¿A qué esperas? ¡A estudiar!
A lo largo de los últimos años, algunos hermanos me han hecho la siguiente pregunta: ¿Por qué estudiar teología?
Aquí tenéis una lista de diez razones.
1.- Aprendemos sobre lo bueno del pasado
Cuando estudiamos sobre el pasado, entendemos los tiempos en los cuales vivimos. No somos la primera generación de cristianos. El Espíritu de Dios ha usado a muchos hermanos de otros siglos para edificar a su iglesia.
Hacemos bien en aprender de todo lo bueno que han aportado. Sus enseñanzas y escritos teológicos siguen fortaleciendo al pueblo del Señor hoy.
2.- Aprendemos sobre lo malo del pasado
Al mismo tiempo que aprendemos sobre lo bueno del pasado también aprendemos sobre lo malo. Muchas de las desviaciones doctrinales que se están dando actualmente no son nuevas.
Por ejemplo, la corriente contemporánea de ‘Solo Jesús’ que enseña que el Padre es el Hijo y el Hijo es el Espíritu se trata de la resurrección de una herejía conocida como el modalismo condenada en la época patrística. El pasado nos ayuda a discernir los peligros doctrinales del presente.
3.- Aprendemos a usar la mente
A veces nos olvidamos de que el Señor nos llama a glorificarle con toda nuestra mente. El estudio teológico sirve para vigorizar nuestros músculos cerebrales. Simplemente hay que tener en cuenta que el estudio y la humildad cristiana han de andar juntos.
Dios no quiere que seamos todólogos carentes de amor por el rebaño de Cristo (esta tentación es particularmente fuerte para los varones jóvenes como yo).
4.- Aprendemos a diferenciar entre los asuntos cardinales y los secundarios
Al estudiar la teología reconocemos que hay ciertas verdades indubitables que tenemos que defender sí o sí: la autoridad de las Escrituras, la Trinidad, la doble naturaleza del Hijo de Dios, la justificación por la sola fe en Cristo, la vida eterna para los salvos y la condenación eterna para los impíos.
Pero luego hay un sinfín de temas secundarios que no atentan contra la salvación. Pienso en el tema de la escatología. Un hermano podría ser amilenialista, otro posmilenialista y otro premilenialista. A pesar de sus diferencias secundarias, aquellos tres hermanos se pueden unir en el evangelio de Cristo.
Otros temas controversiales que no tienen porqué dividir a los hermanos serían: el cesacionismo/ continuacionismo, el calvinismo/ arminianismo, el bautismo de adultos/ de niños, el modo de bautismo, el gobierno de la iglesia, cuántas veces hay que celebrar la santa cena, etc.
5.- Aprendemos a adorar mejor
Cuánto más aprendemos sobre las grandes obras de Dios y su verdad, nuestro corazón rebosa de alabanza. Frecuentemente cuando estamos leyendo algún libro de teología sistemática, lo mejor que podemos hacer es parar, levantar nuestras manos y adorar al Señor por todo lo que nos va enseñando.
Esta riqueza intelectual ha de engendrar una adoración cada vez más profunda en nosotros.
6.- Aprendemos a predicar mejor
Al estudiar, aprendemos a ordenar mejor nuestros pensamientos a la hora de predicar. De esta manera, somos más útiles para la iglesia local ya que la congregación podrá crecer en su conocimiento de la verdad de Dios.
Si no hay una clara línea doctrinal desde el púlpito, la congregación estará confundida y no sabrá discernir otras corrientes contrarias.
7.- Aprendemos a defender nuestra fe
La teología sirve para nuestra defensa de la fe. Nos convertimos en apologetas cuando aprendemos sobre cómo otros gigantes han defendido al Señor en sus generaciones. Gracias al estudio doctrinal, podemos aprender a refutar los errores de otras cosmovisiones que van en contra el meollo del evangelio de Cristo.
8.- Nos topamos con nuevos héroes
Me encanta la teología porque por medio de ella he descubierto a un montón de héroes que antes desconocía. Actualmente mis tres favoritos son todos británicos (claro, soy norirlandés), a saber, Charles Spurgeon, J.C. Ryle y Martyn Lloyd-Jones.
Disfruto de leer a esos hombres porque además de ser doctrinalmente ortodoxos, eran pastores y predicadores de la Palabra y sabían aplicar las grandes verdades que proclamaban con sensibilidad pastoral. No tengo nada en contra de los teólogos académicos; pero mis héroes son los teólogos pastores.
9.- Aprendemos a ser humildes
Gracias al Señor, casi todos los grandes pensadores en la historia de la iglesia usaron sus dones intelectuales de manera humilde, levantando a sus iglesias locales. Si el estudio sirve para inflar nuestro ego, algo va mal.
Estudiamos con el fin de edificar a los demás y de proteger al pueblo de Dios de los lobos. ¡Seamos humildes y seamos útiles para la iglesia!
10.- Aprendemos a maravillarnos
En último lugar, hay que estudiar la teología porque nos quita el aliento. Platón comentó que la filosofía nace con el asombro. Diría exactamente lo mismo en cuanto a la teología.
Es una asignatura que nos deja con la boca abierta una y otra vez. Nos maravillamos repetidamente ante las gloriosas verdades de Dios y todo lo que Él es y hace.
Conclusión
Así que, ¿a qué esperas? ¡A estudiar!
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
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