Cualquier progreso que sea sólo técnico –y no del hombre integral para el hombre integral- será un trayecto desviado que debe desandarse.
Si yo fuera… un político, ante un 26J, lo mío sería detenerme y denunciar las causas de tanta confusión ideológica. Denunciar la actitud de los Estados que establecen la rentabilidad de las inversiones a través de la congelación salarial, detenerme en el derroche que significa el sostén de los poderes sindicales ¡pues a ver, si estos tuvieran que sostenerse de los ingresos de sus militantes, como se sostienen la mayoría de las Iglesias Evangélicas!, dónde quedarían sus programas. Denunciar una legislación que impone una fiscalidad favorecedora del capital, de ciertas empresas, también de los grupos de mayores ingresos; que promueven un aumento de productividad basado en la renovación tecnológica en sacrificio del empleado y el trabajador. Denunciar unos presupuestos económicos que acrecientan los gastos políticos, de asesorías de mil minucias, y sedes burocráticas exteriores, a costa de los sociales; que fomentan, con pretexto de libertad y progreso comercial y de mercado, la instalación de las multinacionales, que no poco perjudican a los clásicos y familiares negocios. Pero como no lo soy, lo mío no es detenerme en las contradicciones: llamar progresistas regeneracionistas a sectores caracterizados por la conservación de privilegios de clase o de casta; llamar socialdemocracia a un sistema que reduce el nivel de vida de la mayoría; definirse como los portadores izquierdistas del bienestar para todos, cuando ningún sistema soviético ha producido realmente riqueza para todos o recordar que ahora se cumple el 10º aniversario del comienzo de corrupciones y blanqueo de dinero, y que desde entonces –sin mencionar cada horribulus brote- no hay año, en que no se descubran nuevos escándalos.
Pero “Desde el Corazón” sí es lo mío mirar hacia un futuro en que, pese a promesas, pactos, programas y demagogias, crecerá el número de los sin hogar y sin casa -que no es lo mismo-, de los tirados por las calles, que deambulan (de ahí vagabundus: andar errantes), sin oficio ni beneficio, con su ajuar y su alma a las espaldas. Sí, es cosa mía, y creo de todos los cristianos, procurar que una clara bofetada (las urnas dan una opción) al rostro de una sociedad maquillada e hipócrita llegue lo más derecha y eficazmente a su destino. Porque cualquier progreso que sea sólo técnico –y no del hombre integral para el hombre integral- será un trayecto desviado que debe desandarse, pues cuanto más avance por el camino equivocado más se alejará de su meta verdadera.
Hablo de una clase social atribulada, empobrecida, abandonada -excepto en época de elecciones- por los artífices del arte del discurso político. Hablo de parados, de arrinconados, de enfermos que tienen que esperar meses para una necesaria operación, de dependientes.
Hablo de una edad a la que cierta sociedad le ha colocado el cartel de que ya no pueden hacer nada. Me refiero también a quienes andan errantes buscando un trabajo, que recorren la “piel de toro” llevando su paisaje del Sur al Norte y del Levante a las Castillas. Yendo surcando tierras como caracoles humillados, llevando su carga a cuestas, con toda la fatiga de este mundo. Y mientras, hay que oír que van a venir a salvarnos unos elegidos, que sin ruborizarse gastan millones en cenas, del dinero para registrados cursillos que no se hicieron, o para dialogar sobre cómo luchar contra el hambre, o prometer que en breve se nos subirán las pensiones y rebajarán los impuestos.
¿Seguiremos diciendo que está bien todo, y que la mayor parte de cuanto vemos nos agrada y que vivimos en el mejor organizado de los planetas, acompañados y gozosos? ¿No caeremos en la cuenta, que en este mundo Occidental se puede elegir sin problemas a quienes no han trabajado nunca, más que en política, gays, lesbianas, playboys, para que dirijan asuntos políticos, pero no a cristianos que se declaren comprometidos con la fe? ¿Va a sorprendernos un día que la autoridad municipal clausure el Museo del Prado porque tiene demasiado arte religioso?
“Desde el Corazón” yo sí debo hablar de ser digno portador de esperanza. De que la “Buena Noticia” del Reino de Dios proclamado por Jesús y su trayectoria profética es la alternativa para captar, en medio de tantos motivos para el abatimiento y miedo al futuro, mensaje de esperanzas.
El sistema que nos presentan tantos profesionales de la política, y que produce tantos “vagabundus”, es incapaz de corregirse. El capitalismo neoliberal que nos tiene atrapados no tiene en su interior capacidad para cambiar el rumbo, ni siquiera para limitar sus efectos destructores. Las crisis como están desenmascarando, seguirán cada vez con más crudeza demostrando la irracionalidad del sistema. No soy ajeno a ver también que entre los creyentes y no pocos increyentes, crece la preocupación por las víctimas inocentes, por los “vagabundus” no voluntarios. ¿Y qué ocurriría entre nosotros si los que seguimos a Jesús, nuestras comunidades cristianas en España escucháramos con fe, audacia y responsabilidad la llamada de Jesús a introducir el amor, la justicia y la compasión en la crisis?
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