Para finalizar la serie sobre la genealogía de Jesús, Will Graham nos habla de Rut y la mujer de Urías.
Si no leíste la primera parte de nuestro estudio sobre Las abuelas escandalosas de Jesús, aquí tienes el enlace. La semana pasada hablamos sobre Tamar la incestuosa y Rahab la ramera. Hoy nos enfocaremos en las restantes dos abuelas que figuran en la genealogía del Señor según el primer capítulo de Mateo, a saber, Rut y la mujer de Urías.
¿Estás preparado para aprender?
Aquí va.
1.- RUT
La mención de Rut en la genealogía del Mesías judío es bastante chocante porque era de un lugar odioso llamado Moab. Además de ser una espina constante para los israelitas a lo largo del Antiguo Testamento, los moabitas eran fruto de una relación incestuosa entre Lot y su hija mayor justo después de la destrucción de Sodoma y Gomorra. Cada soplo de aire que respiraban los moabitas recordaba a los hebreos el repugnante legado de los sodomitas. Moab, en términos sencillos, era una semilla abominable, una nación maldita, escoria de la tierra. ¿Qué podría ser peor que pertenecer a la familia de Moab?
A la luz de este contexto, el primer versículo del libro de Rut resulta bien sorprendente cuando pone que un hombre de Belén (o sea, un judío) fue a vivir en Moab con su mujer y sus dos hijos (Rut 1:1). ¿Qué? ¿Un hombre de Dios viviendo en la tierra del diablo? ¡Madre mía! Es impensable, absurdo, imperdonable. Antes creería en Santa Claus que creer que un varón de Israel podría vivir en Moab. Pero allí está escrito en las Escrituras en blanco y negro. ¡Es una auténtica bomba!
Vivir con los moabitas, para nosotros en el siglo XXI, sería como invitar a Osama bin Laden a un cafecito o tomar una pizza con Saddam Hussein. Pero hay más, eh. No solamente fueron a vivir en Moab sino que los dos chicos se casaron. ¿Y sabes de dónde eran sus mujeres? A que no lo adivinas… ¡eran moabitas! No, no, no, no, no… ¡No puede ser! Los moabitas eran cerdos. La idea de incorporar sangre de cochinos en la familia hubiera provocado un escándalo.
¿Te puedes imaginar cómo hubiera sido una reunión con el resto de la familia años más tarde en Belén?
“Hey, tía Conchi, quiero que conozcas a mi esposa Rut”.
“Ah, Rut, ¡qué alegría conocerte, preciosa! Oh, me encantan tus pestañas. Qué ojos tienes. ¿De qué tribu eres, cariño?”
Y Rut responde, “Eeeeeee… bueno…”
Y la tía sigue, “¿De Gad? ¿De Judá? Ah, ya lo sé, eres de Neftalí, ¿verdad? Sus hijas siempre tienen unos ojazos…”
“Bueno, Conchi,” contesta Rut, “soy de Moab”.
…
…
…
Después de diez segundos de silencio total, la tía Conchi se cae muerta en el suelo.
La lectura del libro de Rut es fácil. Sólo tiene cuatro capítulos. Resumiéndolo brevemente, el hombre judío antes mencionado (Elimelec) muere junto con sus dos hijos en Moab, lo que nos deja con una viuda envejecida (Noemí) y sus dos nueras. Una de las nueras decide volver a su casa mientras que la otra escoge viajar con Noemí hasta el pueblo de Belén. Al llegar, la angustiada pareja no tenía ninguna fuente de ingresos por lo que Rut comenzó a espigar cebada para poder llegar a fin de mes. Y da la casualidad de que la moabita terminó en el campo de uno de los solteros más codiciados del pueblo, esto es, Booz. Ahora bien, no quiero destriparte el relato, pero para ir al grano: la pareja se enamora, se casan, se van a vivir juntos y tiene un bebé. ¿Sabes qué nombre le pusieron al niño? Obed. Y el último versículo del libro de Rut dice: “Obed engendró a Isaí e Isaí engendró a David” (Rut 4:22).
¿Sabes lo que significa esto? ¡Qué el rey más celebrado de Israel –el siervo de Dios David- tenía sangre moabita en su cuerpo! ¡Impresionante! ¿Y sabes algo aún más impactante? Que el Mesías prometido (el Señor Jesús) también tuvo sangre moabita en su genealogía. ¡Guaoooo...!
La razón por la que Rut está registrada en la genealogía del Señor es para enseñar que Jesús es mucho más que el Salvador de Israel. Cristo está interesado en todos los pueblos de la tierra (incluso quiere salvar a los moabitas). No hay ninguna nación que esté más allá del propósito misionero del Todopoderoso. La genealogía de Jesús revela la bendita verdad de que Dios salva a cerdos moabitas como Rut y cerdos moabitas como nosotros. Bajo la cruz todos somos uno. Moabitas y cerditos incluidos.
Ahora sería un buen momento para gritar: ¡Aleluya!
2.- LA MUJER DE URÍAS
La dama final en la lista de las abuelas escandalosas de Jesús es “la mujer de Urías” (Mateo 1:6). Si eres nuevo al mundo de la lectura de la Biblia, tal vez “la mujer de Urías” no significa mucho para ti. Pero, ¿si te dijera que esta misteriosa mujer se llama Betsabé? Es otra mujer muy, pero muy, problemática.
Betsabé es conocida por ser la madre del rey más sabio, o sea, Salomón. Pero también es famosa por verse envuelta en lo que se ha convertido en la noche de lujuria más infame de toda la Biblia.
Tomando una ducha relajante mientras su marido estaba fuera en la guerra, la hermosa Betsabé fue espiada y seducida por su propio rey. Nueve meses más tarde –vaya sorpresa- dio a luz sólo para que el niño muriera. Pero no te he comentado el detalle más importante de la historia. ¿Sabes cuál era el nombre del obsceno rey en cuestión? Su nombre era David. ¿Cómo puede ser? ¿Leíste bien? Sí, lo leíste bien. Su nombre era David, deletreado D, A, V, I, D.
Si no crees lo que acabo de decirte, echa un vistazo a 2 Samuel 11 donde se relata el episodio en toda su fealdad. La historia de Betsabé nos muestra el lado humano –demasiado humano- de David. A pesar de ser proclamado como el rey más importante de la historia de Israel, varón conforme al corazón de Dios, la Escritura nos demuestra este lado oscuro de David que tanto nos frustra. No nos gusta cuando nuestros héroes meten la pata.
Pero David hizo algo más que adulterar. En vez de estar peleando con su pueblo en la guerra, se acostó con la esposa de uno de sus solados (Urías), lo engañó, lo traicionó, lo manipuló, jugó con él psicológicamente, lo emborrachó y, finalmente, lo asesinó. La moraleja de 2 Samuel 11 es que el pobre hitita Urías tenía más médula ética en sus huesos que el ungido del Señor. ¡Qué tragedia! El rey más grandioso de Israel fue un sangriento adúltero y manipulador.
Por lo consiguiente, el nombre de “la mujer de Urías” no da una sensación muy positiva cuando aparece en la genealogía del Señor. Al fin y al cabo, el linaje del Mesías desciende de un par de sucios fornicarios. ¿Cómo te sentirías si tuvieras que decir a todo el mundo que tus padres fueron una pareja de estrellas de porno, entregados a la lujuria?
¿En qué estaba pensando Mateo el día que registró el nombre de “la mujer de Urías” en su lista? ¿Se le había ido la olla? ¿Había tomado demasiado sol andaluz? ¡Qué va! El Espíritu Santo llevó al apóstol a hacer mención de “la mujer de Urías” para que podamos entender el poder del mensaje de Navidad. La Navidad no es un mensaje de salvación de hombres santas y mujeres piadosas, sino que se trata de la buenísima noticia de que el Padre amante salva a hombres y mujeres viles por pura gracia mediante la obra de su Hijo y Espíritu.
La genealogía de Mateo nos dice que Dios puede perdonar a todos. Si Dios pudo perdonar a Betsabé la adultera y a David el manipulador, puede perdonar a cualquiera.
La Navidad nos dice que mientras haya Jesús, hay esperanza. Jesús, el santo, se acerca a mujeres incestuosas como Tamar, pervertidas con Rahab, moabitas como Rut y adulteras como la mujer de Urías. Si has entendido la gloria de todo eso, ¿qué más podrías desear para Navidad?
Jesús perdona. Jesús rescata. Jesús restaura. Jesús resucita. Por lo tanto, ¡hasta la tía Conchi tiene esperanza…! ¡Gloria a Dios!
¡Feliz Navidad a todos y un bendecido año nuevo! ¡Qué tu Navidad sea cristológica en todos los sentidos!
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