Iremos tratando, con el bagaje científico y teológico de que disponemos, y desde una posición de humildad, los diversos aspectos de una confrontación entre Ciencia y Religión que todavía no ha terminado.
Este enunciado se desarrollará en una serie de artículos que irán viendo la luz de manera progresiva. El objetivo de este autor es ambicioso, y soy consciente de que hay que revestirse, y llenarse, de una sincera y profunda humildad para ser honesto en cuestión tan delicada. Considero que es, además, necesario no caer en dogmatismos; tanto en el campo científico como en el teológico. Dogmatismos que han contribuido a crear una confusión dialéctica entre la Ciencia y la Revelación Bíblica, cuando no han abocado a posturas rígidas e intransigentes que terminaron consumiendo vidas en las hogeras de la, tan mal llamada, “Santa Inquisición”. Institución criminal tanto en el campo católico, como en el protestante, pero fundamentalmente en el primero. Por otro lado, también, es imprescindible disponer de algunos conocimientos, serios, ya sea en el campo de la Ciencia, como en el de la Teología, para poder aportar “algo” que arroje alguna luz en un mundo donde existen tantas tinieblas.
A pesar de vivir en el siglo XXI, es escandalosa la ignorancia que reina, en el campo secular en general, y en el campo cristiano en particular, en cuanto al tema que nos ocupa. Dentro de las denominadas Iglesias cristiano-evangélicas la pobreza de conocimientos y formación cultural es la tónica general, y la carencia de formación bíblica (teológica) es de una pobreza desmoralizadora. Pero la ignorancia es muy atrevida y es capaz de emitir juicios sin disponer de las pruebas adecuadas que los sustenten. Esta falta de formación teológica supone perder la oportunidad de valorar, de manera adecuada y ecuánime, tanto lo que se deviene en el campo de los avances científicos, como en el de las aportaciones teológicas ¡tan importantes! que se han venido realizando a lo largo del siglo XX.
Volviendo al tema general de Ciencia y Religión, los diversos autores cuando tratan esta temática, en realidad se están refiriendo a Ciencia y Biblia. Se presupone que la Ciencia y la Biblia tratan aspectos muy diferentes de la Realidad y que sus contenidos son contradictorios y opuestos entre si. A lo largo de la Historia (al menos de los últimos dos mil años) tanto la Ciencia, como la Biblia se han excomulgado mutuamente, pretendiendo tener cada una el monopolio de la Verdad.
Para un científico serio la verdad absoluta no existe y para un cristiano concientizado la verdad como absoluto solo la tiene y la contiene Dios.
La verdadera confrontación entre la Ciencia y la Biblia tiene su arranque primigenio en el siglo XVI. En el mundo occidental se considera que es de este siglo de donde emerge la Ciencia como una realidad que con anterioridad se consideraba como no existente. Aquí empiezan las más enconadas confrontaciones dialécticas entre la Ciencia y la Biblia, o si queremos ser mas realistas entre los científicos y los teólogos. Hasta este momento histórico del devenir humano el monopolio de la verdad estaba en mano de los teólogos y para ellos no existía dicotomía alguna (hablo del mundo occidental) entre Ciencia y Religión. Tanto es así, que había muchos científicos que eran teólogos y muchos teólogos que eran científicos. Así constaba en su lugar de trabajo: apartamento dividido en dos secciones, y donde se podía leer: laboratorio para laborare (1ª sección) y oratorio para orare (2ª sección). También hay que tener en cuenta que, en múltiples cuestiones, de vital importancia y trascendencia, el mundo occidental iba bastante retrasado con respecto al mundo oriental. Y hablando de cristianos y de cristianismo nadie debiera de olvidar que Jesucristo era un oriental. Además verdades que habían sido descubiertas, por auténticos sabios y científicos griegos, fueron sepultadas por la intolerancia de la mas estricta intransigencia, y solo a partir del siglo XVI volverían a ser rescatadas y desarrolladas de manera mas avanzada y consecuente por científicos serios y rigurosos, la mayoría de los cuales eran cristianos.
Para el autor, cristiano con una experiencia de conversión por la regeneración de la Palabra de Dios, y científico en el campo de la salud mental, no existe contradicción alguna entre la Biblia y la Ciencia, sino más bién todo lo contrario: los descubrimientos científicos constituyen un material de inmenso valor para comprender mejor muchos pasajes de la Revelación divina y ésta nos dota de la infraestructura indispensable y suficiente para “ver” con más claridad y nitidez los descubrimiento científicos.
Para finalizar esta introducción quisiera señalar que se dan diversas fases históricas del enfrentamiento ideológico y dialéctico entre Ciencia y Religión. Yo destacaré las cuatro que me parecen más relevantes:
1. Momento astronómico. (Siglo XVI)
2. Momento antropológico. (Siglo XIX). A su vez, se subdivide en tres:
a) momento biológico
b) momento psicológico
c) momento genético
3. Momento sociológico. (Siglo XIX y XX)
4. Momento científico-tecnológico. (Siglo XX y XXI)
En próximos artículos iremos tratando, con el bagaje científico y teológico de que disponemos, y desde una posición de humildad, “con temor y temblor”, como diría el apóstol Pablo, los diversos aspectos de una confrontación entre Ciencia y Religión que todavía no ha terminado. En el capítulo primero se volverá a hacer referencia a diversos aspectos que, se esbozan en esta introducción.
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