Un breve recorrido histórico de la teología liberal.
La teología liberal no es un fenómeno nuevo.
El movimiento no nació en nuestros días con los escritos de John Shelby Spong (1931), John Dominic Crossan (1934) o el recién difunto Marc Borg (1942-2015).
Los liberales de hoy –que se distinguen por poner en tela de juicio la autoridad de la Palabra de Dios- fueron influenciados por los alemanes Rudolf Bultmann (1884-1976) y Paul Tillich (1886-1965). Tanto Bultmann y Tillich, siguiendo la filosofía de Martín Heidegger (1889-1976), interpretaron el cristianismo a la luz de la filosofía existencialista, convirtiendo así la fe en un asunto puramente subjetivista.
Pero estaríamos equivocados si pensáramos que la teología liberal comenzó con Bultmann o Tillich.
Cuando Bultmann y Tillich eran estudiantes, la teología liberal estaba en el momento cumbre de su éxito. El espectro teológico fue dominado por figuras como el carismático Wilhelm Hermann (1846-1922) en Marburgo, Adolfo von Harnack (1851-1930) en Berlín y el fundador de la escuela de la historia de las religiones, Ernst Troeltsch (1865-1923) en Heidelberg. Todos compartieron dos convicciones cardinales acerca del cristianismo:
Aunque uno de los más conocidos estudiantes de Troeltsch, Albert Schweitzer (1875-1965), pensase que el cristianismo era la más evolucionada de las religiones mundiales, de ninguna manera lo consideró como absolutista.
Pero estaríamos equivocados si pensáramos que la teología liberal comenzó con Hermann, von Harnack o Troeltsch.
Los tres hombres fueron grandemente influenciados por el pensamiento liberal de Albrecht Ritschl (1822-89), el cual había promocionado una visión del Reino de Dios y de Jesucristo basada en la ética humana. En vez de referirse a Jesús como el Hijo eterno de Dios, Ritschl estaba interesado en Cristo por la simple razón de que éste vivía en conformidad con la voluntad de Dios.
Este divorcio entre ética y contenido doctrinal en el pensamiento ritschliano impactó al fundador del evangelio social en los EEUU, a saber, Walter Rauschenbusch (1861-1918). Rauschenbusch eliminó todas las afirmaciones teológicas de las Escrituras en el nombre del activismo socio-político.
Pero estaríamos equivocados si pensáramos que la teología liberal comenzó con Ritschl.
Ritschl tenía dos héroes: uno filosófico, el otro teológico. Su héroe teológico se llamaba Federico Schleiermacher (1768-1834). Hoy día Schleiermacher es conocido como el padre de la teología moderna porque no fundamentó su teología en la Palabra de Dios sino en la experiencia religiosa del ser humano. Cualquier doctrina bíblica que no podía verificarse por medio de los sentimientos humanos tenía que ser descartada.
El enfoque antropológico de Schleiermacher se debe a la filosofía del otro héroe de Ritschl, es decir, Emanuel Kant (1724-1804). Kant describió la Ilustración como “la salida del hombre de su auto-impuesta inmadurez”. El hombre no tiene porqué someter su razón a ninguna otra autoridad más allá de sí mismo. ¡Ni a las Escrituras ni a Jesucristo!
Aunque Kant perteneciese a la iglesia luterana, no tenía ningún interés en las doctrinas bíblicas que supuestamente no cuadrasen con la razón práctica. La religión, según Kant, es simplemente un asunto subjetivista, moral que ayuda a la humanidad a vivir en paz. Se centra en el ser humano; no en Dios.
Pero estaríamos equivocados si pensáramos que la teología liberal comenzó con Schleiermacher o Kant.
La revolución subjetivista de Kant no se pudiera haber producido sin el giro antropocéntrico de René Descartes (1596-1650) en el siglo XVII. Descartes era el primer teólogo occidental en proponer que la filosofía tenía que empezar con el sujeto humano: “Pienso luego existo”. Varios factores en el pensamiento cartesiano abrieron paso para la teología liberal: su rechazo hacia las autoridades externas, su acercamiento subjetivista al conocimiento, su énfasis en el yo y su duda sistémica.
En realidad, fue Descartes y no Kant el que empezó la Ilustración ya que el francés se atrevió a pensar por sí mismo independientemente de cualquier otra autoridad. En la metodología de Descartes, el sujeto humano fue elevado encima de la Palabra de Dios.
Pero estaríamos equivocados si pensáramos que la teología liberal comenzó con Descartes.
Aun cuando la Reforma protestante apareció en el siglo XVI con el poder de la Palabra de Dios acompañándola, surgió un grupo sectario e herético –el socinianismo- el cual negó prácticamente todas las doctrinas distintivamente cristianas a causa de su escepticismo.
Siguiendo los pasos de Faustus Socinus (1539-1604), los socinianos echaron fuera un sinfín de enseñanzas cristianas de su pensamiento teológico, por ejemplo, la Trinidad, la divinidad de Cristo, el pecado original y la obra vicaria de Cristo en la cruz. Algunos llegaron a negar el nacimiento virginal del Salvador y los demás milagros registrados en las Escrituras.
Pero estaríamos equivocados si pensáramos que la teología liberal comenzó con los socinianos.
Si nos remontamos a la historia de la iglesia primitiva, nos topamos con un archiconocido liberal con el nombre de Marcion (85-160). Dado que Marcion solo creía en el amor de Dios, enseñó que el Dios del Antiguo Testamento no era el Padre del Señor Jesucristo.
Su postura liberal le llevó a negar la literalidad del nacimiento de Cristo, su muerte y resurrección. Redactó su propio canon del Nuevo Testamento basado en el Evangelio de Lucas y diez cartas paulinas. Sin embargo, Marcion tomó la libertad de modificar los escritos apostólicos cuando iban en contra de su propia teología egocéntrica.
Pero aun antes de los días de Marcion, había teólogos liberales en los días del Señor Jesús. Se llamaban saduceos. Una vez más, su escepticismo y su pensamiento antropocéntrico hicieron que los saduceos dudasen de la revelación de Dios. A diferencia de Cristo, los saduceos no creían en la resurrección de los muertos ni en la existencia de los ángeles (Mateo 22:23; Hechos 23:8).
Cuando se acercaron al Jordán en los días de Juan el Bautista, Juan les gritó: “¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?” (Mateo 3:7). Si Juan estuviera entre nosotros, ¿diría lo mismo a los liberales de nuestra generación?
Pero estaríamos equivocados si pensáramos que la teología liberal comenzó con Marcion o los saduceos.
Phil Johson argumentó que el primer liberal en la historia fue Roboam, el malvado rey de Israel. 2 Crónicas 10:8 pone que: “Mas él, dejando el consejo que le dieron los ancianos, tomó consejo con los jóvenes que se habían criado con él y que estaban a su servicio”. Roboam no quiso aprender de la sabiduría de los ancianos de su pueblo sino que consultó a los jóvenes con los cuales se había criado.
En este sentido, “La mentalidad del neo-liberalismo posmoderno es tan antigua como Roboam” (Johnson). Roboam no quiso seguir la Palabra de Dios sino los caprichos de su propio corazón. Se enfocó en el ego, no en Dios.
Pero estaríamos equivocados si pensáramos que la teología liberal comenzó con Roboam.
Estoy de acuerdo con la tesis de Eugene K. Klug quien destaca que la teología liberal nació con la serpiente en el Edén. Como explica Klug: “Las raíces del liberalismo se remontan a la sugerencia seductora de Satanás: ‘¿Con qué Dios ha dicho?’ Desde aquel momento en adelante, la duda humana siempre ha cuestionado la revelación de Dios, su Palabra, sus hechos poderosos –de hecho, a Dios mismo”.
Klug está en lo correcto. Satanás era el primer sujeto en desviar al ser humano de la Palabra de Dios para que ellos cumpliesen su propia voluntad. La serpiente les prometió que iban a ser como dioses si comiesen el fruto. La teología liberal es tan antigua como la caída. Satanás puso al ego humano en primer lugar. Adán y Eva consintieron. Los liberales actuales también.
Así que, a pesar de que los liberales contemporáneos quieran dar la sensación de que están a la moda y de que van con los tiempos, nuestra investigación histórica nos ha demostrado que el liberalismo teológico no tiene nada, nada, nada nuevo. Su enfoque antropocéntrico siempre conlleva la negación del único Soberano, el que se revela en las Escrituras.
Por lo tanto, aunque los liberales del siglo XXI sean una mezcla de Spong, Borg, Crossan, Bultmann, Tillich, Troeltsch, von Harnack, Hermann, Ritschl, Kant, Descartes, los socinianos, Marcion, los saduceos y Roboam; sería mucho más acertado aseverar que son los herederos de la teología de la serpiente.
¿La Palabra de Dios o la palabra de la serpiente?
¿Una teología centrada en Dios o una teología centrada en el yo, yo, yo?
Estas fueron las preguntas en el Edén.
Estas siguen siendo las preguntas de hoy.
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