¿Cómo facilitamos el proceso de la preparación de siervos como agentes de transformación en la Misión Local y Global?
La iglesia local con su ministerio de enseñarnos, equiparnos, darnos oportunidades para servir, desarrollar dones espirituales, con sus oportunidades de grupos pequeños, con la posibilidad natural de desarrollar relaciones profundas a través de las luchas comunes en la vida y en el ministerio, es el invernadero dado por Dios, para crecer y prepararnos para cualquier ministerio que el Señor tenga, ya sea misionero u otro diferente.
Nos preguntamos: ¿Quién sostendrá a los misioneros? ¿Quién dará para su financiamiento? No serán las instituciones. Será su familia más cercana. Serán sus amigos. Las personas con quienes se han fortalecido en el ministerio. ¿Quién orará por ellos? La base sólida de oración estará compuesta por las personas que los aman y que no se olvidarán de ellos. ¿Dónde se construyen esa clase de relaciones? Congregándose, orando juntos, reuniéndose como familias, trabajando unidos en los diferentes ministerios y oportunidades de servicio, confiando en Dios para lo imposible y viéndolo actuar. ¿Quién les enviará notas para animarles, presentes para navidad, regalos para sus cumpleaños y aniversarios? ¿Quién los visitará? Serán sus familiares, amigos, aquellos que los extrañan debido a su relación. ¿De dónde vienen estas personas? De su red de relaciones, de sus iglesias, familia y compañeros de ministerio.
La iglesia: La iglesia tiene la responsabilidad mayor en el proceso. Allí empieza la preparación del candidato a misionero. Continúa en los ministerios de la iglesia y con su propio crecimiento espiritual. Cuando siente el llamado del Señor para salir al campo de servicio, es la iglesia, los pastores, ministros y consejo, quienes aprueban su llamado. Una vez aprobado, evalúan su preparación actual según los criterios que mencionaremos a continuación, y lo pueden poner bajo la supervisión de un área de extensión local y global para coordinar el proceso de preparación y envío.
El área de extensión o grupo de trabajo puede tener la responsabilidad de elaborar, con la participación del candidato, pastor y facilitadores, el plan particular de capacitación, tomando en cuenta su edad, preparación previa, nivel de educación, experiencia en el ministerio, estado familiar y clase de trabajo que realizará en el campo.
Instituto bíblico o seminario: Parte de la capacitación es la preparación teológica. Según el trabajo que realizará en el campo dependerá su capacitación. Por ejemplo, si su ministerio tendrá que ver con el área médica, su nivel de preparación teológica no será igual de quien va a pastorear una iglesia o enseñar en un Instituto Bíblico.
Instituto de capacitación misionera: Otro paso adecuado, es tomar cursos de preparación misionológica. Es aquí donde vemos el papel de las instituciones especializadas en la capacitación.
Agencia misionera: En el transcurso del proceso de preparación puede suceder que se requiera la ayuda de una Agencia Misionera. El área de extensión podría ayudar al candidato en la búsqueda de una Agencia Misionera en caso de ser necesario. Esta decisión tiene mucho que ver con el tipo de ministerio, la gente o etnia, ciudad o nación donde el Señor lo está llamando a servir.
Las fases de preparación del candidato: Se puede planificar un proceso intencional de capacitación basado en los siguientes criterios:
La iglesia local en su Capacitación Informal: Involucrarse en varios Ministerios de la Iglesia. La experiencia en una variedad de ministerios, colaborando con diferentes personas, con diferentes oportunidades de servicio, es la base de toda la preparación. La educación secular es muy importante, como también la capacitación bíblica, pero sin la base de mucha experiencia en el ministerio, utilizando los dones espirituales, aprendiendo a confiar en Dios, desarrollando el Fruto del Espíritu, todo lo demás puede venirse abajo por falta de estabilidad espiritual. El entrenamiento tiene por finalidad, disminuir el agotamiento y producir misioneros o siervos más efectivos; por lo tanto, un desarrollo curricular podría ser realizado sobre las realidades en el campo y no únicamente por las academias tradicionales. Dado que los siervos como agentes de transformación estarán ministrando desde un contexto de sociedad, se debe tener en cuenta que “hay un clamor fuerte para que se involucren en los problemas presentes de cada sociedad.” El aprendizaje debe estar relacionado con la vida, y los siervos deben tener experiencia previa en la iglesia y el mundo. También incluye su trabajo habitual en la sociedad local y sus relaciones familiares. La capacitación informal es el entrenamiento que tiene que ver con el Ser. En su capacitación informal la iglesia tiene que tener en cuenta:
El Ser: Mario Loss en su libro Choque Transcultural dice: “Un obrero mal preparado es un mal obrero”. Debe estar preparado en los siguientes aspectos: carácter espiritual, perseverancia, dependencia de Dios, capacidad para tomar iniciativas, ver la vida con ojos realistas, entender que sufrir con Cristo es un privilegio, conocimiento adecuado de la Biblia, experiencia en ministerio con resultados positivos como ser la fidelidad, humildad, personas guiadas a Cristo, saber llevarse bien con otros, etc. Cuanto menos experimentados sean los obreros, más supervisión de cerca necesitan. Pablo y Bernabé podían trabajar sin supervisión, pero Juan Marcos, no.”
El ser tiene que ver con una vida de relación. “La vida misionera es una vida de relación. El misionero se vinculará con otros colegas, (generalmente de varias nacionalidades y trasfondos), con cristianos nacionales, con autoridades gubernamentales y con otros a quienes va a servir. No se nace sabiendo cómo tener buenas relaciones; hay que aprenderlo, y aprenderlo bien. La dificultad para tener vínculos sanos hará que la persona esté discapacitada para el servicio y le ocasionará más de un quebranto.
El ser tiene que ver con confiar en el Señor y con depender de Él. Mario Loss dice: “Muchas veces el obstáculo grande del obrero es su propio complejo de inferioridad. Confiamos en lo que somos y no en el Señor, pero cuando estamos en El, y viviendo en su plenitud, aunque somos incompetentes por naturaleza, nuestra fe vence al mundo y a nuestra carne, porque es Dios quien trabaja en nosotros. Dios es mayor que nuestras circunstancias, y aun que nuestra incapacidad. Él es el Señor, tanto de mi vida como de las circunstancias”. Otras veces, el obstáculo es un alto sentido de superioridad. En ambas situaciones, es menester tener una perspectiva clara, ya que no debemos confiar en lo que somos, ni al punto de decir “no puedo”, ni tampoco para creer “yo puedo, lo sé todo”. La perspectiva correcta es: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
El ser tiene que ver con la vida espiritual, el fruto del Espíritu y la comunión personal con el Señor. Esta área afecta las otras, por lo tanto, deberíamos hacernos las siguientes preguntas: ¿Es el obrero o siervo una persona de oración? ¿Dónde busca su alimento espiritual? ¿Cómo reacciona ante la frustración? ¿Está abierto para cosas nuevas? ¿Se evidencia un correcto desarrollo del carácter y se ve madurez?
Se anhela que se pueda evidenciar la llenura del Espíritu y el Fruto del Espíritu Santo (Ef 5:18, Gá 5:22-26). Un carácter que revela el fruto del espíritu, es la demostración de una vida transformada por Jesús, y hecha semejante a Él. Somos llamados a encarnar este tipo de carácter e imagen en toda cultura, tiempo y situación. Se espera que aprenda a cuidarse por sí mismo, mediante una vida devocional activa y práctica, alimentarse de la comunión con Dios diariamente, estudiar temas bíblicos, ser autodidacta.
La Capacitación No Formal: Es el entrenamiento que tiene que ver con el saber hacer. Normalmente, esta fase de preparación no se encuentra en la iglesia local ni en los institutos bíblicos: son cursos de antropología, adaptación cultural, experiencia transcultural, aprendizaje de idiomas, etc.
El saber hacer: Daniel Bianchi de Argentina, comparte: “Servir en misiones es estar en un contexto cultural diferente, en ocasiones totalmente opuesto y aún antagónico. La persona debe tener un sentido crítico de su propia cultura y a la vez, contar con herramientas para conocer la cultura anfitriona. Algunos pequeños indicios son: capacidad para escuchar con atención, y mirar las cosas desde el punto de vista del otro, disposición al estudio de otros idiomas, interés por otras culturas, deseo de ayudar a personas extranjeras, gusto por las expresiones artísticas étnicas, placer por comidas exóticas, conocimiento actualizado de la situación mundial, etc.”
Raimundo Morris que fue misionero en Chile y Argentina comenta: El Saber Hacer tiene que ver con la Observación. El misionero, siervo u obrero debe observar, escuchar, ver, preguntar, ser aprendiz, formular sus teorías en base a lo observado, y luego, averiguar la veracidad o error de sus propias teorías, como un procedimiento para su vida en la nueva cultura o situación.
El Saber Hacer tiene que ver con Comprender, Identificar y Aceptar nuevos Valores Culturales. Somos producto de nuestra cultura y las experiencias formativas a través de ella. Nuestros valores culturales determinan cómo vemos al mundo. Cuando entramos a una cultura anfitriona, debemos contextualizarnos con los nuevos patrones que se nos proporcionan. Es encarnar la nueva cosmovisión sin renunciar a los principios bíblicos.
Proceso de Capacitación Informal y No Formal (Fase 1 y 2 conjuntamente)
Donald Parrott nos comparte, Lo podemos dividir en dos áreas:
A) Área de Carácter (capacitación informal, fase 1):
Madurez espiritual.
Celo en la evangelización-
Responsabilidad y disciplina.
Flexibilidad.
Correcta relación con Dios.
Relación correcta con su familia.
Relación correcta con la iglesia.
Relación correcta con la comunidad.
Esta área se desarrolla a través del trabajo en los ministerios de la iglesia.
Se busca el desarrollo del Fruto del Espíritu:
Amor auto – sacrificio.
Gozo depende del control de Dios, no de las circunstancias.
Paz tranquilidad en medio de los problemas.
Paciencia auto - control bajo presión.
Benignidad amor que se ve en acciones.
Bondad hace lo bueno aunque no lo merezcan.
Fidelidad se puede contar con él o ella.
Mansedumbre puede disciplinar o responder con ternura.
Dominio propio auto-control sobre la carne.
¿Qué significa esto?
Que cada día se vea más a Cristo formándose en nuestra vida. Es el Espíritu Santo que modela y evidencia a Cristo en nuestra vida
Ser autodidacta. Aprender de la Biblia, libros, comentarios, cursos, etc.
Estudiar temas bíblicos.
Aprender a alimentarse espiritualmente por sí mismo.
Crecer en el entendimiento de permitir que Cristo viva a través de nosotros.
B) Área del Ministerio (capacitación no formal, fase 2)
¿Cómo se va desarrollando el fruto del Espíritu en la vida del candidato?
Se suele dar a los candidatos una variedad de trabajos. Ministerios importantes y otros que no lo son tanto, que se ven y que no se ven, en la plataforma, en el depósito, limpiando, teniendo oportunidades de servir, de liderar, de planificar, de dirigir, de iniciar un nuevo ministerio, servir en todas las áreas de la iglesia, etc.
Se desarrolla utilizando la iglesia como base y apelando a otros recursos cuando sean necesarios. Se sugiere que haya supervisión de un responsable, que observa, que evalúa, que informa a la persona responsable de la preparación.
Normalmente, se hace un calendario - un plan - de preparación (Gráfico de Gantt). La duración depende de la edad, experiencia, preparación previa, tipo de ministerio que vaya a tener, disponibilidad de recursos, necesidades, etc.
En el área de ministerio se podría ver que:
Se muestran disciplinas espirituales.
Entiende la guerra espiritual.
Se comunica bien en su propio idioma.
Hace amistades.
Comunicación y experiencia transcultural.
Aprende otro idioma.
Evangeliza y predica.
Puede enseñar, capacitar y discipular.
Puede formar un ministerio, una nueva iglesia.
Es mayordomo de su tiempo y recursos
Tiene fuerza suficiente para enfrentar el estrés y la soledad
La capacitación Formal en la Sociedad y los Estudios Bíblicos.
La capacitación formal es el entrenamiento que tiene que ver con el Conocer. Esta fase tiene que ver con los estudios diversificados, ya sean bíblico-teológicos, de misionología, en la universidad, su experiencia en el trabajo, formación profesional, etc. En esta etapa hay mucha variedad. Todo depende del interés de la persona, sus habilidades y talentos, etc. Lo que si podemos asegurar es que un candidato como agente de transformación necesita de preparación bíblica, estudiar en un seminario o instituto bíblico el tiempo que se necesite, o bien una preparación informal lograda por sus muchos años de estudio y servicio en su iglesia.
El Conocer es parte de una Actitud Proactiva. Daniel Bianchi comenta: “Debemos buscar personas comprometidas para crecer y desarrollarse en todas las áreas de su vida. Esto incluye la formación bíblico-teológica y misionológica. En otras palabras, si alguien dice que tiene una carga o llamado para la obra misionera, es de esperar que esté dando pasos en pos de esa meta, como ser: lectura de libros misioneros, participación en eventos, experiencias misioneras locales, intercesión y ofrenda misionera regular, servicio en el ministerio misionero de la iglesia, etc. Hay muchas personas que tienen un ideal romántico e inerte de la obra misionera, pasan los años y no hacen nada práctico con su inquietud”.
El Conocer tiene que ver con una Educación Continua. Como actitud y como principio, el misionero nunca deja de estudiar en alguna forma u otra. El principio de la educación de adultos postula que todo proceso educativo debe ser continuo y de por vida. Nunca debemos dejar de estudiar. Siempre debemos avanzar en la educación, tanto formal como no formal e informal. Necesitamos más siervos y pastores con conocimientos, grados y experiencias ministeriales transculturales.
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