Hace poco Juan Simarro nos presentó su primera novela. Sé que el período de gestación fue largo y meditado, pues su respeto por la literatura es grande. Sí puedo decir que no se contuvo en expresar ampliamente su preocupación por los marginados y excluidos de esta realidad en la que estamos insertos.
Nuestra coincidencia en estos temas no me permite ser imparcial con todas las consecuencias que eso conlleva. Te dejas magnetizar por ese imán con que nos atraen las problemáticas aunque muchas veces te sientas impotente para cambiar algo. Quizás muchos se sorprendieron al ver que Simarro no había cambiado de rubro y siguiera martilleando con el clamor de los marginados y desclazados, como él los llama. Quizá su sino sea ese, aunque no le reporte aplausos y otros beneficios. Quizá ya fue predestinado para llenar páginas y más páginas para recordarnos que alcemos nuestra voz bien fuerte por aquellos que ya perdieron la suya o nunca la tuvieron, ya sea que escriba narrativa de ficción o de otra índole.
Solo deseo larga vida a su pluma. ¿Qué pasaría si se le acabara la tinta?
Le animo en esta inmersión en el mundo cultural y social secular. ¿Acaso Jesús se encerró en una burbuja escapando de la realidad social de su tiempo? Más bien diría que se ensució caminando por calles, pueblos, carreteras... Y se sentó y comió con todas las realidades que se le presentaron, mientras escribía en la arena.
Hoy hablamos con Simarro sobre Mundos Rotos, su primera novela...
Pregunta.- Hola Juan. Enhorabuena por la novela que acabas de publicar. ¿Qué te ha llevado a pasar del ensayo al género narrativo? ¿Qué diferencias has encontrado entre la prosa narrativa y la prosa ensayística?
Respuesta.- Escribir la novela
Mundos Rotos,ha sido para mí una experiencia muy especial. Siempre me ha gustado el género narrativo. Lo que pasa por mi responsabilidad con la Obra Social Evangélica a través de la Entidad en la que yo he ejercido mi ministerio, Misión Evangélica Urbana, era necesario trabajar en libros tipo ensayo para promocionar la acción social evangélica, la sensibilización y la concienciación social de los cristianos o de otros grupos sociales ante el hecho de la pobreza y la exclusión social. De ahí surgieron todos mis libros publicados fundamentalmente por la Editorial CLIE, aunque haya otros publicados por el Consejo Evangélico de Madrid, sea de forma individual o compartida con otros escritores evangélicos.
En cuanto a las diferencias encontradas entre la prosa narrativa y la prosa ensayística, son fundamentales. Para mí es mucho más relajado escribir narrativa en el campo de la ficción literaria. Es una prosa menos densa, menos cuajada de ideas y de conceptos más o menos pedagógicos, es muchísimo más creativa, más original, más entretenida, más bella y más atractiva para el gran público.
Yo ahora, escribiendo mi segunda novela que, supongo, en un año estará terminada y corregida totalmente, me parece tan interesante escribir narrativa en el campo de la ficción que, cuando no escribo un día por cualquier razón o responsabilidad con la Misión que tenga que realizar, noto que me falta algo y que no estoy contento. Por eso muchas veces digo en relación con mi trabajo de escribir narrativa: Yo escribo independientemente de los resultados. Quiero decir independientemente de que publique o no publique, tenga éxito ante el gran público o no lo tenga. Se ha convertido en una necesidad vital para mí al igual que el respirar.
Tengo que decir que valoro los artículos que escribo en Protestante Digital u otras revistas y creo que, en cierta manera, es una obligación mía el mantenerlos con el fin de trabajar en el área de una sensibilización social que redunde en la eliminación de la pobreza en el mundo. No obstante, para mí es mucho más disfrute el escribir una narrativa de ficción.
En este sentido, la novela
Mundos Rotos, aunque se hace en un escenario real como es Lavapiés, tiene muchísimos elementos de ficción y para nada es una novela de un realismo histórico.
También tendría que decir que lo que me ha llevado a la narrativa es mi deseo de contactar con el ámbito de la cultura secular. Me gustaría algún día triunfar en esta área tan importante para llegar a tener voz, más voz, cuando hable sobre los temas sociales sobre los que he trabajado toda mi vida en relación con la pobreza, las desigualdades sociales, las injustas redistribuciones, la opresión, la marginación, la exclusión social y el sufrimiento de las personas por causa de los injustos y necios acumuladores del mundo. Me gustaría que mi voz llegara a más personas y a muchos más sitios.
Por tanto, el hecho de que escriba una narrativa de ficción de una forma que se podría llamar “secular”, a diferencia de mis artículos y libros de ensayo que son claramente publicaciones “religiosas” cristianas, es por mi deseo de intentar darme a conocer en todos los ámbitos sociales y culturales con independencia de cuestiones religiosas.
Sé que la empresa es casi imposible, pero como dijo alguien, independientemente de que se pueda estar totalmente de acuerdo con ello o no, “lo que somos no es nada, lo que buscamos es todo”. No podemos parar. Es como estar lanzado y orientado hacia la utopía sin saber dónde uno va a llegar. No obstante, creo que mis novelas defienden los mismos valores que defiendo desde mi claro posicionamiento como escritor cristiano, pero metiéndome en los bajos fondos de la sociedad, en los focos de conflicto, en las redes que enganchan a tantas personas, pero dándoles un tratamiento que defiende los valores en los que creo, pero sin darle ningún barniz religioso confesional.
Pregunta.- Veo que sigues abordando el tema de la inmigración...
Respuesta.- No es de extrañar que en mis novelas surja el tema de la inmigración —tantos años trabajando entre inmigrantes y, además, viviendo en Lavapiés desde hace ya casi treinta años en medio de un ambiente intercultural, multirracial, multilingüe y mestizo—, aunque en algunos casos lo trate como caricaturizado como es el caso del tema relacionado con todas las dinámicas novelescas del grupo de Inmigrantes de Lavapiés contra la Guerra, su participación en el No a la Guerra y otros. A veces parecen esperpentos dirigidos por las cuerdas del destino, pero siempre tratados con respeto, incluyendo el respeto a la diferencia. Lo que pasa es que he escrito desde esas perspectivas de personajes un tanto estrafalarios como en el caso de Tonín, Eduardo el legionario alcohólico y otros, para darles una fuerza especial a mis personajes de ficción.
En la novela
Mundos Rotos se muestra muy bien todo el drama de la inmigración con personajes que discuten y hablan sobre su situación, coqueteo un poco con las bandas latinas, los okupas y otros, haciendo de Lavapiés todo un símbolo en relación con la acogida y protección de los inmigrantes. Mirna, la protagonista, en sus confusiones de la realidad con la ficción por su vida trepidante y soñadora, se imagina sobre Lavapiés todo un escudo protector, lógicamente de forma simbólica y en el campo de la ficción. Tonín, el otro protagonista de la novela, un negro cubano, músico callejero que se asocia con la protagonista Mirna, se le ve en la narración como parte de las columnas imaginarias que sostienen ese escudo protector y acogedor de tantas personas que nos vienen de allende los mares o españoles en exclusión social. Hay muchos elementos de lenguaje soñador y simbólico.
Pregunta.- ¿Es que es posible olvidarnos de los más desprotegidos, sea cual sea el género por el que nos decantemos?
Respuesta.- Puede ser que para muchos esto sea posible, pero para mí no. Yo escribo desde la óptica de la solidaridad humana para con los desclasados, los proscritos, los desprotegidos y empobrecidos por este sistema social injusto en el que nos ha tocado vivir. Eso es parte de la coherencia de mi fe cristiana y de la forma de vivir mi espiritualidad siguiendo al Maestro.
Es por eso que, aunque escriba la narrativa de ficción sin darle ningún tinte religioso, en el fondo me implico con los pobres de la tierra por simple coherencia cristiana. Esto se puede ver en esta novela que comentamos,
Mundos Rotos, pero también se puede ver igualmente en la segunda novela que estoy escribiendo. En cierta manera mi pasión es el prójimo y quiero que mi vida sea el practicar la projimidad en el sentido tan importante que nos dejó Jesús este concepto.
Sin embargo, a mis personajes no los trato con tristeza. Les doy formas complejas y un tanto esperpéntica a veces, pero me preocupo no sólo de Mirna y de Tonín en su situación, sino del legionario borracho que un día quiso ser sacerdote y que tenía una inclinación, dentro de su miseria, de ayudar a otros compartiendo de su pobreza. También de la mujer anciana y solitaria que tanto echaba de menos la vida de las antiguas corralas. Personajes en carne viva, con sus sentimientos a flor de piel, sus formas de vida marginales, truncadas, sus expectativas rotas, pero dentro de una dinámica de vida que lucha para encontrar sentido, para morder algo de la savia de la vida envuelta en redes de injusticia.
Por tanto, yo no me puedo olvidar de los desprotegidos, ya escriba artículos mostrando a las claras mi identidad cristiana evangélica, o que escriba narrativa de ficción sin tintes religiosos como es el caso de mi novela
Mundos Rotos.
Pregunta.- En el entramado de la novela abordas temas muy actuales como la situación económica y política. ¿Debe ser el escritor un portavoz de la realidad que lo circunda?
Respuesta.- Es verdad que en la novela
Mundos Rotos abordo temas económicos y políticos, pero dentro de los parámetros de los personajes de ficción, extravagantes, estrafalarios y empobrecidos por el sistema sostenido por los poderosos del planeta. Es verdad que hay algunos capítulos en torno a la guerra de Irak, el No a la Guerra o el Atentado de la Estación de Atocha, donde parece dominar el realismo histórico y la crítica sociopolítica, pero siempre volvemos a la encrucijada de cómo viven todo esto los pobres y los sufrientes.
No obstante, sea de una manera o de otra, el escritor debe ser un vocero que analiza y critica la realidad social que le circunda para intentar mejorarla y clamar contra la injusticia y la opresión. Lo puede hacer con personajes similares a marionetas guiadas fatalmente por el destino, como es el caso de algunos de los personajes de la novela
Mundos Rotos, o lo puede hacer desde un realismo histórico con personajes narrados con menos elementos de ficción narrativa.
Entiendo la literatura que se hace sólo por entretener, pero en mi caso es una literatura que intento sea bella y atrapadora del lector, pero comprometida con los débiles del mundo. Un mundo que, a veces, parece irreal, pero en el que vuelco todos los valores en los que creo, que los defiendo y que los vivo en mi marcha por la vida.
Pregunta.- ¿Por qué una mujer como protagonista de la trama de la novela?
Respuesta.- Hay que tener en cuenta que las pioneras en la inmigración en España han sido las mujeres. Es más fácil el ver el rostro de la inmigración desde la sensibilidad de una mujer, aunque podría haber sido también un hombre. Hay que tener en cuenta que Tonín, negro cubano de porte un tanto estrafalario, pero atractivo en gran manera, es un hombre que comparte protagonismo en la novela
Mundos Rotos con la protagonista Mirna. Yo creo que ella hace más bella la narración al desplegar toda su sensibilidad de mujer junto a su idealismo que le hace confundir muchas veces la realidad con la ficción.
Yo creo que es más fácil que una mujer sensible como Mirna, la protagonista, sea captada por la magia del barrio de Lavapiés, sea también más observadora y se deja llevar más por la vida de personajes atrapados, como muñecos rotos, por la magia de este barrio en pleno centro de Madrid.
Recordemos su atracción por Tonín y todo su grupo de músicos callejeros a pesar del agravante de que se dedicaban al menudeo de la droga. Su atracción por Eduardo, este viejo legionario alcohólico que también está descrito con mucha fuerza narrativa, su interés infinito por la situación de los okupas del barrio que también le atrapan. Me pareció que todas estas dinámicas se podrían reflejar mejor en una mujer que en un hombre. De todas formas, repito que el protagonismo está compartido, en gran parte, con el negro cubano, Tonín, al que ella llamará “la bondad negra” por salvarle de la desesperación y darle acogida en su casa que, con Mirna, se convertirá en el cuartel general de Inmigrantes de Lavapiés contra la Guerra, con todas sus dinámicas un tanto extravagantes.
Pregunta.- Tras la lectura de la novela compruebo que el barrio de Lavapiés es el eje donde se desarrollan las historias?
Respuesta.- Lavapiés es totalmente el eje central como barrio “lleno de mundos”, mágico, acogedor de los migrantes de la tierra que, con sus calles estrechas y empinadas forman el ambiente adecuado y laberíntico para que la protagonista confunda la realidad con la ficción e intente elevar al barrio de Lavapiés a la categoría de mito o de símbolo. Incluso el que la novela termine con el atentado de Atocha es porque Lavapiés es también pieza clave en este atentado: De Lavapiés saldrán los móviles que serán el instrumento que haga explotar las mochilas, del mismo barrio se sacaron estas mochilas asesinas y, además, el mismo barrio se llenó de un luto que alcanzó a todos los establecimientos al por mayor de marroquíes, hindúes y otros que se llenaron de lazos negros para mostrar que ellos no estaban con el terrorismo.
La novela
Mundos Rotos, escrita en otro contexto o localización, perdería gran parte de su atractivo. “Un barrio, muchos mundos”, se dice de Lavapiés. Reflejo de toda la humanidad en donde muchos se sumergen en él, entre sus adoquines, para intentar sobrevivir en el nuevo país de acogida, en la nueva ciudad Madrid, que tiene la suerte de tener un ejemplo de interculturalidad, un mosaico de culturas y de religiones, un mundo de vivencias que se mezclan con la miseria, pero también con la cultura, la música y el hecho de que en Lavapiés nadie se siente extranjero.
Pregunta.- ¿Qué novelistas forman parte de tus lecturas imprescindibles?
Respuesta.- He pasado por diversas épocas y por diferentes atractivos hacia muy distintos autores. En mi juventud y en mis años de Universidad, leí mucho del teatro del absurdo, autores como Ionesco. Recuerdo cómo me atraían sus obras
La Cantante Calva,
La lección,
Las sillas… También Samuel Beckett con
Esperando a Godot,
Final de Partida, Watt… y otros. En cuanto a novelistas, leí mucho a Fedor Dostoievski con los
Hermanos Karamazov,
El Idiota, Crimen y Castigo,
El Jugador,
Noches Blancas,
Pobres Gentes… Todo un mundo que me atraía mucho. No digamos de Franz Kafka con sus novelas
El Proceso,
La Metamorfosis,
El Castillo.
No he pasado de largo de Ernesto Sábato, Thomas Mann y otros.
Más adelante leí muchos de los clásicos españoles y recalé ahora en la actualidad, por raro que parezca, enamorándome de la prosa de Carlos Ruiz Zafón a quien leo de vez en cuando, volviendo sobre sus novelas ya leídas solamente por el placer de ver la belleza de su estilo. Leo y releo páginas sueltas de sus novelas y, por alguna razón, me atrae y me gusta su forma de escribir independientemente de las temáticas que trate. Es un ejemplo para mí, independientemente de la valoración que puedan hacer los demás.
Pregunta.- ¿Hay un mensaje evangelístico en la novela?
Respuesta.- Como ya he dicho ni esta novela ni otra que estoy escribiendo se pueden catalogar como novelas religiosas o evangélicas. No obstante, yo creo que mantener los valores de respeto al diferente, de sacar a los últimos al primer plano, de promover la solidaridad entre los hombres, hacer una concienciación social que lleve a otros a involucrarse en la ayuda al prójimo sufriente, ya es una forma de evangelizar la cultura y de mandar mensajes evangelísticos en la línea de la denuncia profética que después recogerá Jesús mismo. Yo creo que Jesús evangelizó desde su compromiso con los pobres y yo, en mi deseo de avanzar sobre la utopía, creo que si algún día pudiera llegar a tener más voz, sería entonces cuando se podrían observar mejor los resultados evangelísticos de mis novelas seculares. En mi mente están clavados, como con clavos de acero, todos los valores del Reino que irrumpen en nuestra historia con la venida de Jesús.
Pregunta.- ¿Es fácil publicar hoy en día? ¿Cuál ha sido este proceso para ti?
Respuesta.- No, no es nada fácil publicar. Yo he estado contactando con las grandes Editoriales y creo que he estado a punto de poder publicar en alguna de ella. Ha sido todo un proceso de lucha y de envío de presentaciones de la Novela y partes del original o el original completo. En algún caso me pidió todo el original completo una de las grandes Editoriales después de enviarle la presentación y el primer capítulo, pero finalmente he publicado donde he podido, una editorial pequeña, pero que me ha cubierto todos los gastos de edición y se ha comprometido a pasarme un porcentaje de las ventas. A través de esta Editorial el libro está en Amazon en papel y en e-book, promocionado en español y en inglés y en diferentes librerías, aunque se puede pedir en cualquier librería aunque no lo tengan. Basta dar el nombre del autor, el título de la novela y el nombre de la Editorial que es Unitedp.c. Espero que mi próxima novela pueda atraer la atención de algunas de las editoriales conocidas, sea a través de presentación en premios literarios o enviando el original. Seguiremos en la lucha sin tregua ni descanso.
Pregunta.- ¿Para qué público está dirigida tu primera novela?
Respuesta.- La novela es realmente para todos los públicos sin distinción de religión o condición social. El estilo es fácil de seguir, bello y podría ser leído incluso por personas de un nivel cultural no universitario. De todas formas creo que si el lector tiene una formación amplia, va a sacar muchas más conclusiones y va a disfrutar más de todas las dinámicas de la novela
Mundos Rotos.
Pregunta.- ¿Puedes adelantarnos cuál tu nuevo proyecto narrativo?
Respuesta.- La verdad es que no puedo adelantar mucho. Sólo os diré que es una novela que en esta ocasión no está ambientada en un lugar conocido, sino en una ciudad un tanto fantasma y tomando como referencia su céntrica plaza en donde transcurre todo un mundo lleno de interés, pero no exento de muchas y muy diferentes problemáticas. En este caso el personaje central es un sacerdote español, Aurelio Coronel, que renuncia a su parroquia y vive con frenesí todas las dinámicas de dolor alrededor de una serie de personajes y ambientes marginales en donde se mezclan la religión, la marginación social, la prostitución, el alcoholismo, la mafia y la violencia ejercida por los mafiosos contra uno de los personajes jóvenes de la novela.
El cura Coronel, a pesar de que tiene una problemática que no quiero desvelar ahora, se muestra en toda la novela como un sacerdote proscrito, pero que va lanzando mensajes y conceptos en pro de la liberación de tantos desgraciados. Llega a hacerse casi como uno de ellos mojándose en las aguas putrefactas donde se sumergen sus prójimos intentando convertirse en la esperanza de todos aquellos que viven la infravida de forma trepidante en medio del mal, pero que se aferran a cualquier hilo de salvación.
Protagonista junto con él es Melina, una mujer joven inmigrante dominicana que desea evadirse de los entornos malditos buscando la perfección con total entrega. Desde su marginalidad busca el amor perfecto, la sociedad perfecta, lo excelso y, en cierta manera, lo divino.
Melina siempre lleva consigo un pequeño libro que tampoco os voy a decir qué libro es, pero que es su libro de cabecera y lo lee continuamente. Es el libro que le transmite sus deseos de búsqueda de la perfección. Os dejo este detalle como todo un misterio.
Coronel y ella vivirán con intensidad muchas emociones en torno a esta idea de poner de relieve lo que es perfecto y lo sublime aunque se dan cuenta de lo imposible y lo utópico de poder alcanzarlo, pero nunca llegan a la frustración.
Uno de los personajes del grupo junto a Coronel y Melina tiene una problemática especial que da un tinte violento a la novela, aunque de una forma discontinua apareciendo de vez en cuando en diferentes capítulos. Es un joven español que se gana la vida muy indignamente —tampoco os desvelo cómo—, perseguido por la mafia por un ajuste de cuentas económico. Esta trama, que va cruzando casi transversalmente toda la novela, va dando lugar a que se hable de persecuciones, algún homicidio aunque involuntario que tampoco puedo contar ahora cómo fue, intervenciones tanto de la mafia como de la policía, búsqueda de refugio para ocultarse en el que se ve involucrado el sacerdote Coronel por solidaridad con sus compañeros, detención final, cárcel y otros elementos de tensión que se dan en la novela sin que esta trama sea la principal de ella. No puedo contar más detalles.
Toda la parte final es un tanto sobrecogedora, pero acaban triunfando los valores sociales positivos aunque ocurre una situación extraña que tiene que pasar la coprotagonista de la novela, Melina, acompañante del joven perseguido por las mafias, para ayudar, por solidaridad humana, a una de sus amigas en situación de grave riesgo social. ¿De qué se tratará esta situación tan sobrecogedora? Sobrepasa lo imaginable. Esto ya no se puede desvelar.
Aunque parezca un tanto sombría la novela, el estilo sigue buscando la belleza, lo atractivo, lo bueno y lo brillante. También el cura, a pesar de su abandono de la parroquia y su problemática no frecuente en un sacerdote, va lanzando continuamente valores humanos y bíblicos que hacen reflexionar a todos con un estilo más cercano al profético que a la homilía de una parroquia.
¿Por qué un cura? No lo sé. Parece que, simplemente, es porque el sacerdote proscrito, Aurelio Coronel, ha tenido la habilidad de colarse dentro del argumento novelesco, como personaje principal, con alguna argucia que no he podido evitar. No hay otra razón. En fin que, en el fondo, es una novela preñada de valores evangélicos y humanos en medio de los peores males sociales imaginables. Valores que son, a su vez, humanos, muy humanos y, además, en el más amplio y positivo sentido de la palabra humano. Recordemos que Jesús también fue muy humano.
En fin, no sé si hago bien en hablar de forma tan concisa y sin reflejar los detalles de una trama que no sé si algún día se publicará.Yo lo intentaré y, si no se publica, seguiré pensando que, quizás, no sea esto para mí lo más importante. Para mí lo importante es sentirme activo intelectualmente y divertirme en cierta manera con esta narrativa de ficción.
No penséis que es una novela oscura o sombría, sino una novela que busca toda la belleza y la pasión que nos puede aportar la literatura. De todas formas una cosa es intentar relatar un argumento y otra leer con pasión en el silencio de un lugar tranquilo toda una historia novelada, imposible de olvidar jamás… así pasarán miles de años.
Finaliza la entrevista. Gracias, Juan, por este recorrido que reconstruye esos
mundos rotos. Te estaremos acompañando en este nuevo tránsito por una narrativa que parte de la realidad.
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