Una reflexión sobre el artículo de Will Graham.
Will Graham, a quien no tengo el gusto de conocer, de quien ignoro su filiación religiosa y su extracción teológica, tanto como si vive o no la realidad española o escribe fuera de España, me ha concedido el honor de leer mi libro Redescubrir la Palabra. Como leer la Biblia. Y, al parecer, muestra tener una amplia información acerca de mi persona.
En una época en la que se lee tan poco y se opina tanto, hay que reconocer el mérito que tiene leerse un libro con el que uno confiesa no identificarse desde sus primeras páginas y mostrar la generosidad de dedicarle un larguísimo escrito de crítica. Un gesto que agradezco. Ojalá todos los opinantes que puedan identificarse o no con los argumentos que desarrolla el Sr. Graham lo hicieran a partir de una lectura serena y objetiva del texto y no a partir de descalificaciones ajenas tal y como ocurre habitualmente.
Will Graham se autodefine en su larguísimo comentario como conservador. Es esa una buena postura ante la vida y ante los valores tanto sociales como cristianos. Conservar lo bueno es el deber de todo bien nacido. Puestos a autodefinirse, yo lo hice hace algún tiempo en un artículo que ha circulado en diferentes medios y formatos, como conservador y liberal, y argumentaba las razones esgrimidas, que no viene al caso repetir ahora[1].
En el caso del Sr. Graham, a juzgar por el escrito al que hago referencia, se muestra más que como conservador como fundamentalista, postura tan digna y respetable como cualquier otra, que yo respeto, aunque no comparta.
En lo que a la crítica de mi libro se refiere, legítima por supuesto, aunque sea tan diametralmente discrepante de otras llevadas a cabo por personas de tanta relevancia moral e intelectual como Alfredo Pérez Alencar[2] y Juan Antonio Monroy[3], por mencionar sólo dos de ellas, que fueron publicadas en este mismo medio, no entraré en un debate con su autor ni, por supuesto, voy a someterme al examen que pretende con una ristra de cuestiones con las que cierra su escrito, mediante las cuales parece querer implantar una nueva forma de auto de fe, algo tan extemporáneo en los tiempos que corren.
En realidad tengo la impresión de que es el propio autor del artículo el que se auto descalifica ante quienes tienen la virtud de pensar por sí mismos, pero ese es un riesgo que al parecer asume gustoso. Confío en que los lectores de Graham tengan la curiosidad de leer el libro y extraer sus propias conclusiones.
Quiero creer que el Sr. Graham tiene la suficiente formación teológica y filosófica como para saber que está tomando el texto como pretexto para un ataque contra una persona y unas instituciones con las que al parecer no se siente identificado; y debe saber que sacar el texto de su contexto es una aberración hermenéutica; que mutilar un texto para hacer que parezca decir lo que al comentarista le interesa que diga, es un fraude a sus lectores, quienes posiblemente nunca tendrán la curiosidad de aproximarse al texto comentado; que manipular el contenido de un escrito transmitiendo ideas y conceptos que están fuera de la intención del autor, es una práctica deleznable que atenta contra los más elementales principios éticos de la fe evangélica y son suficientes para catalogar a su autor; que arrogarse la representación de “los evangélicos españoles” es una osadía que los lectores inteligentes, que los hay sin duda, no pueden tolerar; que el insulto y la descalificación de otros, sean o no afines a las ideas propias, muestra una tremenda falta de la ética y la caridad cristianas; que los cimientos de la Reforma en España y sus expresiones más conspicuas y representativas, se fundamentan en una teología analítica y ajena al fundamentalismo importado recientemente a España; que la extensión del Evangelio en España se ha llevado a cabo apoyado en el sufrimiento y la sangre de muchos españoles que durante su vida han estado dispuestos a dar lo mejor de ellos mismos por extender el Evangelio de Jesucristo, entre los que, humildemente, se encuentra el autor del libro tan parcialmente juzgado.
Respeto profundamente a quienes, como Will Graham, discrepen de mi reflexión teológica; acepto la discrepancia como uno de los valores devenidos de la libertad religiosa por la que algunos luchamos tan denodadamente en España cuando no sé donde estaría, si estaba, y qué haría el Sr. Graham. Reclamamos, eso sí, respeto a la verdad, no manipular las conciencias, abrir espacios de libertad al pueblo evangélico español para que asuma el liderazgo de promover una verdadera Reforma en España, ahora que conmemoramos el 500 aniversario de la promovida por Luero.
Doy por supuesto que Protestante Digital publicará esta réplica, que está muy lejos de alcanzar las dimensiones del escrito que la provoca, y anticipo que no voy a entrar en un debate sobre el tema con el Sr. Graham a quien deseo las mejores bendiciones de Dios y la capacidad y el medio adecuado para defender sus ideas en un clima de libertad y libre concurrencia, a ser posible, teniendo en cuenta que ni él ni yo tampoco representamos a TODO el pueblo evangélico español.
Máximo García Ruiz
Enero de 2017
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