Recupera aquella fe y aquel gozo tal vez un tanto diluidos por el paso del tiempo, échate en los brazos del Eterno una vez más.
“La tristeza te hace retroceder, la preocupación te hace frenar y la fe te hace caminar con la frente en alto”
Me encanta echar la vista atrás y recordar cosas hermosas. Todavía recuerdo con mucha intensidad y cariño mis maravillosos veranos en casa de mis abuelos…… Eso de las vacaciones era fantástico y el hecho de pasarme mas de dos meses en uno de los lugares más maravillosos del Universo, todavía sigue muy vivo dentro de mi corazón.
Nunca fui una niña pasiva o aburrida; mi capacidad de inventiva, de observación, de curiosidad por todo no tenía límites….. Creo qué eso es una constante en mi vida hasta el día de hoy. Y desde que era chiquita quería mirarlo todo, alcanzarlo todo, inventar juegos nuevos…….
¡¡Pobre abuela mía!! No sé cómo no le dio un infarto por mi causa… Me encantaba meterme en aquel precioso jardín lleno de las más maravillosas flores y toda la mezcla de colores y olores. Era especialista en “pillarle” las flores más escogidas para luego escuchar los más que justificados gritos y regañinas de mi abuela y había algo que, supongo que a todas las niñas del mundo les gusta jugar…. Jugar a las chicas…. Para ello iba a los geranios de colores vivos como el fucsia o el rojo Chanel, arrancaba una a una diez hojitas que pasaba por mi lengüita y saliva y me las pegaba en cada uña de mis manitas.. … ¡Ahhhhhhhhhhh! Eso era maravilloso y luego lo conjuntaba con algunas flores colgantes en el mismo tono, que me ponía en mis orejitas… Aquello no tenía parangón con nada en este mundo, me sentía como “La reina de los mares”. Pero también había otros juegos maravillosos y un tanto peligrosos como el trepar a lo más alto de los árboles, subir al tejado o casi meterme adentro de aquel maravilloso pozo. Observaba muy bien como era la recogida de la fruta, un muchacho se subía a una escalera muy alta que arrimaba al árbol y trepaba por sus ramas y su precioso follaje hasta llegar a la deliciosa fruta que movía con una especie de palo muy largo hasta que la hacía caer abajo….. ¡Era toda una especie de ritual maravilloso!
Cuando nadie me veía yo intentaba hacer lo mismo, me moría por trepar a lo más alto del árbol y pasar tiempo escondida entre su hermoso follaje sin ser consciente del enorme peligro que corría. También subía a escondidas al tejado… En ocasiones pienso que estoy viva por la pura Gracia del Señor y algo que me encantaba era ir al pozo, un pozo grande y hermoso que, en ocasiones, estaba menos lleno de agua; pero en esta tierra mía donde el agua está por todos lados, muchas veces casi se podía tocar con la mano, pero yo era chiquita y mi mano también; así que me inclinaba más y más hacía adentro……… Me encantaba ir allí con la luz del mediodía brillando sobre mi y ver mi propio rostro reflejado en el agua. Pero todavía me gustaba más ir en la noche y poder ver la luna reflejado en aquel pozo, aquello era una experiencia increíble, simplemente increíble…….
Hubo un hombre que también era chiquito, igual que yo, pero con mucha más edad. Era exactamente igual de curioso y temerario que aquella niñita que aún conservo viva dentro de mi. Sólo que su vida era muchísimo más complicada.
Se llamaba Zaqueo y era recaudador de impuestos, era publicano en tierra de Jericó y…… Un tanto ladronzuelo entre otra cosillas, que hacían que no fuera demasiado bien visto por el pueblo. Creo que su vida no le satisfacía ni lo más mínimo y todo aquel dinero que atesoraba no podía llenar su corazón en el que intuyo soledad, tristeza, vacío… Pero oyó hablar de Jesús y se moría por verle; aunque, por un lado sentía una profunda vergüenza, no quería ser visto. Y, por otro lado se encontraba con el problema de su estatura. Pero su profunda necesidad y su buen ingenio le dieron una idea fulgurante, subir a un árbol que no fuera muy alto, igual que él mismo, un sicómoro. ¡Qué buena idea! Así nadie le vería, ni el propio Jesús ¡Pobre e ingenuo Zaqueo! No sabía qué Jesús era Hombre, pero también era Dios y que nada permanece oculto para Él.
Llegó el tan esperado momento y encaramado entre la multitud, el listillo de Zaqueo subió a lo más alto del árbol. Su necesidad era demasiado grande como para tener miedo, se lo tragó y trepó hasta la rama más alta.
El lugar comenzó a llenarse de gente, toda una multitud para la que aquel hombre no demasiado bien visto, pasaba totalmente inadvertido. Para todos menos para uno, justamente el que él necesitaba.
Cuando Jesús llegó al borde de aquél pequeño árbol, miró hacía arriba y dijo con fuerza a la vez que con dulzura, “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa”. Sigue diciendo la Escritura que a Zaqueo le importó demasiado poco el asombro y las murmuraciones de toda aquella multitud. Simplemente descendió aprisa y la restauración de su vida y todo lo suyo fue increíble y maravillosa. Se había topado, con Aquel que conocía perfectamente cada una de sus necesidades y su vida cambió por completo. Por supuestísimo qué Jesús le tapó a todos la boca con Su bendita autoridad diciendo… “Hoy ha venido la salvación a esta casa…… Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”
Podría terminar aquí y quedarme tan contenta, a través de una serie de recuerdos de infancia y similitudes con la preciosa historia de Zaqueo, he llegado al punto al que quería, tan sencillo como predicar el mensaje del Evangelio una vez más.
Pero quiero hablarte a ti ¡Sí! a ti que eres cristiano, que eres creyente, y que ya tuviste el gran encuentro con Jesús, tal vez un día ya lejano en el recuerdo y estás igual que Zaqueo, subido en lo más alto de tu propio árbol.
Y cuando hablo esto, me miro a mi misma la primera…. Puede qué el precioso follaje de nuestro árbol nos impida muchas cosas. Tal vez nuestro propio orgullo haga que nos olvidemos quien es el ADMIRABLE CONSEJERO de nuestras vidas, cuando nos encontramos ante una encrucijada profunda de nuestro caminar.
También puede ser que toda la ansiedad que nos envuelve, nos haga olvidar que somos hijos del PRÍNCIPE DE PAZ.
O qué nuestros miedos internos, soledad o tristeza, hagan que no recordemos que seguimos siendo hijos del PADRE ETERNO que nos tiene sostenidos, agarrados y escondidos entre Sus maravillosos brazos de amor.
Quizá puede ocurrir que cualquier circunstancia que nos intimide, produzca en nosotros el olvidar que pertenecemos a un DIOS FUERTE y podría seguir fuera de Isaías y nombrar tantas cosas maravillosas que tenemos y que olvidamos con tanta frecuencia como…… EL PAN DE VIDA, LA FUENTE VIVA que calman todas las necesidades profundas de nuestro ser………
Hay un Himno muy antiguo que aprendí siendo chiquita que dice en una de sus partes….
Por mucho tiempo yo vagué sediento,
Sin encontrar feliz satisfacción.
Mas cuando a Cristo vine en mi tormento,
En Él hallé respuesta a mi clamor.
He descubierto la Fuente Viva
Donde mi ser halló satisfacción,
Desde el Calvario, fluye y da vida
¡¡Fuente preciosa de la Salvación!!
¿Lo has olvidado? Pues vuelve a trepar a lo más alto del árbol y mira bien hacía arriba, recupera aquella fe y aquel gozo tal vez un tanto diluidos por el paso del tiempo, échate en los brazos del Eterno una vez más, sumérgete nuevamente en toda la preciosa Fuente de Aguas Vivas y podrás recuperar la más maravillosa satisfacción.
Beatriz Garrido.
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