Asís es la pequeña ciudad donde Francisco de Asís (1181-1226) vivió la mayor parte de su vida y ahora se ha convertido en el destino de miles de peregrinos cada año. Asís es también el lugar donde en 1986 el Papa Juan Pablo II convocó una reunión de oración por la paz y diferentes líderes religiosos se unieron para orar, cada uno a su modo y a su propio D(d)ios. Esta iniciativa de plegaria inter-religiosa planteó algunas inquietudes dentro de la Iglesia Católica así como también fuera de ella. ¿Era una aprobación del universalismo religioso? ¿Era una forma de minimizar las afirmaciones exclusivas del Evangelio? ¿Se dio la impresión de que todas las religiones son iguales? ¿Qué clase de teología apoyó aquella oración inter-fe y multireligiosa? Aunque el Papa Benedicto intentó gestionar algunos de estos temas, el debate todavía continúa.
Ahora
el Papa Francisco ha entrado en el debate de una manera muy impredecible. Durante su reciente visita a Tierra Santa invitó al Presidente Israelí Shimon Peres y al Líder Palestino Mahmoud Abbas a orar por la paz en la región (8 de Junio). En cierta forma esto fue una especie de acontecimiento mini-Asís.
EL PODER DE LOS SÍMBOLOS Y LA CONFUSIÓN INHERENTE
La oración tuvo lugar en el Vaticano, pero la escena fue muy similar a lo que sucedió en Asís. El Papa (ataviado con sus ropas blancas habituales) se sentó en el centro de un semicírculo, con las delegaciones israelitas y palestinas (todos ellos vestidos con trajes oscuros) a ambos lados. La cúpula de San Pedro los sombreaba a todos. Era la misma composición que en Asís, reconociendo al Papa como el “centro” del diálogo inter-fe y presidiendo las oraciones inter-religiosas. En sus cortos discursos, tanto Peres como Abbas elogiaron fácilmente el liderazgo estratégico del Papa al traer la reconciliación. Todos los símbolos presentes apoyaron firmemente la opinión de que el Papado es una institución clave para guiar a toda la humanidad unida.
La principal diferencia es que en Asís Juan Pablo II invitó a los líderes religiosos, mientras que Francisco reunió a líderes
políticos para orar. Independientemente de lo que cada uno piense de la oración inter-fe, el evento de 1986 fue al menos coherente, en tanto que fueron llamados líderes religiosos para tomar parte en el mismo. Ahora, Francisco quería en su lugar presidentes para orar con él. El significado de esta decisión no puede ser fácilmente sobrestimado. El Papa es también jefe de un estado (es decir, la Ciudad del Vaticano) y, por consiguiente, lleva dos sombreros, por así decirlo. Es un igual de ambos líderes políticos y religiosos. No obstante, al pedir al Presidente Israelí rezar una oración judía y al Presidente Palestino una oración musulmana, les atribuyó erróneamente el papel de ser representativos de las religiones mayoritarias de sus países. Intercambió sus responsabilidades de representar a
todos los ciudadanos (p.e. los cristianos israelíes y los cristianos palestinos incluidos) dándoles el sombrero de líderes religiosos judío y musulmán.
La confusión radica en el corazón de la Iglesia Católico Romana. Debido a que el Papa es tanto un líder religioso como un jefe de estado, la distinción entre lo que pertenece a la esfera de la religión y a la del estado queda significativamente enmascarada. Francisco invitó a sus colegas jefes de estado y les solicitó llevar a cabo un deber religioso como si fueran líderes religiosos. Proyectó su propia identidad dual (religiosa y política) en sus huéspedes. Esto no representa de ninguna manera una relación saludable entre los dos ámbitos.
PERPLEJIDADES PERMANENTES
La reunión mini-Asís de 2014 empleó un lenguaje similar al que se había utilizado en 1986. En su oración Francisco invocó a Dios como “el Dios de Abraham, el Dios de los Profetas, el Dios del Amor”, quien nos llama a vivir “como hermanos y hermanas”. Defendió firmemente la idea de que tenemos que “reconocernos mutuamente como hijos del mismo Padre”. “Hermano” fue la palabra usada con más frecuencia en su discurso y la paternidad universal de Dios fue el marco teológico del acontecimiento.
Ahora todo este lenguaje es ambiguo en el mejor de los casos. Puede utilizarse para indicar la necesidad que tienen los pueblos de diferentes antecedentes y religiones de vivir juntos y en paz como si fueran hermanos y hermanas. O puede significar que ya son hermanos y hermanas, hijos del mismo Padre, sin importar las convicciones religiosas que tengan. El énfasis puesto en la idea del “mismo Dios” indica claramente que la última interpretación es lo que realmente quiere decir Francisco. El hecho de que una oración cristiana (con una invocación a María, “la hija de la Tierra Santa y nuestra Madre”), una plegaria judía y una plegaria musulmana fueran ofrecidas una después de la otra, todas conteniendo referencias a “el mismo Dios - la misma humanidad”, apunta a la idea de que todas las religiones son al final buenas en sí mismas, siempre y cuando restauren y mantengan la paz. Esto es realmente con lo que se quedó la mayoría de la gente del mini-Asís del Papa Francisco. Después de las prudentes reservas del Papa Benedicto, el “espíritu de Asís” todavía respira en el Vaticano.
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