El verbo echar tiene de por sí un sentido y una fonética durísima. Echar de un sitio a alguien, no es lo mismo que invitarle a salir
. Echar de comer no es lo mismo que acercar la comida.
Echarse a reír,
llorar o
correr lleva consigo como un brusco rompimiento.
Echar el cerrojo a una puerta es algo más que cerrarla.
Echar a perder delata un abandono, una cierta desidia. Y esto es algo que “Desde el Corazón” cada vez observo más. Muchas cosas y muchos principios y valores se van
echando a perder, es decir deteriorando. El deterioro es diferente del decaimiento o la decadencia.
En cierto modo, estos son naturales, constituyen un proceso de menoscabo lógico; el cansancio o la debilidad de ellos, obedecen al tiempo y sus desgastadoras limas invisibles. Pero a eso no lo llamo yo deterioro. Y mucho menos defino así al envejecimiento. El deterioro agrega un dato nuevo a lo irrecuperable: a cambio de nada, algo se está
echando a perder definitivamente, está en proceso de putrefacción. El ser humano, cuando envejece, a menos que sea tonto de capirote, cuando envejece no sólo pierde (y no es una autodefensa de uno que empieza a envejecer), sino que gana en comprensión, ternura, serenidad (esa autodisciplina de contar hasta cien antes de arrebatarse), la sabia indiferencia (no la necia), la buena educación, la madurez de no dejarse llevar por sugerencias momentáneas. La vejez es una decadencia física, nada más. El alma no decae: se perfecciona.
Por supuesto que todos conocemos viejos tontos, pero también muchos jóvenes imbéciles. Tales se están
echando a perder por otras vías que naturales, si hay incuria, negligencia, anarquía, dejadez, ambición, avaricia, ansia de poder.
¿Qué tipo de deterioro es el de quienes justifican la violencia asesina Etarra o de otras índoles, proclamando que tiene
“su explicación política”? ¿Cómo definir el deterioro, de los que a sus acciones de malversación de fondos públicos, falseamiento de documentos, traficando con influencias, declaran en sus imputaciones “esto, señor Juez, tiene
su explicación política”? ¿Qué clase de deterioro hay en la mente de miles de aforados, no pocos de ellos imputados por alguna causa, y escupen al cielo (ya les caerá a la cara) contra que se afore o no al señor Juan Carlos BORBÓN? (me redefino que es para mí un ser humano igual a cualquier otro) ¿Hasta qué punto está deteriorada la Justicia, que eterniza juicios de ladrones de guante blanco, y están más libres que el pobre que por no pagar a tiempo sus cuotas de hipoteca es desahuciado?
Para los muertos inocentes del barbarismo yihadista, hay “una explicación política” ante el hecho de miles de cristianos perseguidos y asesinados, los tiranos que lo realizan y los poderosos que callan, tienen “una explicación política” ¡Qué vergüenza la excusa de la “explicación política”!
En este mundo moderno se está afirmando
un nuevo tipo de hombre, el de “deteriorado ser humano”, el que se está
echando a perder. El hombre quien dejando de apreciar su personalidad individual y espiritual, quiere sumergirse en la colectividad o multitud. No tiene originalidad de juicio y no lee otra cosa que el diario, ve la tele y de cuando en cuando alguna novela.
Odia la tranquilidad, la meditación, el silencio, o cualquier cosa que le dé tiempo o le rete a entrar en las profundidades de su alma, y descubra cómo se está echando a perder. Necesita ruido, muchedumbre, ipod, radio, televisión, la escuche o no. Necesita alcohol, combinados, películas de fuertes dosis para procurar llenar el vacío de las horas. Mientras el que lucha contra el deterioro ama la concentración, el que se está deteriorandobusca la dispersión, particularmente sexual, a fin de que la exaltación del momento le permita no tener que considerar el valor y el problema de la vida.
“Desde el corazón” pienso que
el que se deteriora prefiere ser influido más que influir, sus creencias surgen de la propaganda y es muy sensible a las excitaciones de la publicidad. Y generalmente tiene el político favorito que se dedica a pensar por él. Identifica el dinero con el placer y gasta mucho del dinero para conseguir lo que pueda de lo segundo. Sus creencias sobre el bien y el mal, dependen de la
explicación política. Nota en principio que se está
echando a perder, pero como el fumador empedernido, aun sabiendo que es malo para la salud, sigue en el mismo abismo. No va a ninguna parte realmente, pero cree que está en el mejor camino.
Hace falta ser valiente para contemplar el espejo de nuestro propio deterioro, y descubrir allí las desfiguraciones causadas por nuestra mala conducta y los falsos maestros o ídolos. Y cuando descubre las lesiones morales, mentales y espirituales que a sí mismo se ha causado, de inmediato acude al Médico Divino, al Maestro por Excelencia al que precisamente dijo:
“he venido a buscar y salvar al que se estaba echando a perder”.
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