La octava bienaventuranza demuestra que perdemos tiempo defendiéndonos de los que nos persiguen y maltratan; porque ellos solo están confirmando que vamos camino a la gloria eterna.
Cuando la plebe insultaba a Jesús en el Gólgota, uno de los dos malhechores junto a Él en un ataque póstumo de egoísmo le desafiaba con injurias para que bajase de la cruz y los salvase. Por su parte, el sufriente Hijo de Dios decía al Padre: ‘Perdónalos, porque no saben lo que hacen”1
Así como la mayoría de actores y testigos de la crucifixión no sabían lo que estaban haciendo con Jesús, la octava bienaventuranza revela que nuestros perseguidores tampoco saben lo que hacen.
Aunque estén convencidos de servir a la justicia mintiendo, calumniando y vituperando a los seguidores de Jesucristo, no saben que están transformando en bienaventurados a sus perseguidos; facilitándoles su gloriosa entrada al reino de los cielos, como lo promete Jesucristo.
Vimos en nuestro anterior artículo la justicia humana2, como primer análisis conceptual. Afirmábamos que en las sociedades organizadas conforme al Derecho delinquir merece un castigo que es aplicado por oficiales de justicia. Preguntábamos si a esa justicia estaba refiriéndose Jesús cuando dijo:
“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.” 3
En este artículo analizaremos el segundo concepto bíblico:
2. La justicia divina.
El libro de los Hechos de los Apóstoles narra la milagrosa eclosión de la iglesia en Pentecostés. No obstante, cuando su portentoso crecimiento causaba asombro, los mismos celos que habían impulsado a los judíos a perseguir, condenar y matar a Jesús se volcarían ahora contra los cristianos. Esos religiosos, sin saberlo, cumplían con la persecución anunciada por el Maestro a sus discípulos en la octava bienaventuranza. Sus apóstoles seguramente recordarían aquellas otras advertencias:
“Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” 4
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” 5
La historia de la misión encomendada por Jesucristo a sus seguidores está marcada por la persecución desde el comienzo de la iglesia. Lo que le hicieron a la cabeza ¿no lo harían también al cuerpo? 6
El cierre de las bienaventuranzas se concentra con una frase que no encaja del todo en el imaginario ‘occidental y cristiano’ en estos tiempos que vivimos: “Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.” 7
¿TENEMOS QUE GOZARNOS PORQUE NOS PERSIGAN?
Los profetas a los que se refiere Jesús son aquellos que hablaban de parte de Dios. Había una identidad indisoluble entre el mensaje que entregaban al pueblo y ellos mismos; no había contradicción alguna entre lo que hablaban y su conducta. Vivían ‘contra corriente’ y profetizaban lo que el pueblo y sus gobernantes no deseaban escuchar. Por esa causa fueron perseguidos, atormentados y apedreados hasta morir. Lo hicieron los mismos que se vanagloriaban de haber sido escogidos por Dios entre todas las naciones, aunque se rebelaban constantemente contra Él y sus enviados. Esto hacían mientras escuchaban a los falsos profetas que adulaban a reyes y cortesanos.
Al acercarse la hora de su muerte un conmovido Jesús exclamaría: ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!8
Las épocas cambian, mas no así el ser humano. Los valores de nuestra sociedad de consumo están moldeados por las leyes de la economía neoliberal. Los artífices de la religión del dios mercado con su prédica desde los clubes de poder transnacional son reverenciados como profetas. Los popes de la industria, el comercio, el marketing, los multimedios y la política de Estado, todos ellos, viven de los consumidores y contribuyentes.
Como de tener se trata, los que dominan pactan acomodando sus intereses en torno a conceptos como ‘sustentabilidad democrática’, entelequia basada en la defensa de la propiedad privada (la de los ricos) y el pregonado ‘derecho a la felicidad’ (que no se respeta a los pobres y oprimidos).
Hay muchos ‘cristianos’ cómplices que, lo sepan o no, consienten con el sistema reinante y consideran desubicados o ‘zurdos’ a los que denunciamos con la Biblia la injusticia social cada vez más dominante.
La iglesia de Cristo está en este mundo y su sistema. Aunque no pertenece a ellos, 9 es presionada a través de individuos carnales. En algunos casos logran transformar a la iglesia local en una verdadera empresa; o en una ONG filantrópica en otros. Por sus resultados cuantificables demuestran tener mucho éxito. Las estadísticas revelan crecimiento numérico, expansión edilicia y tecnológica. Se llevan bien con gobernantes, empresarios, banqueros y cada vez tienen más gente 10.
Pero, también ocurre que la iglesia de Cristo está en sitios donde familias enteras que nacieron donde sus antepasados, educan a sus niños, trabajan y se relacionan, son expulsadas por causa de no profesar la religión del Estado. También está allí donde hay casos de discriminación y bullying en la escuela, el empleo, los comercios, el barrio donde viven. Son muchos más estos casos que aquellos que los medios destacan –si los consideran rentables- mostrando videos y fotos de lugares de culto incendiados, cadáveres incinerados y diseminados en las calles, fosas comunes aún humeantes, niños huérfanos llorando. Unos y otros son ejemplos de la persecución anunciada por Jesús.
¿Cómo entender esta justicia?
A esa pregunta que muchos formulan no cabe otra respuesta que la dada por Pablo, el apóstol de Jesucristo a los gentiles, al Procurador Romano Félix, cuando comparece ante quien decidirá su destino. Leemos:
"Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré."11
En honor al lector, será Charles Spurgeon quien explique este concepto (mucho mejor que este autor). Lo compartiremos en dos partes. La primera comienza así:
“El poder del Evangelio se manifiesta en su maravillosa grandeza cuando vemos su impacto sobre los corazones consagrados a él, cuando se ven sujetos a tribulación, a persecución o aflicción. ¡Cuán poderoso ha de ser ese Evangelio, pues, cuando entró en el corazón de Pablo, ya no pudo ser expulsado nunca de allí! Pablo sufrió la pérdida de todas las cosas, y las tuvo por basura, para ganar a Cristo.
Para difundir la verdad se enfrentó a penalidades, a naufragios, a peligros en tierra y peligros en el mar, pero ninguna de estas cosas lo hizo desistir, y no consideró valiosa su vida, pues quería ganar a Cristo y ser hallado en Él. Una persecución se sucedía a la otra; fue azotado con varas por los judíos; fue arrastrado de un tribunal a otro; casi no hubo ninguna ciudad en la que no encontrara que le esperaban cadenas y prisión. Atacado en su propio país, es acusado en Jerusalén, y procesado en Cesarea; es llevado de un tribunal a otro en busca de quitarle la vida.
Pero observen cómo conserva siempre la prominente pasión de su alma. No importa dónde lo pongan, pareciera ser como John Bunyan, que dice: ‘si me dejaran salir hoy de la prisión, predicaría otra vez mañana el Evangelio, por la gracia de Dios.’
No, es más que eso, pues lo predicó en la prisión y lo proclamó delante de sus jueces.
Estando delante del Sanedrín clama: ‘Acerca de la resurrección de los muertos soy juzgado.’
Cuando fue citado a comparecer ante Agripa, Pablo relata su conversión y habla tan dulcemente de la gracia de Dios, que el propio rey exclama: ‘Por poco me persuades a ser cristiano.’
Y aquí, en nuestro texto, cuando comparece delante del Procurador Romano para ser juzgado en un juicio en el que están en juego su vida o su muerte, en lugar de comenzar a defenderse a sí mismo, diserta ‘de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero’, hasta que su juez se espanta, y entonces, el que se sienta sobre el trono toma el lugar del prisionero, y ahora el prisionero lo juzga en anticipación de aquel tiempo cuando los santos juzgarán a los ángeles, como asistentes que participan con Cristo Jesús.”12
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En nuestra próxima concluiremos con la segunda parte de la exposición de Spurgeon y con nuestro análisis de las Bienaventuranzas de Jesús. Será hasta entonces si el Señor lo permite.
Notas
Ilustración: en coincidencia con la recordación del sacrificio de nuestro Señor, valga la ilustración de quien fuera perseguido por causa de la Justicia y voluntariamente se entregó para que nosotros accediéramos al perdón de pecados y la vida eterna.
01. Lucas 23:24.
02. ‘¿Cómo defendernos cuando nos persiguen?’ http://protestantedigital.com/magacin/35653/como_defendernos_cuando_nos_persiguen
03. Mateo 5:10,11.
04. Ibíd. 10:22.
05. Juan 16:33.
06. Jesús dijo: “El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa? Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Mateo 10:24-28. Por su parte, Pablo lo expresa personalmente: “estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.” 2ª Corintios 4:8-11; comparar con Gálatas 6:17.
07. Mateo 5:12.
08. Lucas 13:34. Comparar con Jeremías 35:15; 44:4; Amós 2:11,12;3:7; Zacarías 7:7,12; Mateo 2:23; 7:12; 11:13; 23:29-34;Lucas 6:26.
09. Juan 17:12-23; 18:36.
10. Se recomienda leer: ‘Puntos fuertes y puntos débiles del movimiento evangélico’ por Greg Pritchard, traducido por Joana Morales: http://protestantedigital.com/blogs/35671/puntos_fuerte_y_puntos_debiles_del_evangelicalismo
11. Hechos 24: 25.
12. “El Sermón de Pablo ante Félix” por Charles Haddon Spurgeon . Fue predicado la mañana del domingo 10 de Enero de 1858, en el Music Hall, Royal Surrey Gardens, Londres. Leerlo completo en: http://www.spurgeon.com.mx/sermon171.html
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