El segundo acontecimiento de 1963 que queremos resaltar fue la Conferencia sobre Misiones y Evangelización del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), celebrada entre el 8 y el 19 de diciembre en la ciudad de México con la presencia de 200 delegados de todos los continentes que se reunieron para considerar la tarea de la misión cristiana mundial en el momento. Se trataba de la primera reunión como tal de la comisión en cuestión y el tema central fue “La misión en los seis continentes”, lo que representó un avance al modificar el lenguaje sobre los países “del Sur” (
www.mission2005.org/Mexico-City.556.0.html). La conferencia abordó intensamente el testimonio Cristiano en un mundo donde Dios permanece activo, invitando a las iglesias a unirse a la misio Dei (misión de Dios). Era la época en que se apreciaba positivamente la secularización y las formulaciones no religiosas de la fe y la acción cristianas, particularmente en Occidente (
http://archives.wcc-coe.org/query/detail.aspx?ID=71452).
Tratándose de un país con fuertes raíces hispano-católicas y, por ende, con un conjunto de iglesias protestantes poco dado al diálogo ecuménico, se entenderá la enorme oposición y polémica que desató tal evento en México. El abanderado de tal rechazo fue el pastor presbiteriano Eleazar Z. Pérez, quien desde diversos espacios y en todos los foros que tuvo a su alcance, especialmente la revista
El Presbiteriano, se refería al CMI como una terrible amenaza para el cristianismo, dadas sus tendencias de unificación con el catolicismo romano. El pastor Pérez, ex moderador de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México (INPM) era un seguidor ferviente de las ideas de Carl McIntire, fundador de un organismo alterno, el Concilio Internacional de Iglesias Cristianas (CMIC). Por otra parte, el referente para el movimiento ecuménico y gran figura del protestantismo desde varias décadas atrás era el profesor metodista Gonzalo Báez-Camargo, quien había presidido el Tercer Congreso Evangélico Latinoamericano de La Habana en 1929, ¡a los 30 años de edad! Él se encargó de rebatir a Pérez en diversas publicaciones y llegaron a mantener un fuego cruzado a medida que se acercaba el inicio de la conferencia.
Varios materiales dan cuenta de lo sucedido en esas fechas en México, D.F., en diferentes espacios eclesiásticos, especialmente la iglesia metodista La Santísima Trinidad y la Primera Iglesia Bautista, ambas en el Centro Histórico de la capital mexicana. En primer lugar, el volumen oficial,
Witness in six continents, editado por Ronald Orchard (CMI-Edinburgh House Press, 1964), que recoge la totalidad de las ponencias, presentaciones y debates. Los textos de apertura estuvieron a cargo de
M.M. Thomas, director del Instituto Cristiano para el Estudio de la Religión y la Sociedad, de Bangalore, India (“El mundo al que le predicamos a Cristo”), y de
Willem Visser’t Hooft, secretario general del CMI (“Las misiones como prueba de la fe”). Entre los expositores latinoamericanos estuvieron
Gonzalo Castillo Cárdenas, colombiano, secretario ejecutivo del Comité de Cooperación Presbiteriana de América Latina (CCPAL), y
Aharon Sapsezián, secretario general de la Asociación de Seminarios Teológicos brasileños, con textos sobre la vida y testimonio de la iglesia en el subcontinente y en Brasil, respectivamente;
Alfonso Lloreda, colombiano también, aunque trabajaba en México, sobre la visión profética en la expresión evangelizadora del protestantismo latinoamericano; y
Mauricio López, argentino, del Departamento de Iglesia y Sociedad del CMI, sobre el Evangelio y el mundo intelectual. El sermón de apertura lo presentó el pastor metodista uruguayo
Emilio Castro. Entre los invitados especiales destacaron el arzobispo primado de México y el de Cuernavaca,
Sergio Méndez Arceo, una de las figuras de la renovación católica latinoamericana marcada por los ecos del Concilio Vaticano II, que aún no concluía.
Las demás presentaciones vespertinas se ocuparon de temas como Ayudando a las iglesias a crecer; Encontrándose con hombres en las ciudades y de diversa fe; La misión eclesiástica en el mundo de hoy; y Encontrándose con la intelectualidad. Entre los autores de las mismas estuvieron:
Harry Daniel (Iglesia del Sur de la India),
Heinrich Mayer (obispo de Lübeck y profesor la Universidad de Hamburgo, Alemania),
Thomas Ekollo (Iglesia Evangélica de Camerún) y
Kathleen Bliss (del ministerio educativo de la Iglesia de Inglaterra). Asimismo, se incluyen los reportes por sección y el trabajo de los comités, para cerrar con el mensaje de la Comisión de Misión y Evangelización y una declaración de las delegaciones juveniles.
Otro libro referente a esa conferencia es
Misión: presencia y diálogo, de
Emilio Castro (Buenos Aires, Methopress, 1964), con presentación de Báez-Camargo, quien se expresó como sigue acerca del impacto de la conferencia en las iglesias iberoamericanas, como él insistía en llamarlas (“no me acostumbro aún a llamar ‘latina’ mi América de indios”):
Me parece que ha sido la asamblea misionera ecuménica de México la que, dentro del contexto de su insigne tema “La misión mundial de la Iglesia” y su hincapié en definir esa misión sustancialmente en términos de testimonio —tan bíblicamente—, nos ha dado la oportunidad, es más, nos ha impuesto la urgencia a los evangélicos iberoamericanos de entregarnos de una buena vez a examinar, con rigor autocrítico, nuestras presuposiciones misioneras y evangelizadoras (p. VI).
Castro resume y analiza, al mismo tiempo, la conferencia de México, con el entusiasmo que despertaba en esa época la eventual renovación de las mentalidades y las acciones de las iglesias en el marco del todavía inicial diálogo ecuménico. A su descripción de lo sucedido la permea un ánimo fresco y crítico sobre lo que debían ser la misión y la evangelización en el camino de superar los esquemas impuestos y de encontrar nuevas formas de hablar al mundo contemporáneo del Evangelio de Jesucristo. En el primer capítulo, “Misiones hoy, ¿por qué?”, lo expresa con claridad: “Desde un punto de vista cristiano, sólo hay una razón de ser para la Misión: la reconciliación operada por Dios en Jesucristo. No se trata de ningún capricho personal, de ninguna idea de superioridad intelectual, social o cultural, se trata de que venimos de un hecho: Dios ha actuado en la persona de Jesucristo en beneficio de la humanidad y aquellos que muy a pesar de nuestra indignidad, hemos recibido noticias de este acontecimiento, no tenemos otra posibilidad abierta que la comunicación del mismo a cuantos nos rodean” (p. 6). Más adelante, subraya mucho del espíritu de la reunión, en la que convivieron elementos tradicionales, como las iglesias ortodoxas, con otros más renovados, como los representantes de iglesias pentecostales.
Finalmente, el propio Báez-Camargo se ocupó de valorar los alcances de la reunión mundial en su artículo,
“Mexico: a long stretch from Edinburgh” (México: un largo despliegue desde Edimburgo), publicado por la International Review of Mission en abril de 1964, en donde pasa revista a lo sucedido en las conferencias previas desde Edimburgo, en 1910, Jerusalén (1928), Whitby (1947) y otras más, y encuentra que “la contribución más vital de la conferencia de México 1963 para la causa misionera es la recuperación del significado bíblico de la misión de la Iglesia como testimonio en el mundo y al mundo”. Para el momento, no era poca cosa, pues los ataques que sufría el CMI por parte de sus detractores lo obligaron a clarificar su trabajo en un sentido más evangélico. En ese sentido, la conferencia de México fue un gran hito y todavía hoy se sigue experimentando su importancia. Así se valoró en la conferencia más reciente sobre el mismo tema, en Atenas (2005,
http://archived.oikoumene.org/po/resources/documents/other-meetings/mission-and-evangelism/athens-2005-documents.html).
Para Rubén Arjona, con gratitud y profunda amistad
Si quieres comentar o