Jesús quiere que le comuniquemos nuestras inquietudes. Él escucha y le preocupan los detalles de nuestra vida.
El encuentro de nuestro Señor en Lucas 24:13-32 con los dos discípulos que iban por el camino a Emaús está lleno de reflexiones sobre cómo mantener el diálogo divino con Dios durante todo el día.
13. Cómo hallar a Jesús en los problemas de la vida diaria
¿Alguna vez has puesto mucha atención espiritual a tu tiempo devocional y luego lo has dejado atrás para enfrentar los problemas del día usando tus propias fuerzas? Esto se llama «dividir en compartimentos» o confinar tu vida espiritual a una parte exclusiva del día. Pero Jesús nunca quiso que caminásemos solos. Él está totalmente dispuesto a ayudarnos a resolver los problemas de la vida. Echemos un vistazo a la manera en que lo hizo en el camino a Emaús.
Y he aquí que aquel mismo día dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús, que estaba como a once kilómetros de Jerusalén. Y conversaban entre sí acerca de todas estas cosas que habían acontecido. Y sucedió que mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos. Pero sus ojos estaban velados para que no le reconocieran (Lucas 24:13-16).
Poco se sabe de los dos que anduvieron el trillado camino de Jerusalén a la villa de Emaús. Pero la Biblia indica que estaban perturbados. Tenían un conflicto interno, una lucha emocional que estaba basada en una experiencia desilusionadora. Y estos dos discípulos estaban conversando sobre este problema. Los seres humanos son por naturaleza capaces de resolver problemas; y, por lo general, no lo hacen solos.
Fue en este contexto de necesidad humana que Jesús se acercó a los dos mientras estos caminaban. «Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos» (v.15). ¡Qué palabras tan maravillosas! El Cristo resucitado en realidad quiere entrar en nuestras circunstancias humanas y sostener un diálogo con nosotros. La vida es una trayectoria y Cristo desea ser nuestro compañero en ella, no solo alguien con quien conversamos en una parada para descansar.
14. Cómo encontrar sentido en los caminos de Dios
Uno de los grandes desafíos de la vida cristiana es tratar de encontrar sentido a las aparentes contradicciones y reveses que todos enfrentamos. Gran parte de nuestra perplejidad viene de poder ver solo una porción del cuadro completo, lo cual distorsiona nuestra perspectiva. Los dos discípulos del camino a Emaús ilustran esta insuficiencia y cómo el Señor Jesús los ayudó a corregirla.
Y Él les dijo: ¿Qué discusiones son estas que tenéis entre vosotros mientras vais andando? Y ellos se detuvieron, con semblante triste. Respondiendo uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único visitante en Jerusalén que no sabe las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces Él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: Las referentes a Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo los principales sacerdotes y nuestros gobernantes le entregaron a sentencia de muerte y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que Él era el que iba a redimir a Israel. Pero además de todo esto, este es el tercer día desde que estas cosas acontecieron. Y también algunas mujeres de entre nosotros nos asombraron; pues cuando fueron de madrugada al sepulcro, y al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto una aparición de ángeles que decían que Él vivía. Algunos de los que estaban con nosotros fueron al sepulcro, y lo hallaron tal como también las mujeres habían dicho; pero a Él no le vieron (Lucas 24:17-24).
En respuesta a la pregunta de Cristo, los dos hablaron con detalles acerca de lo que les molestaba. Su resumen es un repaso conciso de la esperanza de que Jesús de Nazaret era el Mesías que iba a redimir a la nación de Israel. En lugar de eso, lo habían matado de la manera más cruel: por crucifixión. Y, para agitar más sus pensamientos, se había informado que su tumba estaba vacía, y de que habían aparecido mensajeros angelicales.
Los dos que caminaron junto al Señor estaban perturbados porque a sus grandes esperanzas le siguieron sueños frustrados. Lo que ellos vivieron es similar a lo que muchos de nosotros hemos experimentado. Ser humano es mirar los acontecimientos de la vida por el ojo de la cerradura. Todos nosotros somos finitos y solo podemos absorber parte del cuadro de una circunstancia.
Muchas veces, lo que creemos que enseña la Biblia no tiene sentido en nuestra limitada perspectiva de una tragedia aparente. Ya sean nuestras expectativas de cómo debe Dios contestar una oración, o cómo vemos los aparentes infortunios, nuestra comprensión es limitada.
Sin embargo, Jesús quiere que le comuniquemos nuestras inquietudes. Él escucha y le preocupan los detalles de nuestra vida. Nuestra singular relación con Cristo nos permite comunicarnos con Él por medio de la oración en cualquier experiencia de la vida.
15. Deja que Jesús se explique
Debe haber sido devastador para los seguidores de Jesús ver sus esperanzas y sueños frustrados justo delante de sus narices. Pero, cuando a Cristo se le permitió iluminar la comprensión de ellos de la Palabra de Dios en su experiencia, empezaron a ver sus circunstancias desde una nueva perspectiva.
Entonces Jesús les dijo: ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y entrara en su gloria? Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a Él en todas las Escrituras (Lucas 24:25-27).
La respuesta de nuestro Señor suena abrupta. Sin embargo, en realidad, esta situación es un ejemplo de educación. Mire la fraseología. «Insensatos» es una palabra compuesta que literalmente quiere decir «sin conocimiento». Los discípulos del camino a Emaús estaban impedidos porque tenían solo parte de la información.
«Tardos de corazón para creer» es una reprensión de su lentitud para confiar en lo que Dios ha prometido.
Jesús entonces proporcionó el único remedio para la ignorancia espiritual: más información. El Maestro centró su atención en pasajes clave del Antiguo Testamento que explicaban que el Mesías debía sufrir antes de ser glorificado.
La lección para nosotros hoy es que, aunque a veces podemos luchar con la desilusión, a menudo nos falta toda la información para encontrarle sentido en ese momento. El Señor puede a la larga proporcionar las personas o la información necesarias para concluir nuestro problema. En algunos casos, no vamos a obtener la respuesta hasta que nos reunamos con Cristo cara a cara en la eternidad. Pero, puesto que la vida en la tierra es una especie de campamento de entrenamiento espiritual, es esencial ser enseñables y estar en contacto regular con el Maestro. Entonces, nuestra fe y conocimiento aumentarán.
16. Aprende a mantener la conversación
Una conexión significativa con el Cristo resucitado nos hace desear estar más tiempo en su presencia. Cuando los dos viajeros llegaron a su destino final, sintieron una gran necesidad de permanecer en estrecha cercanía al Salvador.
Se acercaron a la aldea adonde iban, y Él hizo como que iba más lejos. Y ellos le instaron, diciendo: Quédate con nosotros, porque está atardeciendo, y el día ya?ha declinado. Y entró a quedarse con ellos?(Lucas 24:28-29).
Los discípulos escucharon a este «misterioso extranjero» durante varios kilómetros y querían oír más. Su respuesta fue: «Quédate con nosotros.» Querían brindar hospitalidad a Aquel que había compartido con ellos tan buenas reflexiones sobre la profecía mesiánica.?Todos tenemos épocas en que nuestras circunstancias,?o bien alimentan nuestro desarrollo espiritual, o bien lo obstruyen. Tenemos que ser sensibles a esas épocas cuando empezamos a perder el contacto con el Señor. Luego, tenemos que encontrar las maneras de adaptarnos a esas circunstancias para que podamos restablecer nuestra cercanía a Él.
Incluir al Señor en nuestra rutina diaria a menudo da como resultado ver su actividad divina obrando.
17. Cómo responder a los destellos de la actividad divina
El extraño que había caminado con los dos en su viaje se les unió para compartir la cena. Y debido a quién era este invitado, esa comida estaría acentuada por lo sobrenatural. Incluir al Señor en nuestra rutina diaria a menudo da como resultado ver su actividad divina obrando.
Y sucedió que al sentarse a la mesa con ellos, tomó pan, y lo bendijo; y partiéndolo, les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos y le reconocieron; pero Él desapareció de la presencia de ellos. Y se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras? (vv.30-32).
Esa noche, durante la cena, después de que Jesús partió el pan y lo bendijo, los ojos de los discípulos fueron abiertos y lo reconocieron. Antes, «sus ojos estaban velados para que no le reconocieran» (v.16). Pero ahora sus ojos estaban abiertos.
Es interesante que la palabra para «abiertos» tenga la misma raíz que «tonto e ignorante». Una adición a esta raíz da a la palabra abiertos del versículo 31 el significado de «penetrar la mente». Y una vez que sus mentes entendieron quién era Jesús, lo reconocieron gracias a encuentros anteriores.
Sorprendentemente, la desaparición sobrenatural de nuestro Señor no inspiró ningún comentario de ellos dos que se haya registrado. Más bien reflexionaron en lo que era estar en el camino conversando con Jesús sobre las Escrituras.
Sus corazones estaban inflamados con reflexiones sobrenaturales a medida que el mismo Jesús explicaba el Antiguo Testamento por el camino. La misma palabra griega usada para abrir sus ojos para que lo reconocieran (v.31) se usa para explicar cómo abrió Él las Escrituras (v.32). Penetró sus mentes con entendimiento.
Reconocer a Cristo en las Escrituras y en las experiencias de nuestra vida debe suceder durante todo el día y no limitarse a un acontecimiento de un día.
Entonces, ¿qué podemos aprender de este incidente con el Señor resucitado en lo que respecta a extender nuestro tiempo devocional a lo largo del día?
• Aprende a orar sobre la marcha.
• Invita a Dios a tus actividades diarias mientras resuelves problemas.
• Reconoce ante los demás tu necesidad de la ayuda divina.
• Espera que Dios actúe más allá de tu propia perspectiva limitada.
• Manténte reflexionando en un tema bíblico durante el día.
• Anímate pensando que Jesús ha prometido permanecer con nosotros en todas las circunstancias de la vida.
(Continuaremos en próximos artículos.)
Notas:
Artículos extraídos y adaptados del librito Nuestras Citas con Dios, de Dennis Fisher, publicado por Ministerios Nuestro Pan Diario en su serie Tiempo de Buscar. Puedes encontrar este y otros libritos sobre diferentes temas en: http://nuestropandiario.org/2009/09/serie-tiempo-de-buscar/
El link para la descarga de este librito en concreto es: http://cdn.rbclatino.org/files/2011/01/FG102_CitasconDios.pdf?7b6ac9
Si deseas más información, puedes escribirnos a [email protected].
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