‘Ecología y cambio climático. Una reflexión cristiana’, ayuda a a tomar conciencia de lo peligroso que pueden ser los desequilibrios ecológicos para nuestra supervivencia.
Teniendo en cuenta que la humanidad se enfrenta a importantes problemas ambientales que, según los expertos, pueden tener graves consecuencias en el futuro, resulta alentadora la publicación del libro Ecología y cambio climático. Una reflexión cristiana, de la autoría de Miguel J. Wickham Redman y Terence-Pablo Wickham y publicado bajo los auspicios de Publicaciones Andamio, el CEFB y la Alianza Evangélica Española. Ambos nos demuestran su preocupación por un tema de gran relevancia para todos los pobladores del planeta Tierra, donde, sin embargo, muchos permanecen indiferentes. Lo mismo podemos decir de nuestro ámbito evangélico que recién comienza a despertar, como dice René Padilla en el prólogo de este libro: “… con contadas excepciones -entre las cuales cabe destacar el ministerio de “A Rocha” (una entidad ambiental internacional fundada en Portugal en 1983 y registrada en Inglaterra)- en el movimiento evangélico hemos sido lerdos en ocuparnos de este tema”.
Sí, se empieza a tomar conciencia de lo peligroso que pueden ser los desequilibrios ecológicos para nuestra supervivencia. Los cristianos empiezan a buscar las causas y consecuencias de los mismos en la Biblia. Incluso se buscan a la luz de la Palabra posible soluciones para paliar esta situación.
Dicen los autores que las personas se hacen preguntas sobre quiénes son los culpables del deterioro medio ambiental, tales como: Si es una gran conspiración de la izquierda, los rojos, que se disfrazan de verdes intentando minar el sistema liberal económico predominante… O si tienen razón los escépticos que es una gran conspiración para beneficiar la industria verde. O si es resultado de la intervención humana o resultado de causas naturales.
¿Dónde está la verdad? Informes de la NASA de enero de 2011 parecen confirmar que el calentamiento es verdadero y que podemos ver sus efectos. En el libro nos muestran gráficos y datos para afirmar que “nunca el nivel de CO2 ha sido tan alto en los últimos 650.000 años”.
Y mientras seguimos leyendo, nos encontramos con la opinión de los científicos honestos que dicen que nunca antes la humanidad se ha enfrentado con una crisis ambiental de la magnitud del cambio climático y que la temperatura media de la superficie terrestre ya ha subido más de 0,74 ºC entre 1906 y 2005, y sigue subiendo.
Es alarmante ver cómo el debate continúa y no se llegan a acuerdos; más bien continúa la resistencia de los Estados Unidos a limitar y reducir las emisiones de gases. Gracias a este país, el protocolo de Kyoto, donde los países firmantes se comprometieron a reducir la emisión de sus gases hasta los niveles de 1990, como dicen los autores, “se ha quedado cojo”.
¿Qué hacer? Contundente es la afirmación de los autores al decir: “Esperamos que este libro despierte una nueva conciencia, especialmente en los jóvenes. Los mayores no hemos dado importancia al mandato de mayordomía que nos ha sido encomendado”.
Se dedica un capítulo a establecer una base bíblica sobre la responsabilidad cristiana sobre la Creación con respecto a la crisis ecológica.
Y es que en Génesis 1:28 dice: Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Pero nos preguntamos si el hombre ha entendido bien que lo que Dios le dijo fue que fuéramos buenos administradores de lo que él daba, que podíamos hacer buen uso de todo, pero que no éramos los dueños y que teníamos que cuidar muy mucho de lo que se nos entregaba.
Cuando leemos datos de las consecuencias del calentamiento acelerado de la temperatura de la tierra como cambios en las estaciones, deshielo de los glaciares, desaparición del hielo polar, incremento de las epidemias e incendios forestales, etc., nos damos cuenta de que el hombre no ha cumplido exactamente lo que Dios le pidió.
Además, entendemos a la luz de lo que nos dicen los autores, que la avaricia del hombre ha generado consecuencias nefastas en el ámbito económico y social. Equivocadamente ha pensado y defendido que es el progreso económico lo que garantiza el bienestar de los seres humanos.
Algunos estudiosos destacados piensan que el cristianismo es el causante del problema generador de una actitud equivocada hacia el medioambiente. Como leemos en el libro, se admite que en parte tienen razón en estas acusaciones, si por cristianismo entendemos la cristiandad en general, siempre demasiado aliada con el poder secular y los intereses económicos prevalecientes, pero que no es justo plantear este asunto de manera tan radical.
En realidad, la culpa no es del cristianismo sino de la inadecuada interpretación de la Palabra. Lo que ha pasado como dicen los autores es que nos hemos distanciado de la responsabilidad que Dios nos dio en Génesis 1.
Si bien todo el problema empezó con la caída del hombre, la solución de ello debía darse por una restauración del mismo, lo cual se hizo por medio de un segundo Adán: Jesucristo. Como nos dicen: “Ningún otro ser humano ha tenido una relación tan perfecta con la Creación, tanto con los animales y plantas como con los hombres, entre los cuales se movía con una naturalidad, una sencillez y un amor que nos conmueven”. “Sus intervenciones milagrosas, atestiguadas en los Evangelios, muestran su poder sobre la creación para calmar tempestades, multiplicar vino, panes y peces, y sanar cuerpos y mentes. Demostró asimismo, su cuidado por las cosas pequeñas: las florecillas del campo, que duran un solo día, los gorriones, las aves y sus crías, etc.”.
Todo esto contradice la postura de algunos cristianos que, sobrecogidos por las críticas o por la apatía, no encuentran ninguna respuesta en la Biblia.
Pero hay un despertar y lo vemos materializado en este libro que en sus cinco capítulos nos revelan información científica así como bases bíblicas para hacernos ver que somos responsables de la Creación y de todo lo que está pasando con ésta. Estamos implicados. Por ello, también los autores nos llevan a reflexionar acerca de cómo llevar un estilo de vida acorde con todo lo que Dios nos enseña a la luz de su Palabra.
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