No hay aglomeración. No hay pasarela (todavía no se había puesto en circulación el ‘palabro’ finger). Se dirigen ordenadamente a pie por la pista del aeropuerto para alcanzar en un pispás las escalerillas del avión, directamente estacionado con los motores en marcha al pie de la sala de embarque. No llevan móviles en la mano, ni en los bolsillos o en sus carteras (attaché es otro ‘palabro’ que vendría después).
De haber tenido alguno de ellos una necesidad imperiosa de llamar por teléfono para avisar del vuelo en el que va a embarcar tendría la solución no habrá sido otra que la de que haberse puesto a la cola en la cabina telefónica en la sala de embarque con monedas de 5 pesetas, 3 céntimos de euro; dos pesetas, un céntimo de euro más que el año anterior.
Crisis… manejable
En noviembre se cumplirán 40 años de esta foto. Estamos en 1974 en plena crisis del petróleo. El precio de la gasolina se dispara de 7,80 pesetas (0,047 €) el litro a 11,10 (0,07 €). Con todo, el salario mínimo de 6.750 pesetas al mes (40,57 €) alcanza al común de las familias a hacer frente a este esquema de distribución de gastos: 38 por 100 para alimentación; 11,6 en vivienda; 11,1 en gastos de casa 7,7 en vestidos y calzado; y 31,6 en gastos diversos y vacaciones.
Comprarse un coche –Citroën 2 CV, 85.000 pesetas (510 €), un Seat 850 o 127, 100.000 pesetas (600 €)– obligaba a ponerse a firmar letras, pero se podía comprar a crédito, pues el promedio de ahorro familiar estaba en torno a las 10.000 pesetas (60 €). Un piso de tres dormitorios en un barrio nuevo de Madrid andaba por las 500.000 pesetas (3.000 €). Una pareja con los dos trabajando podía meterse tranquilamente en una hipoteca a cinco, máximo ocho años.
El desempleo empieza a notarse España, pero a diferencia de la crisis actual, que cada día va hundiendo más a España en el pozo de los niveles de pobreza, en la crisis
española de 1974 a 1985 se tardó 11 años en destruir el 15% de la ocupación. Será que entre la clase dirigente los ejecutivos con corazones de piedra todavía no habían desbancado a los ejecutivos con corazones de carne.
Ejecutivos al poder
Alberto Cortez había compuesto en 1971 y cantado su archifamosa canción
Los ejecutivos:
¡Ay, qué vivos, son los ejecutivos!,
¡qué vivos que son!,
del sillón al avión, del avión al salón,
del harén al edén, siempre tienen razón
y además tienen la sartén,
la sartén por el mango
y el mango también.
Como quiera que siempre ha habido clases –y castas–, la diferencia entre el salario de un director general y un peón era en 1974 de 12,5 veces. Cuatro años después, en 1978, esa proporción había bajado a 6,83 veces. Cierto que estamos hablando de un ejecutivo medio, nada que ver con los insultantes sueldos astronómicos de la clase dirigente empresarial en la España de 2014.*
Como se ha dicho, el ejecutivo de 1974 no tenía móvil. Tampoco fax; no estaba inventado todavía. Al lado del télex, aquella máquina ruidosa que remedaba mecánicamente en destino el
tecleteo de los impulsos de las teclas pulsadas en origen, se estrenaba entonces en las oficinas más a la moda de la técnica –tecnología era todavía palabra inédita, como ecología y otras– un aparato llamado
dex, en realidad un telefoto de baja resolución conectado a la línea telefónica con un tambor al que se la adosaba una hoja de texto, se ponía a girar al tiempo que una luz iba explorando –escaneando, de escanear, escáner, otra familia de
palabros todavía por hacer su aparición– el documento y transmitiendo los impulsos a otro
dex receptor.
Calidad humana
Por aquellas fechas yo me encargaba del cierre técnico de edición de Gaceta ilustrada, entre la Redacción en Madrid y los Talleres en Barcelona. Los viernes a primera hora de la tarde acababa en la Terminal Norte de Barajas –entonces era masculino:
el Terminal– cogiendo el puente aéreo a Barcelona para llevar conmigo maquetas con sus originales. Para adelantar, por la mañana enviaba los textos más urgentes por
dex, pero la mayoría de las veces la línea telefónica se cortaba en el segundo folio cuando no en el primero.
Un apunte sobre la calidad de vida de entonces, en este caso en las relaciones humanas. En más de una ocasión en que el cierre no presentaba complicación alguna, lo que hacía en Barajas era acercarme a algún pasajero o pasajera para pedirle que si no le molestaba llevar el sobre con las maquetas con sus textos, fotos y diapositivas y dibujos, que en el aeropuerto de El Prat una persona con un ejemplar de
Gaceta ilustrada le recogería el sobre. En tales casos nunca tuve que embarcar porque nadie se prestase a colaborar.
MAD-BCN, récord mundial
Qué tiempos. 1960 pesetas pagaron los viajeros de la foto por su billete de puente aéreo de Madrid a Barcelona, 146 euros al cambio, curiosamente lo que viene a costar en la actualidad.
Los seis ejecutivos hombres y la ejecutiva mujer de la foto están ahí en la historia como pioneros de lo que 40 años y más de 50 millones de pasajeros después, llegaría a ser la ruta aérea de embarque directo sin reserva más transitada del mundo y la primera de Europa, con 28.200 vuelos en 2010 [actualmente mucho menos, por la competencia del AVE],por delante de otras localidades con puentes aéreos de enorme intensidad de tráfico, como Dallas-Houston, Sâo Paulo-Río de Janeiro, Melbourne-Sidney, Bombay-Nueva Delhi,Tokio-Osaka, o el corredor Roma-Milán.
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El País daba cuenta el pasado 11 de mayo de
los mejores sueldos de España y ponía como ejemplo al directivo mejor pagado, el presidente y consejero delegado de Inditex, Pablo Isla, cuya retribución total fue de 7,98 millones, 366 veces más que el gasto medio por empleado de Inditex.
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