Fetichismos

A la Real Academia de la Lengua, que tan brillantemente nos ha ofrecido no hace mucho tiempo, un actualizado “Diccionario de la Lengua”, le cuesta menos, proporcionalmente, incluir en el índice unas palabras de tráfico reciente, como "tableta", "gigabyte", "hacker", "hipervínculo", "dron", "intranet" o "wifi"; algunas más asociadas a las redes sociales, como "redes sociales", "tuit", "tuitear" o "bloguero"; otras más directamente vinculadas con los deportes como "taquito"; y palabras asociadas a los negocios como "coach", "establishment", "mileurista" o "teletrabajo" que, modificar el sentido de otras que ya están archivadas, y de las que no se perfeccionan y actualizan sus definiciones.

Un claro ejemplo es el concepto “fetiche” por el que se entiende: “un ídolo u objeto de culto en tierra de salvajes”. Y por “fetichismo”, bien ese culto, bien la idolatría o veneración excesiva. No estoy muy de acuerdo, aunque siga siendo un aprendiz de escribidor, con que sólo se modernice nuestro vocabulario, y no se perfeccione y así mismo se contextualicen vocablos clásicos. Tendremos que conformarnos con lo puesto, si no hay más leña que la que arde, y no seré yo, pobre de mí, quien eche leña al fuego ¿o sí?...

En los días anteriores y durante los mismos de la Semana Santa de Abril del 2015 he asistido, como imagino con millones de españoles, a ver en muchos canales de televisión, en los públicos más, y visto en muchos medios de comunicación escritos, en los de accionariado católico-romanos más, cantidad de información, procesiones, comunicados, escritos y páginas a todo color del extraordinario fervor ¿fetichismo? en España, durante la Semana Santa. Nunca se celebran fiestas más a gusto, que cuando se inventan en el nombre de Dios. Nunca se gobierna o influencia en la política más seguro que cuando se hace en nombre de Dios. Nunca se mata con más cruel saña –como el yihadismo lo hace  como cuando se hace en nombre de un dios como “Alá”. Nunca se gana dinero más aséptico (el agua bendita debe ser un buen detergente) como cuando se gana en nombre de Dios. O sea, que para conquistar el reino de este mundo conviene referirse al otro.

Me es natural “Desde el Corazón”, como articulista, que vea con poca condescendencia el fetichismo tan apabullante que sigue imperando en nuestra España actual, y éste con no sólo el “nihil obstat” de la curia o cúspide, sino con la masa de quienes de alguna forma practican la idolatría y la religiosidad con guirnaldas y folclore sin ser el pueblo llano y cristiano.

Y hablando de “fetichismos” ¿no es curioso que para aparecer ante la multitud rey de este reino, haya que pagar tributo al reino de la religiosidad fetichista? y aquí tenemos al Rey Felipe VI, quien visitando en Sevilla ¡faltaría más en este tiempo! una empresa que lleva 75 años fabricando productos de limpieza, apareciese también como un “cofrade” más, saludando a los costaleros de uno de los pasos, mirando a la Virgen de las Mercedes, nombre de su abuela paterna, que no se perdía casi nunca los desfiles semana santeros y junto a las autoridades políticas y religiosas hispalenses, ver de cerca esta virgen de las Mercedes, una más de las muchas que se han inventado, y que sin duda avergonzarían a la única virgen María. Y ¿qué decir del fetichismo del Cristo de los Legionarios, quienes llevan a hombros y desfilan con el Cristo de la Buena Muerte, como el testigo de los que un día juraron morir en el combate como su mayor honor? y el fetichismo más comercial se concentra en procesiones inventadas a mayor competitividad y tronío: la de nuestro Padre Jesús Nazareno (el abuelo) y nuestra señora de los Dolores, la del Cristo de la Luz, de la Agonía, del Santo Entierro, de la Salud junto con la señora de las Angustias, el Cristo Yaciente, del Gran Poder, de las Ánimas, y cientos de cofradías más con miles de cofrades esparcidos por la España de la religiosidad, que no de la genuina espiritualidad.

“Desde el Corazón” puedo percibir todas estas equivocadas formas de adoración y bien claras, contrarias a los principios bíblicos y del Evangelio, pero así y todo quiero lanzar una oda al aire, de que este fetichismo, no es tan flagrante como el que conocíamos de antaño, con fetiches en santuarios como: una sandalia de San Pedro, un trozo de cinturón de San Andrés, cinco espinas de la santa corona, fragmentos del lignum crucis, y el tiempo me faltaría para mencionar el trasiego de los huesos y partes de santa Teresa, Juan de la Cruz y otros místicos, que el mismo Unamuno ¡no sorprende que se le considerase agnóstico cuando no Protestante!; los llamó los vaivenes del padrecito y la madraza. Lo que menos gracia tiene, es que el ser humano cambia el decorado del fetichismo pero sigue ignorando lo que no entiende o no desea entender de la genuina Fe, porque ésta tiene que ver con manifestarse en conductas nobles de vida y no festivaleros teatros religiosos. Equivocados, en todo caso, son aquellos que consienten por interés de cualquier tipo, turbias adoraciones. Así que este aprendiz de escribidor, sugeriría que se cambiase la definición de la RAE de fetiche: “un ídolo u objeto de culto en tierra de salvajes” por esta otra: “un ídolo u objeto de culto en tierra de modernidad”.