Es lícito disfrutar de lo que tenemos, no lo es hacerlo al margen de Quien nos lo dio.
Hace unas semanas escuchaba una frase que me ha tenido inquieta hasta hoy y sobre la cual querría hacer alguna reflexión en estas líneas. La frase rezaba: “Que la tranquilidad no nos robe el llamado”. No sé si a los que leen este artículo ahora les resulta tan impactante o desafiante como me resultó a mí escucharla en ese momento, pero en cualquier caso, creo que merece la pena dedicarle unos minutos de nuestro tiempo por las implicaciones que tiene su contenido.
Pongámonos en que la cosa no fuera para tanto. Al fin y al cabo, eso es lo que pensamos muchas veces ante una sentencia demasiado contundente: que quizá el autor esté exagerando.
“Esas urgencias a veces están más en la mente de quien habla que en cualquier otro lugar”. “Dios se alegra de que seamos felices; al fin y al cabo las cosas que tenemos y de las que disfrutamos, el dinero con el que contamos y que nos proporciona esa comodidad, nos lo da él. ¿Por qué tendría que ser esa comodidad un impedimento para nuestro llamado?”
Pero pongámonos en el otro extremo, que realmente esto sea verdaderamente importante, que no haya tal exageración como la que intuíamos al principio y pensemos por un momento. Quizá estoy equivocada, pero cuando analizamos lo que significa la palabra “llamado”, al menos a la luz de lo que el Evangelio plantea como tal cuando ese llamado viene de Dios mismo, estamos hablando de algo irrevocable que muchas veces nos dirige en un sentido completamente opuesto a aquel que nosotros elegiríamos como destino.
Es más, el llamado por Su voluntad está a menudo en oposición directa a nuestra voluntad, tal y como le pasó a Jonás. Porque, aunque Dios le llamaba a hablar de salvación a los gentiles, lo que él quería hacer era justamente lo contrario. Aquel llamado le ponía frente a la realidad de que su propio pueblo, el pueblo de Israel, había dado la espalda a Dios y que este mismo Dios había decidido hacer extensivo Su mensaje de Salvación a otros que quizá estuvieran más dispuestos a recibirlo.
En ese caso no era su comodidad lo que le impedía seguir el llamado. Eran sus propios propósitos y sus propios intereses como judío lo que le alejaba de seguir lo que Dios le pedía.
¡Ese sí que era un verdadero llamado! Porque perdónenme que cuestione esos otros “llamados” de los que algunos a veces hablan, dirigidos más bien a conseguir un jet privado o a mudarse a hablar del Evangelio a la mejor urbanización de Malibú.
Y ustedes igual que yo saben con qué desfachatez y poca vergüenza algunos usan el Evangelio y la buena fe (e ignorancia tantas veces) de los que dicen profesarlo, para seguir sus propios pasos y no los pasos de Cristo. ¿Es este el llamado de Dios o el de su propia comodidad?
Jonás, sin embargo, estaba tan atento a la voz de Dios, aunque no le gustara lo que le decía, que fue capaz de identificar alto y claro cuál era la misión que se le encomendaba, aunque era justo la contraria a su propia inclinación. Ahí, en la cabeza de Jonás, no se estaba confundiendo la voz de Dios con su propia voz: lo que Dios le pedía estaba claro, y a lo que debía renunciar, también.
La comodidad generalmente nos engaña. Tiene la facilidad de ponernos una venda bien tupida en los ojos y lo hace en varios sentidos muy prácticos.
De ahí el llamado: a vivir justamente, a vivir santamente, aunque eso nos suponga ceder un cierto o todo grado de nuestra comodidad, a cumplir el gran llamado por el que la Iglesia aún sigue aquí, a sacrificar de nuestra felicidad en aras de ser más como Cristo, que no escatimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, que abandonó Su propia comodidad y gloria por acercarse a nosotros, basura.
Pero no llamamos a un abandono de la comodidad desde una posición mártir gratuita, ya que Dios nos da las cosas para que las disfrutemos, sino desde la convicción que nos dice, cuando somos realmente honestos, que si bien es lícito y adecuado disfrutar de lo que tenemos, no lo es hacerlo al margen de Quien nos lo dio, y mucho menos sacrificando Su llamado por el nuestro.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o