El proceso histórico, social y religioso que desembocó en el enraizamiento del cristianismo evangélico en Chiapas, fue diverso y ancho.
En los países de América Latina con mayor población indígena el cristianismo evangélico es una realidad bien asentada y dinámica. En Guatemala, Perú, Bolivia, Ecuador y México dentro de los también llamados pueblos originarios, cuyos antecedentes se remontan antes de la Colonia española, el cristianismo evangélico ha fructificado y posee tonalidades que le han dado los y las indígenas tras varias generaciones en las que hubo los primeros conversos.
Gran parte de la historiografía, ya sea la producida en el seno de diversas denominaciones evangélicas o de estudiosos externos a las comunidades de fe, ha reproducido la tesis que fueron los misioneros extranjeros quienes implantaron el protestantismo evangélico en tierras indígenas. Para el caso que me ocupa, el de Chiapas, tal aserto carece de evidencias históricas y es, más bien, una generalización que muestra desconocimiento de los modos en que se gestó el protestantismo indígena.
DEFINICIONES
Los orígenes de lo que hoy es el protestantismo chiapaneco fueron múltiples, de ahí que en un trabajo en el que describí las formas de diseminación de la creencia haya elegido el concepto de poligénesis para explicar su multiplicidad inicial.1 El proceso histórico, social y religioso que desembocó en el enraizamiento del cristianismo evangélico en Chiapas, fue diverso y ancho. En él se conjuntaron coyunturas sociopolíticas nacionales, especificidades regionales y los esfuerzos, externos e internos, de una amplia gama de misioneros convencidos de que era necesario evangelizar un territorio nominalmente católico, en el que se desconocía el mensaje del cristianismo evangélico.
En distintos círculos, tanto académicos como periodísticos existe la creencia de que el establecimiento inicial de credos no católicos en Chiapas fue preponderante o exclusivamente obra de misioneros extranjeros, particularmente norteamericanos y del Instituto Lingüístico de Verano.2 En esta convicción, que incluso es popular entre los mismos grupos protestantes/evangélicos, se diluye o desaparece el contexto histórico y social en el cual esos esfuerzos misioneros exógenos, que ciertamente existieron, se desarrollaron y se minimiza o desconoce el papel desempeñado por los actores endógenos. Tanto en el país como en Chiapas, antes de la presencia física del protestantismo, se fue construyendo un entorno que facilitó la aceptación de la nueva propuesta religiosa por parte de distintas personas y grupos.
Para el caso de Chiapas, especialmente en los pueblos indios de Los Altos, el alcance del catolicismo fue amplio pero superficial. En el siglo XIX el control de las comunidades indígenas por parte de los clérigos católicos se hizo cada vez más difícil. El trabajo de Rocío Ortiz Herrera demuestra que los indios alteños desarrollaron distintas respuestas ante la Iglesia católica.3 Hubo desde la apropiación y adaptación de la fe católica (incorporando creencias prehispánicas, muchas de las cuales subsisten hasta nuestros días), hasta lo que denomino “aceptación taimada” del catolicismo en los pueblos indígenas, es decir, mostrando aparente sumisión a las enseñanzas de los sacerdotes, pero una vez que éstos terminaban alguna de sus esporádicas visitas a las poblaciones los habitantes volvían a sus prácticas religiosas no católicas. Por otra parte no pocos poblados combatieron decididamente los intentos de la Iglesia católica por dominarlos religiosamente. Este conjunto de distintas respuestas operó diferenciadamente cuando el protestantismo se hizo presente en Los Altos de la entidad.
Desde que la Iglesia católica llega a Chiapas, en 1528 y de la mano de los conquistadores españoles, hasta los primeros años del siglo XX, aquella organización eclesiástica tiene un aparente monopolio religioso entre los pobladores. Pero la realidad fue otra, porque “nunca logró tener la exclusividad de las conciencias de sus habitantes, puesto que la población nativa jamás dejó de cultivar varios elementos de su religión antigua”.4
Además de que el absoluto predominio del catolicismo nunca fue tal, es necesario subrayar el tipo de Iglesia católica que se implanta en Chiapas. Al respecto tiene relevancia la evaluación hecha sobre el asunto por parte de un misionero protestante, que escribe la misma al cumplirse 80 años de trabajo entre los chiapanecos de la Iglesia Reformada en América: “El catolicismo que arribó (en el siglo XVI, CMG) fue medieval, sin el reto del Renacimiento y la Reforma y sin los lineamientos de la Reforma católica. En los siglos que siguieron la lejanía y lo escabroso de Chiapas, la escasez de sacerdotes, y el analfabetismo de la gente produjo un catolicismo que fue más animista que cristiano”.5
En el origen de la dispersión del evangelicalismo en Chiapas confluyeron distintos actores en la amplia y diversa geografía del estado. Hubo una génesis múltiple y en buena medida simultánea, lo cual me permite afirmar que en lugar de un inicio único (monogénesis) y cronológicamente con primacía sobre los otros intentos de evangelización protestante, lo que en realidad tuvo lugar fue lo que llamo polígénesis: un surgimiento plural, e incluso simultáneo, en diversas zonas de la entidad. El enraizamiento del cristianismo evangélico en Chiapas contó con más actores de los que usualmente señalan quienes magnifican el trabajo de misioneros estadounidenses e invisibilizan los esfuerzos endógenos y sus protagonistas.
Debemos mencionar que el protestantismo que llegó a Chiapas, lo mismo que al conjunto de la nación mexicana, y en términos generales a toda América Latina, fue el de la vertiente evangélica. Los rasgos distintivos del evangelicalismo son: Un enfoque, tanto devocional como teológico, en la persona de Jesucristo, especialmente (en el significado salvífico de) su muerte en la cruz. 2) La identificación de la Biblia como la autoridad final en materias de espiritualidad, doctrina y ética. 3) Un énfasis en la conversión o un “nuevo nacimiento” como experiencia religiosa que produce cambio en la vida. 4) Una preocupación por compartir la fe con otros (fuerte acento en misiones), especialmente al través del evangelismo.6
Un autor latinoamericano se refiere al mismo tema en términos semejantes: “Los protestantes evangélicos se caracterizan por su énfasis sobre la autoridad de la Biblia en todas las cuestiones de fe y práctica; la conversión personal como una experiencia distintiva de fe en Cristo como Señor y Salvador, que separa al cristiano de los no cristianos; y la práctica de la evangelización como la dimensión fundamental de la misión de la iglesia”.7
Son personas imbuidas de convicciones evangélicas las que desde distintos frentes llegan a la compleja geografía chiapaneca. Aquellas, junto con quienes al salir de sus territorios y convertirse al protestantismo se transforman en difusores del credo, se caracterizan por tener plena convicción de que Chiapas es un lugar de misión en el que es imprescindible difundir la Biblia, predicar el Evangelio, hacer discípulos, fundar iglesias y conformar congregaciones cuyos integrantes tuvieran bien diferenciados sus principios éticos de los del resto de la población.
- Continuará -
(Este artículo forma parte de la ponencia del autor en la próxima Consulta de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, del 21 al 24 de septiembre en San José, Costa Rica)
1 Carlos Martínez García, Poligénesis del cristianismo evangélico en Chiapas, Publicaciones El Faro, México, 2004.
2 Andrés Fábregas Puig, “Política y religión frente a la sociedad que anhelamos”, Tolerancia, núm. 1, enero-junio 2002, Subsecretaría de Asuntos Religiosos de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, pp. 77-83; Sergio Arturo Venegas Ramírez, “El cóctel Chamula: armas, droga, piratería y religión”, Milenio semanal, febrero 10 de 2003, pp.40-45.
3 Rocío Ortiz Herrera, Pueblos indios, Iglesia católica y élites políticas en Chiapas (1824-1901), una perspectiva comparativa, CONECULTA Chiapas-Colegio de Michoacán, Tuxtla Gutiérrez, 2003.
4 Jan De Vos, “La Iglesia católica en Chiapas, 1528-1998”, en Jacinto Arias, Julio Boltvinik, et. al., Chiapas: Una nueva visión para una nueva política, Senado de la República-LVII Legislatura, México, 2000, p. 243.
5 Samuel Hofman, “The History of the Chiapas Mission”, Reformed Review, Autumn, 2004, vol. 58, no. 1. p. 2.
6 Puntos tomados de Alister McGrath, Alister, A Passion for Truth. The Intellectual Coherence of Evangelicalism, Inter Varsity Press, Downers Grove, Illinois, 1996, p. 22 y Rubén Ruiz Guerra, “Identidades sociales y cambio religioso en Chiapas (los vínculos de la identidad protestante)”, en Diana Guillén (coordinadora), Chiapas: rupturas y continuidades de una sociedad fragmentada, Instituto Mora, México, 2003, p. 165.
7 Pablo Deiros, Protestantismo en América Latina ayer, hoy y mañana, Editorial Caribe, Miami, Florida, 1997, p. 44. Los trabajos de Samuel Vila, El cristianismo evangélico a través de los siglos, Libros CLIE, Barcelona, 1982; Samuel Escobar Aguirre, La fe evangélica y las teologías de la liberación, Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, Texas, Martyn Lloyd-Jones, What is an Evangelical, The Banner of Truth Trust, Edinburgh, 1992; José Míguez Bonino, Rostros del protestantismo latinoamericano, Nueva Creación-William B. Eerdmans Publishing Company, Buenos Aires-Grand Rapids, 1995; Timothy R. Phillps, y Dennis L. Okholm, A Family of Faith. An Introduction to Evangelical Chistianity, Baker Academic, Grand Rapids, 2001; y Leon Morris, What do we mean by “evangelical”?, www.worldevangelical.org/evangelical.html, definen teológica y/o históricamente el significado y desarrollo del concepto evangélico.
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