Las buenas ideas

Yo creo que es bastante simple, a la vez que importante, la cuestión de saber qué hacer o cómo hacer las cosas de la vida o algún que otro proyecto personal que quisiéramos acometer; también es cierto que no siempre sabemos cómo hacerlo adecuadamente.

Por eso hoy en día se valora tanto a la gente emprendedora, porque tienen un proyecto que nace de una idea que se ha ido fraguando en su mente, o quizás de una ambición personal, y lo materializan cuanto antes. Por supuesto que no entro a valorar el resultado final, que en unos casos es exitoso y en otros se queda en agua de borrajas; pero lo importante es intentarlo y muchas veces conseguirlo. Claro está, que si eres una persona que pones tu confianza en Dios en todas las iniciativas de tu vida tienes un plus a tu favor, seguro que sí.

Cuando dedicamos tiempo a pensar creativamente y a visionar algo que intuimos que puede resultar provechoso para nosotros o para nuestra comunidad, es importante registrarlo en nuestro bloc de notas e ideas personales para no olvidarlo.

Yo estoy creído que el Dios nuestro, el Todopoderoso que nos acompaña aun en las pequeñas cosas de nuestra cotidianidad, también nos da buenas ideas para solucionar problemas y afrontar diferentes cuestiones y situaciones personales. En el lenguaje de la Biblia esto se llama sabiduría, para nuestra vida y para ayudar a otros que adolecen de ella. Se trata sencilla y maravillosamente de eso, de adquirir sabiduría divina para ser resolutivos y funcionar bien en la multitud de asuntos que tenemos que enfrentar diariamente.

Al parecer, recibir esta gracia divina no es tan difícil como algunos piensan porque, según las Escrituras, está al alcance de todos los hijos de Dios. Santiago, el hermano del Señor Jesús, nos dice en su carta universal que si alguno tiene falta de sabiduría, sencillamente, pídala a Dios el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada... (Santiago 1:5-8).

O sea, que en definitiva esto también es una cuestión de fe práctica.