10 de los libros más importantes de la historia del protestantismo.
El protestantismo ha producido muchos escritos destacados a lo largo de los últimos cinco siglos.
Hoy queremos enfocar nuestra atención en diez de los textos protestantes más significativos de la historia que todos tenemos que leer sí o sí.
1.- La voluntad determinada (1525)
El monje agustino Martín Lutero comentó que ‘La voluntad determinada’ fue su obra más importante. El celebrado teólogo de Princeton, B.B. Warfield, denominaría el libro como “El manifiesto de la Reforma protestante”. Lutero escribió el libro en respuesta a la doctrina semipelagiana del católico liberal Erasmo, el cual creía que el factor decisivo en la salvación era el libre albedrío del hombre. A diferencia de Lutero, Erasmo creía que la voluntad humana tenía cierta capacidad innata para conocer a Dios y volver a Él.
Lutero respondió con ‘La voluntad determinada’, testificando que la voluntad del hombre está tan corrompida por la caída de Adán que es imposible que el pecador escoja a Dios a no ser que el Espíritu de Dios resucite al hombre de su estado muerto, concediéndole vida eterna y una voluntad renovada.
El catolicismo optó por abrazar la postura de Erasmo en el Concilio de Trento mientras que los protestantes (menos los anabaptistas) siguieron la doctrina de Lutero.
2.- La confesión de Schleitheim (1527)
‘La confesión de Schleitheim’ (Suiza) es significativa ya que se trata de la confesión de fe más destacada de los anabaptistas. Aunque el documento no sea teológicamente elaborado, revela las convicciones principales dentro del ala radical de la Reforma.
Sus siete artículos se centran en la vida cristiana: el credo-bautismo, la excomunión, la Santa Cena, la separación del mal, los ministros, el uso de la espada y los juramentos. La confesión expresa la noción de que el bautismo y la Santa Cena son únicamente para los creyentes y que éstos no pueden tener nada que ver con la violencia.
3.- El catecismo menor de Martín Lutero (1529)
Después de visitar varias iglesias luteranas en Sajonia entre 1528 y 1529, Lutero se dio cuenta de que muchos pastores y creyentes protestantes no conocían los fundamentos de la fe cristiana. Dada esta carga, el reformador alemán se puso a redactar su ‘Catecismo mayor’, el cual fue publicado en abril 1529 y luego ‘El catecismo menor’, sacado un mes después.
‘El catecismo menor’ tuvo mucho más éxito gracias a su estilo pastoral y sencillez. De esta manera, Lutero logró educar a multitudes de sus seguidores en los principios clave del protestantismo. El formato catequético empleado, es decir, la exposición concisa de la fe en formato de preguntas y respuestas, gozó de gran popularidad. Otro factor que contribuyó al éxito del catecismo fue el idioma en el cual se publicó. En vez de usar latín, Lutero decidió redactar sus catecismos en la lengua alemana.
4.- La confesión de Augsburgo (1530)
‘La confesión de Augsburgo’ fue compuesta por el brazo derecho de Lutero, a saber, Felipe Melanchthon. Se vio obligado a redactarla porque el emperador del Santo Imperio Romano, Carlos V, había convocado una asamblea con la esperanza de unificar su imperio ante el avance de las fuerzas turcas.
En esta confesión de 28 artículos, se resalta explícitamente la doctrina luterana tocante a la justificación por la fe: “Se enseña que no podemos lograr el perdón y la justicia delante de Dios por nuestro mérito, obra y satisfacción, sino que obtenemos el perdón del pecado y llegamos a ser justos delante de Dios por gracia, por causa de Cristo mediante la fe, si creemos que Cristo padeció por nosotros y por su causa se nos perdonan los pecados y se nos conceden la justicia y la vida eterna. Pues Dios ha de considerar e imputar esta fe como justicia delante de sí mismo como dice San Pablo en Romanos 3-4” (artículo 4).
No hay duda de que ‘La confesión de Augsburgo’ fue la confesión más importante de la primera generación de la Reforma.
5.- Instituciones (1536-59)
‘Las instituciones de la religión cristiana’, escritas por el refugiado francés Juan Calvino, es el libro más sobresaliente de la Reforma protestante. Interesantemente, Calvino basó su primera edición de ‘Las instituciones’ (1536) en ‘El catecismo menor’ de Lutero.
En la versión final del tomo (1559), el material se divide en cuatro grandes bloques siguiendo el hilo del ‘Credo apostólico’: el primer tomo se centra en Dios el Padre; el segundo en Dios el Hijo; el tercero en Dios el Espíritu; y el cuarto en la Iglesia.
‘Instituciones’ es el libro de la Reforma por excelencia donde los hallazgos de Lutero están explicados de una forma metódica, sistemática y con un gran espíritu pastoral. El tomo ha sido un libro de consuelo para los corazones de los creyentes desde hace casi quinientos años. Se trata de una auténtica joya ya que combina erudición exegética con espiritualidad evangélica.
6.- La confesión escocesa (1560)
Seis líderes evangélicos –bajo el liderazgo del reformador John Knox y todos llamados John- redactaron ‘La confesión escocesa’, documento que se convirtió en la base doctrinal de la recién nacida Iglesia de Escocia. Se divide en 25 artículos y destaca que la idea reformada de que la disciplina (además de la predicación de la Palabra y la celebración de los sacramentos) es una marca de la verdadera iglesia.
Encima, defiende el principio de la sola Scriptura en términos bien claros: “Afirmamos, por lo tanto, que aquellos que dicen que las Escrituras no tienen más autoridad que la recibida de la Iglesia, blasfeman contra Dios y son perjudiciales a la Iglesia verdadera, que siempre oye y obedece a la voz de su propio Esposo y Pastor, y no se atribuye el ser maestra o autoridad sobre las mismas” (artículo XIX).
7.- La confesión belga (1561)
Guido de Brés redactó ‘La confesión belga’ para las iglesias reformadas de los países bajos basándose en ‘La confesión galicana’ (1559). Empieza con la doctrina de Dios y acaba hablando sobre la escatología en cuestión de 37 artículos. En el Sínodo de Dort (1618-1619) se fijó el texto como autorizado y se declaró como obligatorio.
Como el caso de la confesión escocesa, la confesión belga indica que la disciplina eclesiástica ha de ser una de las marcas de una verdadera iglesia del Señor. “Los signos para conocer la Iglesia verdadera son estos: la predicación pura del Evangelio; la administración recta de los sacramentos, tal como fueron instituidos por Cristo; la aplicación de la disciplina cristiana, para castigar los pecados” (artículo 29).
8.- El catecismo de Heidelberg (1563)
‘El catecismo de Heidelberg’ es un documento profundamente pastoral escrito para consolar los corazones del pueblo de Dios. Su primera pregunta-respuesta revela algo de la ternura que caracteriza todo el catecismo. Pregunta: “¿Cuál es tu único consuelo tanto en la vida como en la muerte?”
Contesta diciendo: “Que yo, con cuerpo y alma, tanto en la vida como en la muerte, no me pertenezco a mí mismo, sino a mi fiel Salvador Jesucristo, que me libró del poder del diablo, satisfaciendo enteramente con su preciosa sangre por todos mis pecados, y me guarda de tal manera que sin la voluntad de mi Padre celestial ni un solo cabello de mi cabeza puede caer antes es necesario que todas las cosas sirvan para mi salvación. Por eso también me asegura, por su Espíritu Santo, la vida eterna y me hace pronto y aparejado para vivir en adelante según su santa voluntad”.
Además de su tono pastoral, el catecismo se trata de un escrito católico en el sentido puro de la palabra porque se dedica a exponer el Evangelio en base al ‘Credo apostólico’. En otras palabras, la tradición eclesial es útil en la medida en que esté en consonancia con la doctrina bíblica.
9.- Los 39 artículos (1563)
‘Los 39 artículos’ aluden a la declaración de fe de la Iglesia anglicana en Inglaterra. A pesar de que profese una soteriología calvinista, su eclesiología es episcopal, es decir, la iglesia local está sujeta al gobierno de un sacerdote, el cual está sujeto a un obispo. El obispo con más autoridad es el arzobispo de Canterbury, el cual es escogido directamente por el rey o la reina de Inglaterra.
El anglicanismo forma parte de la reforma magistral ya que reconoce el poder del Estado y anima a sus adeptos a “portar armas y servir en las guerras” según el mandato del magistrado (artículo 37). Rechaza a los protestantes radicales aseverando que, “Las riquezas de los cristianos no son comunes, en lo concerniente al derecho, título y posesiones de los mismos, como ciertamente los anabaptistas se jactan falsamente” (artículo 38).
10.-La confesión de fe de Westminster (1646)
Hasta el día de hoy, las tres formas de unidad (el catecismo de Heidelberg, la confesión belga y los cánones de Dort) siguen siendo consultados y usados en Europa continental. No obstante, en el mundo anglo-sajón, las iglesias reformadas tienden a emplear ‘La confesión de fe de Westminster’, ‘El catecismo mayor de Westminster’ y ‘El catecismo menor de Westminster’.
Además de ofrecer una interpretación presbiteriana de la eclesiología, los escritos de Westminster (del siglo XVII) son manifiestamente más escolásticos que las confesiones y catecismos redactados a lo largo del siglo XVI. Tanto los congregacionalistas como los bautistas modificaron ‘La confesión de Westminster’ para que fuese más afín a sus respectivas creencias eclesiológicas.
Con todo, juntamente con el Catecismo de Heidelberg, los documentos de Westminster son los textos confesionales más conocidos del mundo protestante.
Conclusión
Para acabar, entonces, os lanzo un desafío: ¿por qué no empezar a leer los escritos nombrados para aprender más sobre nuestro pasado evangélico? Podríais leer todos los textos en una sola tarde (menos ‘Las instituciones’ de Calvino y ‘La voluntad determinada’ de Lutero, a no ser que tengáis una voluntad muy –pero muy, muy- determinada).
Dada la gran indiferencia doctrinal que predomina en el mundo evangélico (posmoderno) actual, haríamos bien en avivar el arte de la lectura confesional. El cristianismo es una fe dogmática y para estar firmes en la fe, hacen falta textos teológicos que nos instruyen bien en las grandes doctrinas de la bendita Palabra de Dios. Creemos en la verdad. ¡Y creemos que importa!
Gracias a Dios, la mayoría de los textos se pueden conseguir gratis online. Pero también está bien invertir dinero en casas editoriales cristianas para que sigan adelante en su labor. Los textos recomendados son:
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