El numero de creyentes de procedencia musulmana ha aumentado radicalmente en el Cuerno de África, a pesar del alto precio que conlleva la decisión de dejar el islam para seguir a Cristo de todo corazón.
El numero de creyentes de procedencia musulmana ha aumentado radicalmente en el Cuerno de África, a pesar del alto precio que conlleva la decisión de dejar el islam para seguir a Cristo de todo corazón. Recientemente, trabajadores de Puertas Abiertas visitaron esta zona para pasar algún tiempo con los creyentes perseguidos y encontrarse con uno de ellos llamado Awel*.
Es delgado. Su larguirucho cuerpo está cubierto por ropas típicas de su país muy desgastadas y sus zapatos parecen haber andado como mil kilómetro, pero Awel es muy feliz y nos saluda con ímpetu con la única palabra en inglés que sabe, mientras señala con su dedo al cielo: “Jesús!”. En las horas siguientes que pasamos con él, nos quedó claro que Jesús es la respuesta a cada situación en su vida. Jesús es su gozo, su paz y su gratitud.
Awel procede de una zona remota en el cuerno de África y fue el imán principal de su mezquita durante cerca de siete años. Su vida se volvió bastante difícil cuando contrajo una enfermedad que afectaba a sus órganos, por lo que tuvo que estar ingresado. En el hospital tomó varias medicinas para tratar su enfermedad, aunque también probó medicinas y rituales ancestrales musulmanes a menudo. A pesar de todo, estaba seguro de que la situación no podía mejorar.
En su último día en el hospital, algunos cristianos le despertaron y dijeron que había una solución para su enfermedad. Le hablaron sobre Jesús y su Palabra y le dijeron que Él era el gran sanador. Oraron por su salvación y sanidad y, tan pronto como terminaron, Awel sintió que el dolor desaparecía.
La sanidad no solo fue física. “Después de orar por mí, algo en mi interior cambió. Aquella misma noche tuve una visión en la que un hombre grandioso como un león, pero más hermoso que cualquier ser humano, vino de los cielos y me dijo ‘soy Jesús y soy paz‘”, aseguró Awel. Cuando le dijo a los cristianos que quería seguir a Jesús, lo llevaron a su pastor para que le enseñara las bases de la fe y se preparara para la persecución que vendría.
Awel estaba convencido y decidió hablarlo con su mujer, que le esperaba en su pueblo, situado a siete horas a pie de donde le trataron. “Escucha, esposa mía, hemos estado gastando mucho por mi enfermedad y hemos tenido grandes problemas por falta de una solución, pero ya la tengo. Algunos cristianos me hablaron del poder sanador de Jesucristo, oraron por mí y ahora no siento dolor. Estoy sano. ¿Qué te parece?”, afirmó. Conmovida por el milagro, su esposa también quiso seguir a Jesús. Así, toda la familia andó durante siete horas hasta llegar a la iglesia en la ciudad y allí se quedaron durante un mes con el pastor para ser discipulados.
Los hermanos y la comunidad de Awel no sabían qué había pasado con la familia y denunciaron su desaparición. Más tarde, la policía le encontró y les comunicó el lugar en el que estaba. Se pusieron furiosos y fueron a buscarlo. Lo capturaron, le ataron las manos a la espalda y lo llevaron a la policía. Les dijeron que Awel estaba loco, cosa que negó, pero sus hermanos empezaron a pegarle y a gritarle para que se callara. Le pusieron un saco de veinte kilos en sus hombros y le hicieron andar de vuelta a casa con sus manos atadas a la espalda durante siete horas, pegándole continuamente. Al llegar, tenía la muñeca rota.
Awel no se avergüenza al sincerarse sobre el trastorno, el sufrimiento y la humillación que sufrió en lo profundo de su ser. En aquellos momentos de severa persecución, tuvo dudas y pensó en volver al islam, pero recordó su curación milagrosa y le confesó aquellos pensamientos al Señor. Por desgracia, su esposa no soportó la presión constante y le pidió a su marido volver al islam. Al negarse, ella le abandonó y se llevó a sus hijos y la mayoría de sus posesiones.
Tras este varapalo, Awel observó en silencio y con el corazón roto cómo se marchaba su familia. Incluso cuando habla de estos tristes sucesos, hay un gozo que no puede contener. A pesar de todo, meditó sobre su persecución y llegó a la conclusión de que no es accidental ni motivo para rebelarse contra Dios. Según él, “Dios es bueno en todas las cosas. Yo perdí mucho: mi esposa, mis hijos y mi propiedad, y aún hoy sigue habiendo mucha persecución, pero soy feliz gozándome en Cristo. Todas las cosas que he perdido son de este mundo, pero mi regocijo está en los cielos, en lo eterno”.
Awel ha recibido ayuda de las iglesias de alrededor de su pueblo para pagar los gastos del hospital y para sus necesidades. Hermanos de tierras lejanas (Puertas Abiertas de Australia, EEUU e Irlanda del Norte) lo hemos visitado y le estamos ayudando a empezar una granja y recuperar su vida de nuevo.
Un visitante australiano le regaló un llavero con un koala como recordatorio de las oraciones por él. Lo agradeció, pero pensó que era un oso que no estaba bien hecho, ya que nunca había visto ninguno. No obstante, al ver las fotos de koalas reales en los teléfonos vio que eran iguales al del llavero y se puso contento al comprender que habíamos viajado desde allí para estar con él.
“Como dije antes, Jesús me sanó físicamente, pero la sanidad más importante no es la física. Nos pueden curar en un hospital, pero la sanidad más maravillosa es la del alma. La salvación nos ha unido, a vosotros de tierras lejanas del extranjero, y a nosotros… ¡Esto es maravilloso!”, declaró Awel.
La ayuda que recibió de cerca y de lejos era algo que no se esperaba, pero la idea de encontrarse con seguidores de Jesús de lugares tan lejanos le pareció absolutamente asombrosa y un gran privilegio, aunque no es consciente de que el privilegio es todo nuestro.
Ante casos como el de Awel, que es una viva muestra de las dificultades que pasan los cristianos en diferentes zonas del mundo, Puertas Abiertas se ha implicado en la iniciativa Giving Tuesday. Se trata de una plataforma que quiere impulsar las buenas acciones creando un día especial para ello, que será el martes 29 de noviembre. Puertas Abiertas cree que las buenas acciones pueden cambiar el mundo, y es por ello que está recaudando fondos para ayudar y apoyar a personas que, como Awel, quieren seguir los caminos de Dios, a pesar de los obstáculos que puedan sufrir.
Puedes encontrar más información visitando nuestro proyecto de "Cristianos clandestinos" en GivingTuesday.
*Nombre cambiado por razones de seguridad.
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