Sé que los jóvenes se quejan de falta de libertad -la opresión de la sociedad de consumo- y los adultos les acusan de falta de responsabilidad.
Hoy “os” escribo de algo de lo que ya estáis hasta la coronilla: estudios, sermones, arengas y opiniones sobre personas y en particular sobre jóvenes. Sobre vosotros que casi siempre tenéis la sensación que se os falsea, pero que, de algunos llevamos razón sólo en parte, y consistiendo mi “Desde el Corazón” una sinécdoque que afirma de un todo la verdad que no puede afirmarse más que en una porción de él. En el paso del tiempo, “la juvenilización” de la sociedad ha pasado desde el tiempo de la protesta de los sesenta, al espíritu borreguil de los noventa, y al primer plano de la actualidad, con mucho más poder, implantando ya el término “podemismo” e influencia que hace unos años era impensable. Los jóvenes constituyen sin duda un sector sobresaliente dentro de la comunidad. ¿Será mi edad la que piensa así? ¿Cuál es la causa de que piense con esta generalización? ¿Será que tengo envidia de que las demandas de los jóvenes y con sus avanzados medios técnicos de comunicación, se han hecho importantes dentro de la sociedad? ¿Está influyéndome que sus actividades son difundidas por los medios de comunicación de masas: la prensa, la T.V., menos la Radio, pero también y tienden a crear mitologías de la juventud?.
Busco estadísticas y las encuestan las trocean; olvidándose que cada uno es poliédrico, contradictorio, egotista y probablemente incalificable, aunque todos pecadores. Y los que no se ajustan a las divisiones por estadísticas, empiezan a notar que es como si les faltase algo.
No creéis en los partidos de “casta” ¿quién cree? y habéis vuelto la espalda a la utopía. Sois felices –aseguráis , y viviendo con vuestros padres, tenéis un poder económico, que ellos no tuvieron, y compráis artículos muy llamativos, y su consumo tiende a concentrarse en determinados sectores del mercado. Y apenas conversáis con ellos excepto para participar en sus decisiones, y con quienes sólo discutís por cuestiones baladíes o, en último término, por vuestra política populista y total libertad en el sexo. Con todo sois pesimistas y el éxito para vosotros ya no depende de la constancia laboral, ni de la integridad moral, obsesionados por el prestigio anheláis la seguridad de un trabajo bien remunerado.
Salvo muy honrosas excepciones –gracias a Dios muchísimas-, y en alto porcentaje con ética cristiana no aspiráis a mejorar vuestro entorno humano, ni tenéis grandes proyectos de futuro, sino que os ceñís a actividades concretas que sean de vuestro particular agrado –incluso la vivencia de fe Sois más espectadores que protagonistas. Habéis asumido en su plenitud los valores de la sociedad de consumo, y sois beneficiarios del mayor bienestar material –con crisis y todo que ninguna generación ha tenido en la reciente historia de España.
Con todo hay sociólogos, que no son profetas de desventuras, que aún afinan más, dando dentro del difuso concepto de la juventud de hoy, distinciones y tantos por cientos de los diversos grupos: los pasotas sin sentido: sin casa, sin curro, sin futuro, sin pensión, sin miedo, que sólo aspiran a divertirse, ganar y derrochar lo ganado, y multiplicar su actividad sexual. Los integrados con un tanto por ciento más alto, serios, hijos responsables, con vivencias cristianas, y asimilados por la sociedad reinante. Los posmodernos –palabra que no me gusta tolerantes con la vida privada, con el aborto, con el orgullo del libertinaje antinatural y sexual, con que los niños si quieren ¡al menos con el permiso de los padres! puedan cambiar de sexo desde los siete años, las drogas, pero rígidos en exigir el cumplimiento de las virtudes cívicas, si se exceptúan las castrenses y las de la Iglesia. Los reaccionarios racistas, patrióticos fanáticos, idólatras futboleros o todo junto. Los radicales (un 4%) que legitiman la violencia, el terrorismo, las guerras santas o las yihad, que suscitan cualquier tipo de droga y que son de extrema izquierda. Y un etcétera, porque faltan partidas que sin duda son las más interesantes, porque son cristianos de convicción y acción. Ahí mi abanico de adeptos. Y sería muy importante que reflexionáramos todos con qué grupo nos identificamos o en ninguno.
“Desde el Corazón” a modo de síntesis sé que los jóvenes se quejan de falta de libertad -la opresión de la sociedad de consumo- y los adultos les acusan de falta de responsabilidad. Pero ¿qué subyace bajo este conflicto, bajo esta situación?, sin duda, es un conflicto de valores muy desatendido, inherente a una sociedad que vive de espaldas a Dios y a sus principios. Valores básicos del comportamiento humano, indiscutidos durante milenios, enseñados por el Creador desde el Génesis de los tiempos y que han sido sustituidos por valores cambiantes que se apoyan en argumentos de modernidad, ligados al desarrollo científico y técnico y a los cambios sociales. De ellos se deriva un enfrentamiento entre estos modos de actuar más propicios de los jóvenes y lo que ellos mismos peyorativamente consideran tradiciones superadas.
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