Las últimas estadísticas han revelado el gran crecimiento de la Iglesia protestante en la península ibérica. Según el análisis del periodista Felipe Betim (El País), “La Iglesia evangélica no para de ganar terreno en España. Ha experimentado un incremento sobre todo en los últimos 10 años”.1 El número de iglesias protestantes se ha duplicado en la última década, saltando desde 979 en el 2004 hasta 2.103 en el 2014.
Pero, ¿en qué se diferencian los protestantes de los católicos o los ortodoxos? ¿Qué significa ser protestante?
Podemos resumir las diferencias en tres puntos teológicos: sola scriptura, la justificación por la fe y el sacerdocio universal de los creyentes.
1.- SOLA SCRIPTURA
Sola scriptura –el principio formal de la Reforma- es un término latino que significa que la Biblia es la única fuente de la fe y práctica cristiana.
¿Por qué? Porque testifica de la revelación salvadora de Dios. La vida del creyente ha de fundamentarse sobre la Palabra del Señor.
Esto no quiere decir, sin embargo, que los protestantes no puedan aprender de teólogos ni de otros libros cristianos; pero sí significa que hay una diferencia cualitativa entre los escritos bíblicos y cualquier otro tipo de literatura. La voz de la Biblia es infinitamente más importante que aquéllas de Ireneo, Tertuliano, Agustín, Tomás de Aquino, etc.
Los primeros protestantes enfatizaron la
sola scriptura en el siglo XVI porque el Catolicismo había colocado la autoridad de la Tradición (el Magisterio, concilios, decretos papales, encíclicas, teólogos) al lado de la autoridad de la Revelación (la Biblia).
El protestantismo resaltó que cualquier creyente dotado del Espíritu de Dios puede leer y entender las Escrituras sin necesidad de recurrir a las interpretaciones ofrecidas por Roma.
Gracias a su celo por la Palabra de Dios, semana tras semana los líderes protestantes se entregaron incansablemente a la exposición de las Escrituras y edificaron sus Iglesias alrededor de la centralidad del púlpito. Los tres gigantes de la Reforma -Martín Lutero (1483-1546), Ulrich Zuinglio (1484-1531) y Juan Calvino (1509-1564)- estaban plenamente persuadidos de que la sana doctrina produce congregaciones sanas.
2.- LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE
Si la
sola scriptura representa el principio formal de la Reforma, la justificación por la fe es su principio material. Esta idea nació debido a nueva lectura de las cartas de Romanos y Gálatas donde la tesis central del apóstol Pablo reside en enseñar que el justo por la fe vivirá (Romanos 1:17; Gálatas 3:11).
Es esta doctrina de que la salvación es únicamente por la fe (sola fides en latín) que engendra las restantes tres solas de la Reforma:
sola gratia (solo por gracia),
solus Christus (solo Cristo) y
soli Deo gloria (solo a Dios la gloria).
Es decir, puesto que Dios nos salva por pura gracia a través de la fe en Cristo, es necesario glorificarle a Él únicamente.
Esta enseñanza de justificación por la fe refuta el concepto de que las buenas obras nos pueden justificar ante Dios. El Señor es el que justifica (Romanos 8:33). Todo lo que hace falta es responder a la gracia de Dios en fe. Es creer que Dios perdonará todos nuestros pecados por amor al Cristo crucificado y resucitado.
El ministro protestante Martyn Lloyd-Jones (1899-1981) predicó, “Esta doctrina significa el final de todo pensamiento sobre nosotros mismos y nuestra supuesta bondad, nuestras buenas obras, nuestra moral, y todas nuestras obras. […] Dios tiene que justificar al impío. Y ese es el gran mensaje que sale, por lo tanto, en cada período de avivamiento”.
La salvación, pues, no está en manos de la Iglesia ni del Papa ni de la Virgen; sino en el Señor Dios Todopoderoso.
3.- EL SACERDOCIO UNIVERSAL DE LOS CREYENTES
El tercer punto teológico que define a todos los protestantes es el sacerdocio universal de los creyentes.
Es la creencia de que todos los cristianos son siervos de Dios y no solamente los clérigos oficiales. Los banqueros, los abogados, los peluqueros, los periodistas y los profesores pueden servir a Dios si hacen todo en el nombre del Señor. En este espíritu comentó Lutero, “El zapatero que hace zapatos para la gloria de Dios es un santo ministro del Evangelio”.
Dado que hay un solo Mediador entre los hombres (1 Timoteo 2:5), el creyente tiene acceso directo a Dios.
Por lo tanto, los protestantes no necesitan interceder a santos muertos ni depender de patriarcas o apóstoles o profetas contemporáneos para tener comunión con el Señor. En vez de delegar autoridad suprema a una raza de curas o de súper ungidos y así fomentar una nueva jerarquización religiosa como aquélla del Catolicismo, la Iglesia protestante proclama que la Iglesia tiene una sola cabeza (Efesios 5:23). El eje de su fe es Jesús y nadie más. No hacen falta jerarquías para llegar a la presencia de Dios.
En fin, todos los creyentes son ministros, sacerdotes y siervos del Altísimo.
CONCLUSIÓN
Para recapitular todo lo estudiado hoy, podemos resumir la esencia del protestantismo en tres puntos:
1.- Sola scriptura: la Biblia es la única fuente de la fe y práctica cristiana.
2.- Justificación por la fe: la salvación es un regalo de Dios mediante la fe en Cristo y no tiene nada que ver con obras humanas.
3.- El sacerdocio universal de todos los creyentes: todos los cristianos tienen acceso directo a Dios y por consiguiente, le pueden servir en todas las áreas de la vida.
Esto es lo que significa ser protestante.
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