A nosotros los periodistas, lo mismo que a los demás profesionales de lo que podríamos definir como oficios directamente relacionados con el trato con la gente, cabe aplicarnos pongamos un dicho que sostenga que hay comerciales que huelen a pueblo y comerciales que huelen a despacho.
Viaje al paraíso I
El pasado 1 de diciembre publiqué en Protestante Digital y Periodistas en Español un artículo sobre una iniciativa tan innovadora como ejemplar de realización de arte en vivo que había llevado a cabo la Cátedra DKV Arte & Salud en el Hospital de Marina Salud de Dénia. Una artista cordobesa, Marta Ortega Estepa, ganó la convocatoria con su proyecto de llevar a cabo dos intervenciones murales en las salas de Oncología y Hemodiálisis del hospital en torno al tema “Viaje al paraíso”.
Su obra es un paisaje de vívido colorido que puede verse a la entrada de la salas. La otra intervención fue la que me llamó poderosamente la atención, pues era noticiable a más no poder: en este caso no se trataba de “llevar” el arte a un espacio hospitalario poco grato, sino de implicar a los propios pacientes en la intervención artística. “¿Qué es para ti el paraíso?”, preguntó la artista a los pacientes.
“Salud y dinero”, “Un mundo sin hambre y sin guerra”, “Algo maravilloso”, “Con la gracia de Dios todo se salva”, “Mi familia”, “Vivir en armonía” y “Felicidad”. Esto es lo que podía leerse en los carteles pegados en la pared de la sala en la foto con la que el departamento de Comunicación del hospital acompañaba la nota de prensa.
Tenían mucha miga las respuestas. Así es como empecé el artículo:
“’Salud y dinero’ o ‘Felicidad’. He ahí el dilema. Todo depende de cómo se empiece la lectura de la foto. Si nos atenemos en la lectura al uso habitual del código textual, esto es, leer la foto como si de un texto se tratase, de izquierda a derecha y de arriba abajo (‘Salud y dinero’ y los demás carteles que siguen), o si en este caso optamos por infringir la norma y cambiar al código plástico, que aquí nos lleva a iniciar la lectura por el elemento más destacado, el
punctum si no único, sí principal de la foto: la palabra ‘Felicidad’. Es la que atrae la mirada como un imán al primer golpe de vista.”
Redactar el texto -el que acabo de citar y seis párrafos más- me llevó su tiempo -las notas de prensa ofrecen la información básica… para analizarla, contrastarla, e interpretarla-, pero confieso que me pasé su buen par de horas arreglando la foto. La calidad dejaba mucho que desear: luz descompensada, color mortecino, perspectiva caída, etc. El largo e intenso proceso de edición me sirvió para estudiar no solo el contenido de los mensajes de los pacientes, sino para memorizar milímetro a milímetro la imagen de la estancia.
Viaje al paraíso II
Y aquí vuelvo al dicho de oler a pueblo y oler a despacho. 86 días después de publicado mi artículo, el pasado 25 de febrero me encuentro de repente frente a los carteles, esta vez como paciente de Oncología después de que me diagnosticaron un cáncer. ¡Cuán diferente es leer en tu tableta las definiciones del paraíso cómodamente sentado en el sofá de tu casa a tenerlas ahí delante durante cinco horas que estás en el sillón de Oncología enchufado en vena a la quimioterapia.
El próximo martes 8 toca acudir a la tercera sesión. El ánimo, intacto; al cáncer hay que ganarle la batalla. Nuevo libro, pues, al que darle su buen arreón de lectura durante las horas de
chute, por cierto, cómodamente sentado en un sillón articulado de los que ya te gustaría encontrar en
bisnes en las compañías aéreas más exclusivas.
He entendido la diferencia de oler a despacho como periodista -“Viaje al paraíso” (I), el artículo que publiqué- a oler a pueblo como paciente -“Viaje al paraíso II”-. Tan solo una duda tengo por resolver. Alguien cambió los carteles y colgó uno nuevo con la leyenda “Rock And Roll”. Bueno, ya tengo un nuevo adjetivo para definir mi actual estado de salud: “delicada salud de hierro de un viejo roquero canceroso”.
Que de repente te digan que tienes un cáncer no es el súmmum de la felicidad, pero tampoco es el fin; solo un duro y largo camino de lucha, un portentoso estímulo para cuidarte, un acicate permanente para no bajar la guardia en el servicio a los demás, mantener la moral alta, y tener el sentido del humor siempre a punto.
No me cabrea mi cáncer. Me cabrea el anónimo descerebrado que puso en circulación la infausta, macabra “gracia” de “Marina Ataúd”. Muy, pero muy exquisitamente elegante estuvo Ángel Giménez, director del hospital cuando, en entrevista con el periódico comarcal semanal
Canfali Marina Alta el pasado 8 de febrero, dijo que tal difamación es “de mal gusto”.
Pues yo digo que es de juzgado de guardia. A mí no, gracias a Dios, pero a otros pacientes les meten el miedo en el cuerpo. Y no queremos el miedo, sino el paraíso. Incluso para los descerebrados (eso sí, previa rehabilitación).
…….
Publicación compartida con
Periodistas en Español / Foto / Aula Foto
Si quieres comentar o