Leyendo uno de estos días diferentes rotativos, me llamó la atención
La Contra de la Vanguardia entrevistando a Alberto Domínguez, un profesor de filosofía barcelonés, que entre sus diversas declaraciones, inspiradas todas ellas en el filósofo rumano Emil Cioran,
venía a decir que "la vida no tiene sentido: (por eso) es la única razón para vivirla". Este es uno de sus muchos aforismos que reflejan el sinsentido de la vida: estando de paso por la vida pero sin creérsela.
No pretendo profundizar en lo que podría convertirse en un breviario de reflexiones un tanto extenso, de pura filosofía existencialista, pero analizando esta frase descubro un espíritu fatalista, sorbido de un gran sentimiento de temporalidad ante la ausencia de eternidad con buen fin y de una enorme resignación, ante lo que nuestro amigo Alberto, al igual que Cioran, denominan el inconveniente de haber nacido.
El contraste lo encontramos en las palabras del rey David en el Salmo 139, en un maravilloso canto al Dios que le dio la vida desde su génesis humana:
"Porque tú formaste mis entrañas;
me hiciste en el seno de mi madre.
Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho;
maravillosas son tus obras,
y mi alma lo sabe muy bien.
No estaba oculto de ti mi cuerpo,
cuando en secreto fui formado,
y entretejido en las profundidades de la tierra.
Tus ojos vieron mi embrión,
y en tu libro se escribieron todos
los días que me fueron dados,
cuando no existía ni uno solo de ellos."
David, al igual que muchos de nosotros, celebra la dicha de haber nacido por la soberana decisión de un perfecto propósito divino. No somos, ni mucho menos, almas en pena que vagan por la vida a través de una serie de desgraciadas circunstancias que nos convierten en peregrinos que transitamos hacia la muerte como el fin, más o menos inmediato y definitivo, de nuestra breve existencia aquí en la tierra (según Cioran).
Por lo tanto, inferimos de la frase "la vida no tiene sentido...por eso es la única razón para vivirla", que si la vida tuviera sentido... ¿habría razón alguna para vivirla? Porque
el sentido de la vida no reside en la buenaventura, ni en el azar, ni tampoco en las neuronas, en contra de lo que nos dice el siquiatra judío Víctor Frankl (superviviente del holocausto nazi):
Yo diría que lo que el hombre quiere realmente no es, al fin y al cabo, la felicidad en sí, como el sentido supremo de la vida, sino un motivo para ser feliz. En cuanto lo encuentra, la felicidad y el placer surgen por sí mismos.
Porque la vida SÍ tiene sentido, a pesar del estigma del pecado, porque
tenemos la inmensa bendición de existir y de ser quienes somos y, a pesar de nuestra maldita elección por el pecado de la individualidad y nuestra separación unilateral del Dios creador, tenemos la gran oportunidad de "redimir" nuestro destino por la intervención salvadora del Dios-Hombre, el cual es Jesucristo, trayendo a la vida humana una poderosa Salvación, presente y futura. Pero también se nos otorga el regalo de una vida abundante, esto quiere decir el "pleroma" de una vida de plenitud y de significado, lo cual es en definitiva una vida con sentido...primero y último.
Si quieres comentar o