descubrir nuevos caminos podrán conectarse y apoyarse mutuamente. Al proveer apoyo espiritual, moral y financiero, se va creando una cultura que anima a todo el pueblo de Dios a pensar en nuevas maneras sobre su papel en lo que Dios está haciendo en el mundo.
Un espíritu de innovación también implica reconocer que necesitamos varios modelos para desarrollar líderes. La mayoría de los seminarios se desarrollaron basados en un modelo universitario y asumiendo cierto tipo de iglesia. Sin embargo, son pocos los líderes que se están formando hoy que van a pastorear ese tipo de iglesia. Eso significa que también necesitamos modelos “mashup” de desarrollo de líderes que combinen la flexibilidad de institutos bíblicos, el rigor de seminarios, la mentoría, la educación continuada y todo tipo de apoyo y preparación en el camino. Para preparar a líderes misionales también tendremos que experimentar con modelos nuevos de desarrollo de líderes. Por supuesto que la innovación será una parte clave del proceso de proveer el fundamento bíblico y teológico a las personas que estén en el proceso de desarrollar maneras nuevas de formar comunidades de personas con la visión de ser discípulos en Cristo en este mundo.
Estos líderes necesitan un fundamento bíblico y teológico sólido. Pero también necesitan formación en áreas específicas. Necesitan un método de teología práctica que les ayude a conectar las Escritura a realidades nuevas. También necesitan formación como líderes, particularmente en el liderazgo interpretativo.
Pero el desarrollo de liderazgo también necesita una eclesiología más robusta. Muchas de nuestras eclesiologías reflejan un modelo de la cristiandad del lugar de las iglesias en la sociedad. Necesitamos reenfocar nuestra perspectiva hacia los márgenes, a los lugares donde las iglesias no tienen un lugar céntrico, sino que son siervos.
En cierto sentido necesitamos más iglesias con una teología de “iglesia libre”, congregaciones que tengan la libertad de desarrollarse en su contexto local, enfocando en la misión de su contexto concreto.
Si tomamos en serio el concepto de mashup tendremos que desarrollar nuevos modelos de iglesia y misión que tal vez nos obliguen a preguntarnos si todavía son iglesias.
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