¡Seré pobre, pero limpito!

Hay algunos seres que nos ayudan a hacer más llevadera nuestra vida diaria. Son los que emplean el buen humor para referirse a los múltiples males sociales que el maligno que gobierna el mundo¹ nos obliga vivir.

Esta mañana no pude menos que recordar la frase repetida por Carlitos Balá, uno de esos seres especiales que saben sacarnos una sonrisa en momentos de perplejidad o desánimo. Mis padres me permitían escucharlo por radio; luego mis hijos y nietos han reído con su gracia y sus dichos carentes de golpes bajos.

El tema de la limpieza es crucial en todas las Escrituras. Cuando abordamos la sexta bienaventuranza nos encontramos con que el Maestro de Galilea nos asegura una verdad cósmica y eterna que es central en el Mensaje evangélico:

“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.” ²

Gracias a comentaristas bíblicos citados ya por este autor ³ venimos repitiendo que no es correcto usar las enseñanzas de Jesús de manera puntual, aisladas del resto del contexto bíblico.

Esta manera de predicar –tan común en aquellos que sacan sermones de una palabra o texto - genera no pocas doctrinas falsas de hombres que no entienden la profundidad del Mensaje de Redención. Por aferrarse a algo digno de ser entendido como verdad eterna aplicable al presente, algunos lo manipulan haciéndole decir aquello que no dice. Le agregan sus ideas e interpretaciones que, aunque sean hechas con toda buena intención, no siempre respetan la verdad bíblica que se dice predicar.

Se termina en la superficie, y allí se cae en el vil comercio con la necesidad ajena; tal como hacían los mercaderes del Templo de Israel que habían transformado el atrio en un concurrido mercado⁴.

La sexta bienaventuranza está en el segundo lote donde se revelan consecuencias directas de las anteriores y sigue al carácter misericordioso de los que creen en Jesucristo y son sus obedientes seguidores. No hay mayor libertad que el lazo de unión entre los creyentes y el Señor Jesucristo.

En esta primera parte intentaremos describir a modo de bosquejo, la importancia de ser pobres y limpios de corazón. Esta unidad indisoluble entre la primera y la sexta bienaventuranzas ya existía en el AT a manera de figuras de lo que luego convertiría en realidad la persona del Hijo de Dios, el único ser encarnado por obra de Dios, para revelación de su justicia y amor perfectos a favor del pecador.

Referiré cuatro ejemplos de ello, a continuación.

1. La limpieza que refleja seguridad.

“Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos.”⁵

Jacob –luego llamado Israel por decisión de Jehová- viene de sufrir el acoso de Esaú, su hermano con quien había comerciado el derecho de la primogenitura de su padre Isaac. La persecución había desviado a toda la familia del camino trazado por Dios a su pueblo escogido, figura de la familia de fe que estaba construyendo alrededor del Cordero que quita el pecado del mundo.

En estas circunstancias, toda la familia estaba contaminada por haberse entregado a dioses ajenos. En lugar de confiar y esperar en la voluntad de Dios, prefirieron confiar en sus propias interpretaciones y decisiones. Se habían fabricado una doctrina familiar propia. Pero equivocada.

La limpieza que les ordena Jehová es directa:

a. Debían eliminar todos los dioses: fetiches, talismanes, altares, costumbres, inclinaciones, modas, tendencias, interpretaciones, normas propias, etc.

b. Debían lavarse: purificarse de todo efecto residual de aquella manera vana de vivir a causa del miedo y debilidad propios del que no cree en el Dios único y verdadero.

c. Debían cambiarse de ropa: quemar todo lo exterior que fuese rémora de la pasada manera de vivir huyendo del mal que se cernía sobre ellos.

El lector puede ir asociando esto con lo que Jesús vendría a hacer por su iglesia.

2. La limpieza que cura la llaga del pecado.

“Y al séptimo día el sacerdote le reconocerá de nuevo; y si parece haberse oscurecido la llaga, y que no ha cundido en la piel, entonces el sacerdote lo declarará limpio: era erupción; y lavará sus vestidos, y será limpio.”⁶

Cuando alguien enfermaba y su piel se llenaba de manchas, la tal persona debía acudir al sacerdote para que este aconsejara qué hacer. No había médicos como los hay hoy, especialistas para cada enfermedad o parte del cuerpo humano. Pero la peor de las enfermedades era la lepra. Esta enfermedad de origen bacteriano es símbolo de la mugre que infecta al ser humano. En las Escrituras es símbolo del pecado y el efecto que causa en el pecador.

“Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.”⁷

El sacerdote intervenía y luego de comprobar que la mancha había desaparecido mandaba a la persona lavar su ropa, desinfectándola para no volver a contraer la enfermedad. Era el símbolo de que estaba limpia.

Nuevamente, tenemos aquí la figura de lo que Jesucristo, nuestro perfecto sacerdote hizo al venir a la tierra: ofrecerse en sacrificio perfecto para limpieza de todo aquél que cree en Él.

3. La limpieza que habilita al sacerdocio.

“Así harás para expiación por ellos: Rocía sobre ellos el agua de la expiación, y haz pasar la navaja sobre todo su cuerpo, y lavarán sus vestidos, y serán purificados.”⁸

Después de que Moisés cumpliese al pie de la letra las instrucciones de Jehová en la construcción del Tabernáculo, el templo portátil, que era figura de Jesucristo en el AT, había que formar un sacerdocio que oficiaría bajo las órdenes de Jehová, Dios de Israel; no de hombres.

Sin embargo, Moisés había sido escogido para llevar a cabo esas instrucciones.

Los de la tribu de Leví, sin posesiones materiales ni herederos de tierras por derecho propio, debían ser lavados y depilados antes de poder entrar al Tabernáculo para interceder por el pueblo. Todo, incluso sus ropas debían ser limpiadas vez, tras vez, so pena de morir.

Vayamos sacando lecciones, estimados lectores, de lo que hizo Jesucristo – varón perfecto, sin pecado – para asegurar su mediación expiatoria por nuestros pecados ante Dios.

También comparemos el estatus de los levitas con el de ciertos líderes eclesiásticos contemporáneos.

4. La limpieza que asegura perpetua redención.

“Te lavarás, pues, y te ungirás, y vistiéndote tus vestidos, irás a la era; mas no te darás a conocer al varón hasta que él haya acabado de comer y de beber.”⁹

Rut es una mujer emblemática en el AT pero también trasciende la historia de la redención. Su suegra había enviudado, y también se había quedado sin sus dos hijos. Uno de ellos dejó viuda a Rut; el otro a Orfa, su concuñada; esta decidió volver a Moab, su tierra natal. Pero Rut se quedó con Noemí. La sabia mujer instruirá a su fiel nuera para asegurar la redención de ambas.

De acuerdo a la ley de entonces –nada que ver con los desatinos actuales que generan juicios de familia interminables- la mujer que quedaba sin descendencia estaba desahuciada; mejor le era morir. Por eso Rut se compadece de su madre política y, aunque no tenía la misma religión, decidió hacerle compañía. Su entrega total a favor de esa sufriente mujer que había perdido los tres varones de su vida, son emblemáticos de lo que Dios puede hacer en nuestras circunstancias extremas.

Recomiendo leer el libro de Rut. Enternece la delicadeza del relato, la limpieza de conducta de mujeres y hombres que, cumpliendo con el Plan divino –aún sin saberlo- constituyen eslabones de carne y hueso en la historia de la redención del hombre provista por Dios desde antes de la Creación¹⁰.

Como leemos, del matrimonio milagroso con Booz, Rut se convirtió en bisabuela de David, de quien desciende Jesús, conforme a la promesa divina.

La limpieza de corazón es esencial para quien desea ver a Dios. Eso es lo que indica la sexta bienaventuranza de Jesús. A ella volveremos en nuestra próxima entrega, si el Señor lo permite.

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Notas.

Ilustración: el actor conocido como Carlitos Balá, un ejemplo de conducta actoral de alguien que nunca empleó una palabra soez en sus actuaciones. La limpieza de su lenguaje le hizo ser amado por niños y adultos. Carlitos Balá (13/08/1925), actor cómico y humorista argentino nacido en Buenos Aires, de padre libanés. Cuatro generaciones de argentinos han reido con él desde la infancia. http://es.wikipedia.org/wiki/Carlitos_Bal%C3%

01. 2ª Corintios 4:4; Efesios 6:12; 1ª Juan 5:19b.

02. Mateo 5:8.

03. Martyn Lloyd Jones y Charles Spurgeon.

04. Jeremías 7:11; Mateo21:13; Marcos 11:17; Lucas 19:46.

05. Génesis 35:2.

06. Levítico 13:6.

07. Isaías 1:5b, 6.

08. Números 8:7.

09. Rut 3:3.

10. Mateo 1:5, 6.