La misión es integral: hablar de salvación es hablar de liberar el alma, pero también de liberar el cuerpo, la mente, el corazón.
Hoy vamos hasta Costa Rica para hablar con Mª Alejandra Andrade Vinueza, ecuatoriana, socióloga de formación y con estudios superiores en Cooperación Internacional, Gerencia de Proyectos, Teología y Derechos Humanos. Actualmente se desempeña como Coordinadora de Movilización de Juventudes y Campañas para América Latina y el Caribe en Visión Mundial. María Alejandra y su familia viven en Costa Rica y sirven en la Comunidad Cristiana Vida Abundante como asesores del Eje social, ministerio a cargo de la formulación e implementación de proyectos de alcance social dentro y fuera de Costa Rica.
Seguimos hablando de Jesús, el Jesús en quien se cumplió la Escritura que dice: "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor". El Jesús que recorría pueblos y aldeas y enseñaba en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas de Dios, pero que también iba sanando toda enfermedad y dolencia, quitando demonios, bendiciendo... preocupándose por la realidad social a la que había descendido. Su actuar debe ser el modelo a seguir por su iglesia, para que nadie diga de ella lo que dijo Dietrich Bonhoeffer de la de su tiempo, mientras estaba en cautiverio: "Nuestra iglesia, que durante estos años ha luchado solo por su propia subsistencia, como si esta fuera una finalidad absoluta, es incapaz de erigirse ahora en portadora de la Palabra que ha de reconciliar y redimir a los hombres y al mundo" (Resistencia y Sumisión. Cartas y apuntes desde el cautiverio. Ediciones Sígueme).
Pregunta.- Si hoy Jesús le preguntara, ¿quién crees que soy yo? ¿Qué le respondería?
Respuesta.- Le respondería que es quien da sentido a mi vida. Es mi Salvador, mi Maestro, mi modelo, mi esperanza, mi motor.
P.- ¿Cómo y cuándo lo conoció? ¿Es para usted un amigo?
R.- Yo crecí en un hogar católico, con tradiciones que apuntaban constantemente a Jesús, así que crecí sabiendo acerca de Jesús (no necesariamente conociéndolo). Comencé a relacionarme de manera más personal con Él en mi adolescencia, alrededor de mis 16 años, en una época en la que habíamos tenido muchos altibajos como familia que nos animaron a acercarnos más a Dios. En ese tiempo comenzamos a asistir a una iglesia evangélica y nos gustó el hecho de que nos motivaran más a leer la Biblia por nosotros mismos, a escuchar la voz de Dios de manera personal y a responderle de manera más natural. Hoy por hoy, Jesús es un “alguien” para mí, un “alguien muy cercano”, un amigo. Ya no es el ser trascendente y lejano que mira de lejos cómo lidiamos con la vida.
P.- ¿Hay evidencias históricas del paso de Jesús por la tierra? ¿Podemos los cristianos hablar de un Jesús histórico?
R.- Sí, yo creo que hay evidencias científicas e históricas de que Jesús existió, no solamente en la tradición judeo-cristiana, sino que inclusive otras tradiciones religiosas (Islam, Hinduismo, entre otros) también admiten la existencia de Jesús. No solamente estoy convencida de que los cristianos podemos hablar de un Jesús histórico sino que creo firmemente que debemos reflexionar más sobre el hecho histórico de la vida de Jesús. Esto no implica quitarle valor al hecho religioso y el significado espiritual, pero sí nos invita a explorar más el contexto social, económico, religioso, político en el que Jesús vivió y a darle más valor al significado revolucionario y contra-corriente de su vida y accionar. Creo que eso nos daría más “luces” sobre cómo asumir nuestra fe cristiana en nuestro tiempo.
P.- ¿Por qué decimos los cristianos que Jesús es nuestro Salvador personal?
R.- Porque los cristianos creemos que Jesús vino a la tierra para librarnos de nuestros pecados, a cada uno de nosotros. Al hacerlo, nos reconcilia con Dios Padre y nos abre el camino a la vida eterna. Esta interpretación, a mi modo de ver, hace énfasis en el sentido espiritual y religioso de la venida de Jesús –y está bien- pero deja un poco de lado el sentido histórico de su venida.
P.- ¿Cómo puedo explicarle a una persona que no le conoce, que fue enviado por Dios para salvarle?
R.- A mi modo de ver, hay algunos elementos importantes que yo buscaría enfatizar:
P.- En las Escrituras dice que Jesús es el intermediario entre Dios y los hombres. ¿Por qué piensa que muchos cristianos buscan otros intermediarios dejándole de lado?
R.- Intermediarios pueden ser muchas personas o cosas: mi pastor, el sacerdote de mi parroquia, la líder de mi célula, pero también mi piedad –las muchas oraciones, las buenas obras, etc. Quizás no logramos entender la magnitud y significado de la gracia, la gracia inmerecida que no depende de mis buenos actos sino de la misericordia y amor de Dios.
P.- ¿Cuál fue la misión que se le encomendó al bajar a este mundo? ¿Es integral esta misión, es decir, incluye las necesidades básicas del ser humano, desde su necesidad de Dios, pero también su necesidad de alimento, educación, salud, relaciones, amor...?
R.- Por supuesto que la misión es integral. Hablar de salvación es hablar de liberar el alma –claro que sí- pero también de liberar el cuerpo, la mente, el corazón. Debido a que el ser humano no es un ente independiente y aislado de su contexto histórico, salvación tiene que ver también con romper estructuras de opresión que impiden su desarrollo pleno e integral. Se trata de estructuras políticas, culturales, económicas, sociales, religiosas que limitan el acceso a los servicios básicos y el cumplimiento de los derechos humanos y la justicia.
P.- ¿Por qué piensa que Dios le envió como si fuera cualquier ciudadano de a pie... Se esperaba a un rey poderoso que acabara con el yugo romano...
R.- Porque Dios no es un ser humano ni encaja con las estructuras humanas. Los israelitas esperaban un rey que destruyera al imperio romano y la librara de la opresión. Si bien es cierto esa era una expectativa real y justificable, la salvación que se necesitaba iba más allá de lo económico, político y social, por un lado, pero la estrategia de Dios era diferente: vencer al imperialismo con lo pequeño.
P.- ¿Por qué piensas que Jesús pone como ejemplo a los niños en medio de una sociedad que los ignoraba?
R.- Porque ese era -y es aún- otro aspecto en el que la sociedad necesitaba una transformación. El adultocentrismo y el patriarcado en general, en la época de Jesús era otra de las estructuras que necesitaban ser cambiadas. Al poner como ejemplo a los niños, Jesús estaba dando una profunda lección a la sociedad: no a los romanos (considerados “el enemigo opresor”) sino a los mismos israelitas. Eso demuestra nuevamente que la salvación, la revolución de Jesús, iba mucho más allá de romper el yugo del imperio romano. Lamentablemente, el patriarcado -y el adultocentrismo como una de sus aristas- siguen afectando a nuestra sociedad, 2000 años más tarde.
P.- Mucha gente piensa que esa actitud choca con las situaciones injustas que se suceden en el mundo: pobreza, llanto, violencia, corrupción, desastres ecológicos... ¿Qué podemos decirles?
R.- La niñez encarna una serie de valores que los adultos hemos perdido –y que no buscamos recuperar: sencillez, dependencia, sorpresa, espontaneidad, inocencia, entre otras. El mundo no valora este tipo de valores, pues son propios de personas “débiles”. Jesús, nuevamente, va contra la corriente y propone un mundo nuevo, regido por nuevos valores y expectativas diferentes. En esta propuesta, no es el más rico, el más grande o el más poderoso que gobiernan, con actitudes tan contrarias a las valoradas en la niñez. En este mundo, no gobernado por la ambición, la injusticia, la corrupción, es posible terminar con el llanto, la violencia, la pobreza. Es una utopía, pero si no somos capaces de mirarla en el horizonte, ¿hacia dónde caminaríamos?
P.- ¿Qué significan las Bienaventuranzas pronunciadas por Jesús? ¿Quién es el hombre citado en las mismas?
R.- Las bienaventuranzas son, nuevamente, un cambio de paradigma, las pistas de una sociedad nueva, regida por valores diferentes. El sólo hecho de pronunciarlas y de animar a sus seguidores a vivir conforme a ellas es un acto revolucionario que podría poner de cabeza al sistema. Qué pasaría si todos comenzáramos a vivir realmente bajo estos principios? El sistema actual no se sostendría, perdería fuerza y se iría a pique. El hombre citado no es un ser superior: la invitación a vivir las bienaventuranzas es para todos y todas.
P.- ¿Cómo podemos vivir las Bienaventuranzas aquí y ahora?
R.- Creo que lo primero que debemos hacer es comprenderlas a la luz del contexto en el que fueron pronunciadas, pero también aterrizándolas a la realidad en la que vivimos ahora. ¿Qué significa ser “mansa”, ser “pacificadora”, “tener hambre y sed de justicia”, “pobre de espíritu”, hoy, aquí, para mí? Si pudiésemos, al menos, tomar algunas actitudes que sean coherentes con las Bienaventuranzas, la revolución comenzaría.
P.- ¿Se comprometió Jesús con la realidad que le tocó vivir?
R.- Totalmente. El comprendía bien su entorno, su gente, la problemática que vivía. Conocía las causas más profundas, sabía en dónde estaba parado. Se identificó con los más vulnerables: mujeres, pobres, niños y niñas, extranjeros, viudas, enfermos, pecadores. Sus reacciones, actitudes y palabras fueron tan impactantes y revolucionarias porque confrontaron a los poderes de su época por medio de la no-violencia. Sin embargo, su propuesta era aún más agresiva porque implicaba cambios aún más profundos: cambios que iniciaban en la naturaleza misma del ser humano y se reflejaban en la sociedad.
P.- ¿Fue una estrategia el renunciar al poder que poseía? ¿Cuál fue su alternativa al dominio y poder e este mundo?
R.- Jesús no estaba interesado en el poder conforme el mundo lo entiende. Su estrategia nunca fue demostrar su grandeza y gloria como lo hubieran hecho los seres humanos. Su propuesta era contra-corriente: la propuesta del amor.
P.- ¿Cómo encaja en lo anterior su muerte y posterior resurrección? ¿Cuál su importancia para el hombre?
R.- Su muerte fue el resultado de su vida y accionar, que constituía una amenaza para el sistema imperante. Su resurrección fue la victoria total, ante todos los poderes espirituales y terrenales.
P.- Podemos concluir que el hombre es de suma importancia para Jesús, el Hijo, y para el Padre que lo envió. ¿Cómo debe entonces ser el papel de la iglesia frente al hombre y todas sus necesidades?
R.- La respuesta de la iglesia debe ser integral: no podemos seguir preocupándonos del “espíritu” únicamente, si el cuerpo, la mente, el corazón sufren. Tampoco podemos asumir la “obra social” desde una perspectiva meramente evangelística, como una “excusa” para llegar a las personas. Finalmente, creo que tampoco debemos asumir el evangelio integral a la ligera, sin preparación, sin reflexión y sin propuestas integrales. Mucho daño se hace cuando se tiene buenas intenciones y poca preparación. Jesús siempre conoció a profundidad su contexto y las raíces de los problemas; nosotros no podemos hacer menos que eso.
P.- Hace unos días hemos celebrado la Navidad. ¿Somos conscientes en esos días de su verdadero significado?
R.- No. Más bien estamos perdiendo el significado. El consumismo está ganándonos la batalla.
P.- ¿Cómo se celebra la Navidad en su casa?
R.- En casa procuramos que Navidad sea un tiempo de valorar la unidad familiar y la amistad, como regalos que Dios nos da. Procuramos también que sea un tiempo de reflexión sobre el significado de la venida de Jesús y las implicaciones para nuestro día a día. Finalmente, buscamos que sea un tiempo de renovación de nuestros compromisos: con Dios, con nosotros mismos, con nuestros seres más cercanos, con la humanidad.
Finaliza la entrevista. Gracias, Mª Alejandra, por participar en este diálogo sobre Jesús, del que siempre queremos hablar y conocer más; porque Navidad es todos los días, me dicen...
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