Me encanta el refranero español, es uno de los más sabios y ricos, además hay muchos refranes que parecieran sacados de la propia Biblia.
Hay dos que me gustan de manera muy especial: “En la boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso”……”Ballestero que mal tira, presta tiene la mentira”.
Siempre tocan mi corazón de modo muy especial cada una de las palabras del Salmo 73. ¡Cuántas veces habremos pensado en esta temática en nuestra propia vida!, ¿no es cierto?
¡Sí! como cuesta ver a muchas personas que ni aman ni piensan en Dios, que van simplemente a lo suyo y a las que –aparentemente- todo les va a la perfección; mientras el fiel hijo de Dios se esfuerza en servirle lo mejor que puede y, en una primera mirada, pareciera que absolutamente todo le sale mal.
Siempre digo que pienso que tengo mil defectos, ¿el mayor? Algo que se supone que es una virtud, pero que, al menos para mí, se convierte en el mayor de mis defectos y es el que más quebraderos de cabeza me ha causado en toda mi vida: el ser demasiado transparente, el ir por la vida con la cara bien alta, la honestidad por delante y la sinceridad por retaguardia.
Dice el libro de Proverbios Cap. 20, “Muchos hombres proclaman cada día su propia bondad; pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?”.
Estoy demasiado cansada de ver personas con caretas sobre sus rostros, que tienen apariencia de piedad, pero que niegan la eficacia de la misma. En ocasiones me parece ver un Carnaval perpetuo, gente que aparenta una cosa, pero que con, simplemente rascar su oropel, se descubre la realidad que existe por debajo.
Me encanta el magnífico estadista británico Winston Churchill y la preferida de sus lacónicas y geniales frases para mi es: “Se puede engañar a alguien toda la vida, se puede engañar a algunos durante un tiempo; pero no se puede engañar a todos siempre.”
Hay muchas personas especialistas en el maquillaje de vida y conducta; saben el modo, la manera y el como colocarse la careta en el lugar exacto y van por el mundo confiados en su estrategia y modo de hacer las cosas... Lo más triste es que siempre parece que se salen con la suya y quien ama al Señor de verdad, va con su mirada limpia al frente, la honestidad por bandera y la lealtad por estandarte... parece que todo le sale al revés. ¿Verdad qué duele?
Me toca el alma con fuerza una y otra vez en mi propia vida los versículos del anteriormente citado Salmo 73: “Fue duro trabajo para mi, hasta que entrando en el santuario de Dios comprendí el fin de ellos... ¡Cómo han sido asolados de repente! Cómo sueño del que despierta, así Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia… Tan torpe era yo que no entendía…”. Pero fijaos por favor en el versículo 23 y 24: “Con todo, yo siempre estuve contigo, me tomaste de la mano derecha, me has guiado según Tu consejo y después me recibirás en Gloria”.
¡Qué palabras tan preciosas y consoladoras!
¿Caretas?... Yo no las necesito ni las quiero; es más, las aborrezco profundamente.
Quiero que, a pesar de los disgustos que me llevo una vez tras otra por ser extremadamente transparente en mi vida, el Señor conserve esa cualidad en mi. ¿Que me juzgan?... El Señor me pondrá en mi lugar a Su tiempo. ¿Que me humillan?... Mi Padre me exaltará cuando fuere tiempo… Sé que es difícil, lo s,cosa, pero que con, simplemente VIDA, NADIE VIENE AL PADRE SINO ES POR MI"e quitar un dte transparente en mi vida, el Señor coné demasiado bien. Pero prefiero mirar al frente con mi mirada limpia delante del Señor de mi vida a que alguien me tenga que quitar un día una careta que no es más que una burda mentira y las mentiras sólo pueden venir de Alguien que ni quiero nombrar.
Yo soy hija de Aquel que dijo: “YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, NADIE VIENE AL PADRE SINO ES POR MI”.
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