¿Hasta qué punto conoces al reformador alemán, Martín Lutero?
Estamos en las vísperas del gran día de la Reforma (31 de octubre) y una vez más volvemos a reflexionar sobre uno de los predicadores más destacados de la historia de la Iglesia de Cristo, Martín Lutero (1483-1546), el llamado “volcán de Dios”.
Hoy vamos a nombrar diez cosas que (probablemente) no sabías sobre el campeón de la fe evangélica.
¡A disfrutar!
1.- Lutero oró a santa Ana
Hoy día casi todo el mundo sabe que Lutero era monje agustiniano. No obstante, no suelen saber la razón por la cual entró en el monasterio. Antes de ser teólogo, Lutero –siguiendo los órdenes de su padre- era estudiante de Derecho. Pero un día en el 1505 el joven Martín se encontró en medio de una tormenta violenta y exclamó en voz alta: “Ayúdame, Santa Ana; me voy a hacer monje”. El gran profeta del protestantismo cumplió su promesa, dedicándose a la vida monástica.
2.- Lutero no quiso escandalizar a nadie con sus 95 tesis
Como regla general pensamos que Lutero clavó las 95 tesis a la puerta de la iglesia de Wittenberg para condenar al Papa Leo X e inaugurar una revolución evangélica al estilo marxista. ¡Nada más lejos de la verdad! En aquel entonces, el acto de clavar las tesis era sencillamente una manera de invitar a otros profesores a un debate público.
Explica el historiador Kenneth Scott Latourette que la puerta de la iglesia servía “como una especie de tablero de noticias de la universidad […] En los círculos académicos esto fue un proceder normal para obtener una discusión”.1
Para nada quiso Lutero salir de la Iglesia Romana. De hecho, la doctrina de sus 95 tesis es conservadora y pro-papal. En palabras de nuestro compañero César Vidal, “Las 95 tesis eran un escrito profundamente católico e impregnado de una encomiable preocupación por el pueblo de Dios y la imagen de la jerarquía ante éste”.2
3.- Lutero quemó una bula papal
Cuando Leo X se enteró de lo que el joven Lutero había dicho en la famosa Disputa de Leipzig (1519) contra John Eck, se enfadó y decidió censurar al monje mediante la bula papal ‘Exsurge Domine’ que empezó con: “Levántate, Señor, y juzga tu causa. Un jabalí ha invadido tu viña” (junio 1520). Inesperadamente, el jabalí en cuestión optó por quemar la bula públicamente seis meses más tarde. ¡Pobre bula! Al Papa no le quedó remedio que excomulgar a Lutero de la Iglesia Católica Romana de manera oficial el día 3 de enero 1521.
4.- Lutero sobrevivió gracias Federico de Sajonia
Si no fuese por Federico el Sabio, Martín Lutero no habría durado ni dos minutos con vida. Providencialmente, Federico era uno de los siete hombres más importantes del Santo Imperio Romano y por lo tanto, nadie se atrevía a meterse con él (¡ni Leo X ni Carlos V!) Lutero era la estrella de la nueva universidad que Federico había construido en Wittenberg y su jefe no le iba a soltar fácilmente.
De hecho, fueron los hombres de Federico los que secuestraron a Lutero después de la Dieta de Worms (1521) porque Federico temía que los seguidores del Papa le fuesen a linchar (y seguramente matar).
5.- Lutero era un académico popular ¡y gracioso!
Aunque Lutero dominase el latín, escogió escribir un gran número de sus obras en alemán para que el pueblo común y corriente lo pudiese entender. El reformador era capaz de hablar en el lenguaje del pueblo, transmitiendo conceptos teológicos con ilustraciones sencillas.
Otro factor que ayudó a Lutero fue su sentido de humor. Comenta John Piper, “Esto lo hace mucho más interesante y atrayente como persona que Calvino, pero también mucho más volátil y ofensivo, según el lado de la broma en el que se encuentra uno. No nos podemos imaginar hoy (por mucho que nos gustaría poder hacerlo) a un profesor de universidad haciendo teología de la manera que la hizo Lutero”.3
Además de graciosos, sus escritos son fogosos y vehementes, saturados de energía. Lutero mismo confesó que, “Acepto que soy más vehemente de lo que debería ser, pero me tengo que enfrentar con hombres que blasfeman de la verdad evangélica”.4 Sus insultos, su sentido de humor y sus libros en alemán lo convirtieron en un héroe con la gente de la calle.
6.- Lutero se opuso a Erasmo
Lutero tenía dos enemigos filosóficos: uno difunto, el otro vivo. El difunto era Aristóteles. Y el vivo era Erasmo, el erudito más famoso de su generación. Lutero no aguantaba a Erasmo por la simple razón de que el holandés sólo aspiraba a una renovación moral dentro del Catolicismo, es decir, una especie de limpieza exterior.
Lutero, sin embargo, hizo hincapié en la doctrina. Quería cavar a fondo para encontrar las raíces de la desviación romana. Poco a poco, Lutero llegó a la conclusión de que Roma estaba predicando otro Evangelio. Por esta razón, el alemán pasó olímpicamente del tema ético animando a sus seguidores a recuperar la teología paulina y su formulación del Evangelio apostólico: ¡justificación por la sola fe en Jesucristo! Erasmo quería una reforma moral; Lutero deseaba una reforma doctrinal.5
7.- Lutero era un hombre de familia
Cuando Lutero se dio cuenta de que las Escrituras no prohíben que los ministros se casen, tomó para sí una monja llamada Catalina de Bora (1499-1552), o, en palabras del reformador alemán, “Señora Caty”. La señora tenía quince años menos que Martín (el cual se casó con sus 41 años) y los dos disfrutaron de un matrimonio bendecido gracias a su amor mutuo. Dijo Lutero: “En los asuntos domésticos, delego en Katie. En todo lo demás, me guía el Espíritu Santo”.
Solían invitar a sus amigos y a los estudiantes de Martín a comer en casa. Daban vueltas e iban a pescar juntos. Se dice, por cierto, que Catalina era una experta en hacer cerveza casera.
Citemos de nuevo a Latourette, “Lutero subraya la importancia de la familia. Cooperó para lograr el casamiento de monjas que habían abandonado la vida de claustro, y él mismo se casó con una de ellas, Catalina [de] Bora. El suyo fue un hogar feliz. En él le nacieron varios hijos, y a su mesa se reunían numerosos estudiantes, los cuales, con admiración, apuntaron su ‘Charla de mesa’. En ello asentó un precedente para la clase de ‘pastoreo’, hogar de pastor, que se hizo característico del protestantismo”.6
Martín y Catalina engendraron a tres hijos varones y dos niñas (aunque las dos niñas murieron siendo muy pequeñitas) y tenían un perro como mascota. Los dos se amaron entrañablemente hasta el fin y la señora Catalina se murió seis años después de su príncipe.
8.- Lutero fue azotado por la enfermedad
La vida de Lutero fue una larga pelea contra toda clase de enfermedad. Además de tener un sinfín de enemigos políticamente poderosos como el Papa y el Emperador y de luchar contra fuerzas espirituales, Lutero llegó a conocer la debilidad de su propio cuerpo.
“Sufrió de unos cálculos nefríticos insoportables y de dolores de cabeza con zumbidos e infecciones en los oídos, además de un estreñimiento y unas hemorroides que lo dejaban incapacitado”. Escribió en una ocasión: “Por poco me muero, y ahora, bañado en sangre, no puedo hallar paz. La herida que se tomó cuatro días en sanar, se abre de nuevo inmediatamente”.7
A través de semejante sufrimiento, Lutero consiguió dedicarse al ministerio de la predicación y enseñanza de la Palabra. Aprendió la lección que el Señor enseñó a Pablo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9).
9.- Lutero creyó en la presencia real
Aunque Lutero negase que los elementos del pan y vino literalmente se conviertan en el cuerpo y sangre de Cristo respectivamente, sí afirmó que hay una presencia real de Cristo en la celebración de la Eucaristía.
Uno de los asuntos más discutidos en los primeros años de la Reforma fue la cena del Señor. Lutero y Zuinglio (el reformador de Zúrich) se dividieron sobre este tema en 1529. Donde Lutero creía que Cristo estuvo presente “en, con y por debajo de” los elementos; Zuinglio enseñó que la cena del Señor no es nada sino un evento conmemorativo para edificar a los santos.
Según el teólogo reformado Luis Berkhof: “Los luteranos sostienen que aun cuando el pan y el vino permanecen tal como son, la persona entera de Cristo, con su cuerpo y sangre están presentes en, bajo y juntamente con tales elementos. Cuando Cristo tenía el pan en su mano, sostenía su cuerpo juntamente, y por lo tanto podía decir: ‘Esto es mi cuerpo’. Todo aquel que recibe el pan recibe el cuerpo de Cristo, sea creyente o no.
Esta doctrina aventaja no mucho a la doctrina católica-romana, y atribuye las palabras de Jesús el significado poco natural de ‘esto acompaña mi cuerpo’. Además, requiere la noción imposible de que el cuerpo, no solamente el espíritu de Cristo, es omnipresente”.8
Hoy, como regla general, la mayoría de los protestantes comparten un entendimiento o calvinista o zuingliano de la cena del Señor. La postura calvinista reconoce una presencia ‘espiritual’ de Cristo en la celebración donde la zuingliana, algo más radical, asevera que es solamente un acto de conmemoración humana sin ningún tipo de presencia (sea física o espiritual).
10.- Lutero metió la pata
No hay duda de que Lutero no era un hombre perfecto. ¿Quién lo es sino el Salvador? Pero una de las horas más oscuras en la vida del reformador ocurrió cuando aconsejó “una buena mentira fuerte” en el caso de la bigamia del príncipe Felipe de Hesse (1504-67).
Felipe, a pesar de haber engendrado a siete hijos con su mujer, no se sintió sexualmente satisfecho. Era promiscuo y quería una segunda esposa para no seguir fornicando con otras mujeres. Tanto Lutero como sus dos compañeros de ministerio Felipe Melanchthon y Martín Bucer aprobaron la petición de Felipe.
“Lutero era contrario al divorcio y creía que la monogamia era la clase de matrimonio que Cristo aprobaba, pero citó como precedente los casos de poligamia entre los patriarcas del Antiguo Testamento. Aconsejó que el segundo matrimonio fuese callado, por ser la bigamia contra la ley de la tierra. El casamiento fue oficiado por un preciador de la corte, y cuando la noticia se divulgó, Lutero aconsejó ‘una buena mentira fuerte’”.9
El caso de Felipe de Hesse (1540) escandalizó tanto a católicos como protestantes e hizo que la causa de la Reforma cayese en descrédito. ¡Menos mal que los protestantes no creen en la infalibilidad de Lutero!
Conclusión
Con todo, podemos agradecer a Dios por el ministerio del predicador Martín Lutero sin tapar el lado oscuro de su vida. ¡Qué su pasión por el Evangelio corra por la península ibérica y más allá en nuestra generación! El Señor levante a 100.000 jabalís más como él…
¡Feliz Día de la Reforma, amados lectores! ¡Sola Scriptura! ¡Sola gratia! ¡Solus Christus! ¡Sola fide! ¡Soli Deo gloria!
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