¿Cómo puedo saber si eres un hombre/ una mujer lleno/a del Espíritu?. Pablo nos da una respuesta bien sencillita
Hoy, empezamos con un par de preguntas:
¿Cómo puedes saber si soy un hombre lleno del Espíritu?
¿Cómo puedo saber si eres un hombre/ una mujer lleno/a del Espíritu?
Pablo nos da una respuesta bien sencillita: si estamos llenos del Espíritu, hablaremos entre nosotros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en nuestros corazones; dando siempre gracias a Dios el Padre por todo en el nombre de Jesús (Efesios 5:18-19).
Hay cuatro verbos importantes aquí que son la consecuencia de la llenura del Espíritu Santo, a saber, el hablar, el cantar, el alabar y el dar gracias. Los estudiaremos uno por uno.
1.- Hablar
¿De qué hablas? ¿Qué es lo que sale de tu boca? Cristo nos dijo en Lucas 6:45 que “de la abundancia del corazón habla la boca”. A veces es como si el campo cristiano estuviese dividido en dos bandas diferentes. Por un lado, están los que siempre están hablando de la belleza y la dulzura del Señor. Siempre están meditando en la gloria de Dios revelada en la faz de Cristo. Es un gozo estar cerca de ellos. Por el otro lado, están aquéllos que han sido ungidos con limón. En vez de hablar de las cosas del Espíritu, solamente hablan según la carne. Se quejan, murmuran, hablan mal del equipo pastoral, del equipo de alabanza, del líder de jóvenes, de las maestras de la escuela dominical, etc. Y por mucho que intentes animar a tales personas con citas bíblicas o con tus oraciones o con palabras de ánimo, siguen con los mismos rollos patateros de siempre. No sé si te habrá pasado a ti o no, pero después de pasar treinta segundos con tales personas me entran unas ganas de tirarme del puente más cercano.
Mira, te pregunto, ¿qué efecto produces tú cuando te acercas a un grupo de creyentes? ¿Se ponen felices y contentos diciéndote: “Ven aquí, hermano/a, háblanos de lo que el Señor está haciendo en tu vida”? ¿O acaso te ven, se dan la vuelta susurrando: “No levantéis la mirada ahora, aquí viene tristón para cargar nuestro gozo”? No te sorprendas si te quedas solo si todo lo que haces es sembrar discordia, negatividad y críticas entre el pueblo de Dios.
¿Cómo está tu lengua? ¿Tienes una boca de alabanza o una lengua de serpiente? ¿Tienes una cara de angelito o un rostro de caballo deprimido? ¡No es pecado sonreír! Usa tu boca para engrandecer al Señor.
2.- Cantar y alabar
Los dos verbos ‘cantar’ y ‘alabar’ aquí van juntos. Una persona llena del Espíritu, razona el apóstol, canta y alaba a lo largo del día. Se despierta por la mañana y toma su cafelito más feliz que un pato en el agua. Se ducha contando las maravillas de Dios. Va al curro alabando al Señor. Hace la siesta levantando el nombre de Cristo. Friega los platos exaltando al Altísimo. Todo esto es la obra del Espíritu. Dios ha colocado alabanza en tu corazón, ¡devuélvesela!
Para algunos, la llenura del Espíritu significa un llamado al altar, música intensa, luces bajadas, temblores, gritos incontrolables y un predicador súper carismático. Pero Pablo pensaba de una manera distinta. La llenura se da a conocer en el día a día. Es un proceso continuo. Cuando Pablo dice “Sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18) emplea el presente continuo. Es como si estuviera diciendo: “Seguid siendo llenos del Espíritu”. He conocido a hermanos que me decían: “Fui lleno del Espíritu en 1985”. Me parece fantástico. Pero mi pregunta siempre es la misma: “¿Y hoy qué? ¿Sigues lleno del Espíritu hoy? ¿Dios sigue moviéndose a través de ti hoy?” El maná de ayer fue magnífico. Claro que sí. Pero hoy es hoy. Necesitas maná fresco. Si has perdido este cántico espontaneo en el alma, este romance con Dios, es que algo va mal en tu vida espiritual. Tal vez tu amor se ha enfriado.
Dios te llama a ser lleno de su Espíritu para que el gozo de su salvación vuelva. ¡Canta y alaba en tu corazón para la gloria de Dios!
3.- Dar gracias
La última cosa que Pablo nombra como una característica de la llenura del Espíritu es la gratitud. Un creyente lleno del Espíritu está todo el día agradeciendo al Señor por todo lo que tiene. “Gracias por Jesús, gracias por tu Espíritu Santo, gracias por mi vida, gracias por mi familia, gracias por mis hermanos y hermanas en la fe, gracias por mi pastor, gracias por la pasta que tengo en mi cuenta de BBVA, gracias por la comida que tengo en la nevera, gracias porque me permites darte las gracias”, etc. Siempre hay razones para agradecer a Dios. Aunque estés hecho polvo, cansado y decaído, Dios sigue siendo fiel. Dios no te desampara. Dios te sigue regalando cada respiro que tomas. ¡Dale gracias, gracias, gracias!
# Te doy gracias, gracias Señor, gracias mi Señor Jesús #
Un precioso hombre de Dios de Andalucía, Antonio Simoni, comentó una vez que no hay nada peor en un creyente que la ingratitud. Lleva toda la razón. Tenemos tanto, tanto, tanto, tanto, tanto para agradecer. Si no me crees, vuelve a leer el libro de Efesios y empieza a dar gracias por todo lo que Dios ha hecho por ti en Cristo.
Aquí tienes el comienzo de una lista mucho más extensa:
Dios te bendijo con toda bendición espiritual en Cristo (1:3): ¡dale gracias!
Dios te escogió en Cristo antes de la fundación del mundo (1:4): ¡dale gracias!
Dios te predestinó en amor para ser su hijo adoptivo (1:5): ¡dale gracias!
Dios te escogió según el puro afecto de su voluntad (1:5): ¡dale gracias!
Dios te redimió por la sangre de Cristo (1:7): ¡dale gracias!
Dios te perdonó según las riquezas de su gracia (1:7): ¡dale gracias!
Sigue tú, si quieres, con tu propia lista…
Conclusión
En fin, para repetir la pregunta inicial. ¿Cómo puedes saber si soy un hombre lleno del Espíritu? Respuesta: porque hablo para la gloria de Dios, canto, alabo y doy gracias al Señor en todo momento. ¿Y cómo puedo saber si eres un hombre/ mujer lleno/a del Espíritu? Respuesta: porque hablas para la gloria de Dios, cantas y alabas y das gracias al Señor en todo momento.
¿Estás hablando para Su gloria? ¿Estás cantando y alabando? ¿Estás dando gracias?
Si no lo estás haciendo, ahora –ahora mismo- sería un momento perfecto para empezar. ¡Habla para la gloria de Dios! ¡Canta y alaba! ¡Dale todas las gracias!
¡Sé lleno, llenísimo, del Espíritu de Dios!
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