Analizamos las razones por las que el protestantismo contemporáneo tiene que avivar el uso de los catecismos y confesiones de fe.
Hace 360 años, esta misma semana varios amigos ministeriales de Richard Baxter se reunieron para orar. Querían orar el día 4 de diciembre, 1655 por tres razones.
Primero, para pedirle perdón al Señor por no instruir bien a su pueblo. Segundo, para pedir la ayuda divina para enseñar bien a la iglesia. Tercero, para pedir que su obra de enseñanza tuviese éxito entre sus congregaciones.
Los ministros estuvieron de acuerdo en que la mejor forma de enseñar a sus rebaños sería a través de catecismos, esto es, una forma de estudio doctrinal mediante preguntas y respuestas.
En nuestros días cuando vemos cómo muchos evangélicos están volviendo al redil de la Iglesia Católica Romana por la falta de profundidad en el mundo protestante y cómo otros simplemente abandonan la fe por completo, me parece que una reunión de oración tal como aquélla organizada por los amigos de Baxter se está haciendo cada vez más necesaria.
Tristemente, según el análisis del Dr. J.I. Packer, el mundo protestante lleva casi un siglo sin tomar en serio las confesiones de fe o los catecismos. La catequesis ha desaparecido del mundo evangélico. Como ha escrito el Dr. Antonio Cruz recientemente, “Si se ofreciera por parte de las comunidades cristianas una formación religiosa más adecuada y seria, así como una actitud más auténtica, probablemente se reduciría este abandono de la fe que se observa en la actualidad en buena parte del Occidente.
Debemos tomar conciencia de que una educación teológica pueril, pusilánime y superficial no va a cambiar esta tendencia”.1
Hoy, pues, me gustaría defender los catecismos evangélicos. Pero antes de hacerlo, creo que sería conveniente oponerme a algunas ideas que he oído de parte de mis hermanos protestantes condenado el uso de semejantes catecismos.
I.- Argumentos contra los catecismos
1.- No necesitamos nada sino la Biblia
Creo que la objeción principal que he oído de parte de mis amigos anti-catequéticos es la idea de que sólo hace falta la Biblia. Su lema preferido es: ¡Sola Scriptura!
Confieso mi admiración por la actitud que hay detrás de esta objeción, no obstante, hay que recordar que la enseñanza sobre Sola Scriptura nunca fue formulada de tal modo que eliminase otras autoridades de menor importancia.
Sí, las Escrituras tenían que ser la regla suprema de fe y conducta; pero la Biblia en sí no está opuesta a la presentación de documentos teológicos tales como los catecismos. De hecho, todos los líderes protestantes clave (Lutero y Calvino, etc.) se dedicaron a escribir numerosos textos teológicos con el fin de reflejar las verdades de la Palabra de Dios.
Irónicamente, la misma Biblia registra varias confesiones de fe que existían en los días apostólicos tales como “Jesús es el Señor” (Romanos 10:9) o el resumen magistral de la fe en 1 Timoteo 3:16 o el himno cristológico primitivo de Filipenses 2:6-11. La Biblia, al fin y al cabo, es una obra teológica impresionante.
A nivel práctico, me doy cuenta de que las personas que gritan: “¡No necesitamos nada sino la Biblia!” siempre aceptan cosas que no están mencionadas en ningún lugar en la Biblia, por ejemplo, el uso de los instrumentos musicales en la iglesia; los micrófonos para los predicadores y el equipo de alabanza; el invitar a la gente al altar después de la prédica, etc.
Así que sí, es cierto, necesitamos que la Biblia sea la roca sobre la cual edificamos nuestra fe; sin embargo, hacen falta otras ayudas piadosas para que entendamos mejor la enseñanza bíblica (sobre todo para los novatos en la fe). En mi opinión, los catecismos protestantes son una herramienta estupenda porque son capaces de resumir las doctrinas principales de la Palabra en unas cuantas frases sucintas.
2.- Sólo hace falta el Espíritu
Hoy día en muchos de nuestros círculos evangélicos, el Espíritu Santo ha llegado a ser sinónimo de espontaneidad y emocionalismo. Ahora lo más importante no es que la Palabra sea predicada correctamente sino las dulces sensaciones y mariposas que podamos sentir mientras estamos congregados en el nombre del Señor.
Se ha perdido la verdad. Nos hemos vuelto posmodernos. La reunión se trata de sentimientos, sentimientos y más sentimientos. Por eso tantos sermones ya no se preocupan por la instrucción doctrinal sino que se centran exclusivamente en la aplicación y los testimonios personales.
Por esta misma razón hay un nuevo estilo de alabanza y adoración entre nosotros que no hace nada sino bombardear a nuestros jóvenes con ritmo, luces brillantes, con el volumen de la música a tope y canciones desprovistas de cualquier tipo de contenido cristiano.
Sin importar la popularidad de semejantes ‘ministerios’, tal clase de emocionalismo barato no tiene nada que ver con el cristianismo bíblico. Promueven emoción por amor a la emoción. No es emoción fundamentada en la preciosa verdad de la Palabra de Dios. La mente se encuentra ausente.
¿Cuántos falsos adoradores, falsos profetas y herejes habrán justificado sus ‘ministerios’ apelando al Espíritu Santo a lo largo de los siglos? Haríamos bien en recuperar el énfasis de Lutero en que la Palabra y el Espíritu siempre obran en armonía. Los catecismos, por lo tanto, son documentos profundamente espirituales puesto que procuran ser fieles a la bendita revelación de las Escrituras.
3.- Los catecismos son aburridos
Otra objeción a los catecismos es que son tediosos y aburridos. Ahora bien, tal objeción revela el estado del corazón de la persona que emite semejante juicio. ¿Cómo puede un corazón regenerado –verdaderamente regenerado- no sentirse abrumado por la gloria de Dios mientras estudia sobre la Trinidad, la doble naturaleza de Cristo, su obra expiatoria, la promesa de la vida eterna, etc.?
Los catecismos nos hacen pensar. Nos estimulan la mente con la verdad de Dios. Creo que, en gran parte, nos hemos olvidado del mandato del Salvador Jesús de amar al Señor nuestro Dios con todas nuestras fuerzas, todo nuestro corazón y “toda nuestra mente”. ¡Por eso hay tantos protestantes que quieren volver al redil de Roma! Cualquier persona dotada de una célula de inteligencia en su cerebro pensaría que el protestantismo no tiene nada que ofrecernos intelectualmente. Uno de los desafíos para nuestra generación es recuperar la mente en la adoración evangélica.
Me acuerdo de un testimonio compartido por el apologeta americano William Lane Craig. Mientras estudiaba para sus exámenes doctorales, se topó con una mujer sencilla que llevó a varias personas al Señor después de tocar unas canciones de adoración en su guitarra. Lane Craig dijo, “¿Qué hago yo con todos mis libros si todo lo que hace falta para que una persona se convierta es una simple guitarra?” Uno de sus amigos se acercó y le dijo, “Sí, pero, ¿ves a todas esas personas convertidas? En el futuro no muy lejano, te van a necesitar a ti también”.
4.- Los catecismos son demasiado autoritarios, demasiado católicos
En nuestro contexto vemos que la verdad no está siendo rechazada únicamente en el nombre de las sensaciones y sentimientos sino también por un odio profundo hacia las autoridades.
Esto es lo que nos propusieron algunos eruditos posmodernos franceses el siglo pasado; no obstante, la enseñanza bíblica sobre la autoridad es marcadamente positiva. ¿De qué se trata el quinto mandamiento? Dios usa la autoridad. Pablo insta a Timoteo y a Tito a oponerse a los falsos maestros con autoridad divina para el bienestar de la iglesia. La autoridad protege al rebaño del Buen Pastor. No tiene porqué ser mala.
En cuanto a la acusación de que los catecismos son demasiado católico-romanos, fueron los católicos los que volvieron a tomar en serio los catecismos después de contemplar los cambios efectuados por la Reforma protestante en Europa.
Los líderes romanos se dieron cuenta de cómo los catecismos y confesiones de fe protestantes iban revolucionando las mentes europeas y, en respuesta a dicha realidad, los católicos empezaron a producir sus propios documentos confesionales. ¡De allí, por cierto, el archiconocido Concilio de Trento!
5.- Los catecismos son del pasado y el pasado es pasado
Supongo que la objeción más absurda que he oído contra el uso de los catecismos es la noción de que no hay que usarlos puesto que pertenecen al pasado.
De nuevo, esta triste mentalidad sólo sirve para demostrar que estamos siendo más influenciados por el posmodernismo que por el pensamiento bíblico. ¿Acaso no se escribió la Biblia en el pasado? ¿Acaso no fue crucificado y resucitado Cristo en el pasado? ¿Acaso no obró el Espíritu en el pasado? ¿Acaso no vivían los reformadores, los puritanos, los Whitefield, Wesley, Edwards, Spurgeon, Ryle, Lloyd-Jones, etc. en el pasado? ¿Qué haremos? ¿Pasarles por alto porque vivían en el pasado? ¡Qué absurdidad! Esta idea es “esnobismo cronológico” (C.S. Lewis).
Nuestro problema es que estamos demasiado centrados en el aquí y el ahora. Somos egocéntricos. El pasado del protestantismo tiene tantas lecciones bellas y profundas qué enseñarnos; pero nuestra falta de respeto por el pasado y nuestra pereza espiritual nos están perjudicando teológicamente.
Por eso me animo hoy cuando veo cómo miles en nuestra generación están volviendo a los reformadores, los puritanos y sus catecismos con el fin de familiarizarse más con la grandeza de una fe evangélica robusta y bibliocéntrica.
II.- Argumentos a favor de los catecismos
Después de oponerme a cinco objeciones comunes contra los catecismos evangélicos, me gustaría ofrecer cinco razones poderosas por las que hay que volver a usarlos en nuestros días.
1.- Los catecismos hacen maravillas para el discipulado
Una parte importante del discipulado está relacionada con la madurez doctrinal del creyente. ¿Qué otra forma más eficaz hay de alcanzar madurez teológica sino a través de los catecismos? Nos son tan útiles gracias a su contenido tan extraordinariamente rico. Llenan la mente de verdades alegres que anclan el alma del cristiano en la gracia de Dios.
Además, debido a los catecismos, los padres cristianos tienen algo de gran valor para educar a sus hijos en el Señor. En la edad puritana, los padres que no enseñaron a sus hijos conforme al catecismo o que lo tomaron a la ligera, ¡ni siquiera fueron considerados como convertidos!2 Los padres no deben dejar la instrucción doctrinal de sus hijos en las manos del profesor de la escuela dominical ni del líder de jóvenes. Los padres cristianos son llamados a ser teólogos.
Este tipo de aprendizaje doctrinal en el hogar daría un mensaje muy claro a los niños que crecen en un hogar cristiano, a saber: ¡no hace falta ser tonto para ser cristiano!
2.- Los catecismos nos arraigan en nuestra identidad protestante
¿Qué hacemos cuando nos hallamos envueltos de falsos profetas, apostatas y hermanos nuestros que vuelven al Catolicismo? Respuesta: ¡volver a las confesiones de fe y los catecismos protestantes!
Los catecismos nos conectan con el legado de la fe evangélica y nos ayudan a entender que el movimiento protestante es cien mil veces más grande que nosotros. Los catecismos nos arraigan en la verdad de la Palabra y fortalecen nuestros músculos doctrinales. Te pregunto: ¿qué le contestarías a alguien que te preguntase: “Por qué eres protestante”?
3.- Los catecismos promueven una adoración más profunda
En vez de juzgar el éxito de la adoración en base al volumen de la música y la cantidad de luces brillantes que haya, nuestros antepasados protestantes quisieron adorar conforme a la verdad. Quieren adorarle al Padre en espíritu y “en verdad”. Sabían que no adorar conforme a la verdad no es adoración sino pecado.
En términos generales, las canciones de adoración contemporáneas se han hecho románticas y sentimentaloides. Jesús se ha convertido en nuestro novio cósmico. No me sorprende cuando leo reportajes diciendo que cada vez más varones evangélicos se quejan porque sienten como si su masculinidad esté siendo puesta en peligro en algunas reuniones de adoración.
La adoración se tiene que basar en la verdad de la Palabra. Los catecismos hacen un gran trabajo en este sentido porque dirigen nuestra mente hacia aquello que realmente importa, esto es, Dios mismo tal cual está revelado en la Escritura. Nos llevan al centro de la adoración: a meditar en las maravillosas hazañas de Dios y a responder con gran gozo y gratitud.
4.- Los catecismos resumen las Escrituras
No conozco ningún otro tipo de literatura que sea tan capaz a la hora de resumir las gloriosas enseñanzas de la fe cristiana en tan pocas palabras y frases. Los catecismos y las confesiones de fe son únicos.
Antes de casarnos, mi mujer y yo estudiamos juntos El catecismo de Heidelberg (1563) y me quedé atónito ante la cantidad de verdades bíblicas que los autores transmitían en cuestión de un par de frases cortas (todas documentadas extensamente). Hace poco acabamos La confesión belga (1561) y ahora estamos con Los cánones de Dort (1619). En nuestro tiempo devocional, solemos leer dos capítulos de la Biblia además de un salmo o un capítulo de Proverbios y luego acabamos con la lectura de alguna confesión de fe o catecismo protestante.
Este método conlleva grandes beneficios. Produce una vida de oración mucho más afín al meollo de la Palabra. No hay ningún otro tipo de libro en el mercado cristiano que sea tan útil para aprender la belleza de la teología cristiana en tan pocas palabras. ¡Ojalá hubiera descubierto los catecismos como recién convertido!
5.- Es fácil aprender los catecismos de memoria
En un mundo ideal, todos estaríamos estudiando la Doctrina bíblica de Wayne Grudem o redactando nuestras propias confesiones de fe; pero dada la intensidad de la vida del siglo XXI, los catecismos sirven para que conozcamos mejor nuestra fe evangélica.
En la época puritana, muchas familias sabían recitar El catecismo menor de Westminster o El catecismo de Heidelberg (por nombrar dos ejemplos). Los catecismos engendraron una generación de doctos en la Palabra. Todos los grandes pensadores y predicadores protestantes del pasado creían en la necesidad de los catecismos.
Uno de los más amenos es el llamado Catecismo de Spurgeon (1855), escrito por el príncipe de los predicadores, Charles Spurgeon. Resume la doctrina de la fe cristiana en cuestión de 82 preguntas y respuestas. Escribió Spurgeon, “Estoy persuadido de que el uso de un buen catecismo en nuestros hogares servirá para protegernos ante los errores de nuestro tiempo […]
Aquéllos que usan mi catecismo con sus familias o en clase tendrán que esforzarse por explicar bien el significado; pero hay que aprender las palabras de memoria, porque mientras van pasando los años, serán cada vez mejor entendidas. Qué el Señor bendiga a mis queridos amigos y a sus familias para siempre. Ésta es la oración de vuestro pastor que os ama”.
Conclusión
En suma, necesitamos resucitar el uso de los catecismos en el campo protestante porque son maravillosos para el discipulado, nos arraigan en nuestra fe, nos impulsan a adorar más profundamente, resumen las Escrituras y son fáciles de memorizar.
Creo que nos ha quedado claro que el protestantismo tendría que volver a convocar otra reunión de oración como aquélla de los amigos de Baxter hace 360 años.
¿Oramos?
1 CRUZ, Antonio, Nuevo ateísmo: una respuesta desde la ciencia y la fe (Clie: Barcelona, 2015), p. 7.
2 BEEKE, Joel y JONES, Mark, A Puritan Theology: Doctrine for Life (Reformation Heritage Books: Grand Rapids, 2012), p. 964.
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