El Señor te regaló tu cuerpo para que lo cuidaras en integridad.
El verano español ya llegó. ¡Mama mía! Estamos a cuarenta grados casi todos los días en Córdoba. Qué calor. Qué agotamiento.
Pude coger un poco de aire fresquito mientras ministraba por Santiago y Vigo la semana pasada. Ahora me encuentro predicando por Transilvania (Rumanía) con mi amada esposa disfrutando de unas temperaturas más compasivas.
Somos cobardes, ¿verdad? Tuvimos que escaparnos de alguna u otra forma. ¿Qué tal si nos quedamos aquí hasta diciembre? ¿Amén? Sólo espero que el Conde Drácula no nos pille. Tendré que ir a comprar ajo esta tarde. A ver si hay un Mercadona cerca…
# Hacendado, Hacendado,
Rescátanos del vampiro malvado #
El calor y el agotamiento físico no son las únicas cosas que aparecen con el verano. Está también la moda, la ropa, o en inglés, fashion. Y es precisamente sobre este tema que quiero tratar un poco hoy. La verdad es que llevo un tiempo bastante inquieto.
Antes de empezar, necesito resaltar que este artículo está escrito con el amor de un hermano mayor. Tengo dos hermanitas y siempre quería protegerlas y cuidarlas mientras eran chiquititas. Es con el mismo amor fraternal que dirijo mi artículo semanal a vosotras –mis hermanitas jovencitas en la fe- que estáis por aquí en España.
Ahora bien: “¿Qué te está preocupando, hermano Will?”
Bueno, gracias por preguntar.
Mi preocupación es la siguiente: la forma de vestirse de algunas de las señoritas en la iglesia.
La primera cosa que quiero decir es que entiendo la razón por la que nos vestimos más escasamente en verano. Claro, hace más calor. El sol pega fuerte. Y todos pasamos el día sudando como unos camellos asados.
Nos tenemos que duchar en agua fría dos o tres veces al día, echar fuera los malos olores atrapados en el reino del sobaco por el poder del nombre de Nivea y cambiarnos de ropa continuamente. Eso lo entiendo.
Segundo, entiendo que no podemos vestirnos como unos esquimales en pleno verano. Dios nos ha dotado a todos de sentido común.
Pero todo esto no implica para nada que no podemos vestirnos de una manera modesta en la casa de Dios. Es posible ponerse elegante y guapa sin escandalizar a la congregación. No cuesta mucho, la verdad.
Este verano se está poniendo de moda un nuevo estilo de pantaloncito que parece más bien un cinturón. No esconde nada. Ver esto en la calle es una cosa. Pero luego encontrarla en los bancos de la iglesia es bien alarmante.
Hay algunas preguntitas que quiero hacer a todas las doncellas de Cristo este verano.
Tengo tres…
1.- ¿Sabes cómo son los hombres?
¿Te has parado a pensar en cómo somos los hombres? ¿Y sobre todo los hombres jóvenes? Mira, sé que no eres boba ni tonta pero aunque los varones seamos salvos por el poder perdonador de Cristo, tenemos que luchar contra un sinfín de pecados todos los días.
Para algunos el orgullo es el pecado el que más nos tienta. Para otros es el amor al dinero y el materialismo. Pero para la gran mayoría, el mayor pecado contra el cual peleamos es la lujuria (en términos bíblicas, lascivia).
Si te vistes de una forma tan escasa y te colocas en un banco de la iglesia delante de unos hermanos, te prometo que serás usada por el diablo para distraerlos a lo largo del culto. La mujer, como regla general, se mueve por el oído y el hombre por el ojo.
No permitas que tu cuerpo sea un instrumento del maligno para suscitar deseos pecaminosos en otros. No hagas nada que no sea para la edificación del pueblo de Dios.
Enseñar tus nalgas, tu barriga o tu escote en la reunión no es un acto de amor cristiano. No seas una piedra de tropieza para tus hermanos en la fe. Recuerda que eres el templo del Espíritu. ¡El Espíritu Santo, Santo, Santo! Vístete como una mujer de Dios. Con comodidad, sí; pero también con pudor (1 Pedro 3:3-4).
2.- ¿Por qué te vistes así?
La siguiente pregunta que te lanzo es: ¿por qué te vistes de una forma tan reveladora? ¿Por qué sientes la necesidad de dar a conocer tus partes íntimas? “Es que mis amigas se visten así”.
Dios no te llama a seguir a tus amigas; te llama a ser como Cristo. “Es que tengo mucho calor”. De nuevo, nadie te está pidiendo que te vistas de esquimal; sé modesta. “Bueno, la verdad es que quiero ligar”. Espera un momento…
Si te vistes así en tu iglesia, en campamentos o en conferencias porque quieres ligar, te profetizo que no vas a cazar nada sino a un lobo. Voy a ser muy directo. Pero recuerda: te hablo como un hermano mayor. Si te vistes como un trozo de carne, lo único que vas a conseguir es a un perro.
Los perros andan buscando carne. ¿De verdad quieres acabar con un tiburón espiritual que sólo quiere meterte en la cama para luego ir en pos de otras chicas más sexys, más flaquitas y más morenitas que tú el verano que viene? ¡Cuidado con esas bestias salvajes! ¡Guarda tu pureza sexual celosamente!
Si quieres compartir tu vida con un hombre de Dios, un auténtico siervo del Señor, compórtate como una discípula de Cristo. Ningún chaval que ama al Señor va a sentirse atraído por una chica que va ostentando sus pechos por todos lados. Busca a Dios. Busca su Reino. Busca su voluntad. (Mateo 6:33).
Y permite que Dios sea el que coloque el hombre que tiene preparado para ti en tu vida. Ten paciencia en Él. No te pongas a seducir a otros por falta de fe y confianza en Cristo.
3.- ¿Qué testimonio estás dando a tu alrededor?
La última cosa que te pregunto es: ¿qué tipo de testimonio estarás dando en tu círculo social? No me refiero únicamente a lo que los hermanos van a pensar de ti.
Pero ¿qué ejemplo estás dando para las otras chicas en tu grupo de jóvenes? ¿Cómo te miran tus hermanas en el Señor? ¿Te ven como una chica digna de confianza, una chica fiel a su Dios, servicial, humilde, sumisa a las autoridades? ¿O te ven como una mundana que sólo piensa en una sola cosa: chicos, chicos, chicos?
El Señor te regaló tu cuerpo para que lo cuidaras en integridad. Quiere que seas santificada y que seas un ejemplo a seguir para las otras muchachas que tienes a tu alrededor. Es hora de madurar en la fe. Es hora de pensar en otros. Es hora de vivir para la gloria de Dios y la edificación de su pueblo.
Para acabar
Para terminar hoy, quiero tomar esta oportunidad para desearos a todos un muy feliz verano. Aprovecha cada momento para ser de bendición para otros y buscar al Señor como nunca antes. Qué tu romance con Dios siga creciendo de modo que siembres la dulce fragancia por dondequiera que estés en estos meses de sol. ¡Ánimo y adelante en todo!
Un abrazo fuerte en el Señor de parte de tu hermano mayor Will.
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