1
Yo sé que tú conoces esta angustia
que llevo en los costados.
Estas ansias de ser lo que no he sido
que me queman los labios.
Hemos paseado juntos, muchas veces.
Mirándonos las manos.
Y te he encontrado siempre como amigo.
Por esto te he invitado
a caminar con paso distraído
alrededor de la ciudad y el llanto.
2
Una vez me contaste tu milagro
hecho en las Bodas de Caná. ¿Recuerdas?
Dijiste que te había causado mucha
emoción por haber sido la primera
vez que hacías cosas grandes.
Me lo contaste guiñándome los ojos,
como si yo no lo supiera.
Se te volvió el semblante ancho y alegre
y la cara de fiesta...
Nosotros dos hemos hablado mucho,
en horas de esperanza y de miseria.
No creo que te avergüences
de esta amistad sincera
y de haberme contado algunas cosas
con el ruego que a nadie lo dijera.
3
Ya que somos amigos (en secreto,
para nosotros dos), dime: ¿Qué piensas
hacer en este año
que comienza?
Muchos sueñan temblando,
porque esperan
la súbita caída sobre el mundo
de un vendaval de guerra.
Yo sé que habrá sollozo,
soledad y miseria
y esquinas inundadas por el chisme.
Y hasta es posible que, las malas lenguas,
sin nos ven conversando tan a solas,
digan que tramamos alguna contienda.
4
Siempre he deseado que me digas Cristo,
qué piensas preparar para el futuro
¿Piensas dejar que sigan desangrándose
los hombres por el banquillo sucio
de una Presidencia? Ya es hora
de cortar con machete estas tristezas!
Debieras ordenar
que haya más siembra
de esperanza y amor,
y menos guerra
y crimen en el mundo.
Yo – el menos - ya estoy bien cansado
De oír que llaman héroe al que mata
Cien hombres defendiendo a un tirano
Que se mama los pechos de la patria.
5
Muchos niños se caen en el pozo
del hambre y de la muerte, noche a noche.
Muchos hombres fallecen en aceras
olorosas a alcohol, negros y pobres.
Muchas mujeres compran pan y carne
con el sexo blenorrágico y deforme.
Los más fuertes hornean capitales
quemándoles los dedos a los pobres.
Unos rezan a Dios pidiendo llanto,
dolor y crimen para los enemigos.
Otros vienen con panes en la boca
y en las manos venenos y cuchillos.
A mí, personalmente, me parece
que deben acabarse estos suplicios.
6
Pero en fin, tú conoces
más que yo estas cosas.
Has vivido casi 2000 años,
que son bastantes para una persona.
Yo apenas tengo un poco más de 20
y ya me siento con las manos rotas.
No porque haya sufrido demasiado:
sino porque me duele lo que otras
gentes padecen en el mundo entero,
donde sufren igual que fieras locas.
¿Qué te parece, Cristo, si arrancamos
este volcán de plantas venenosas?
7
Yo casi estoy seguro que los hombres
desean ser buenos.
Claro que no lo pueden por sí solos:
Necesitan maestro
¿Por qué no nos ayudas un poquito?
Ya ves que en esta tierra hay mucho cieno
que limpiar.
Yo a veces pienso
que Dios la hizo con las manos sucias.
Sería bueno
que vinieras, allá de cuando en cuando,
a pasar por lo menos
los fines de semana
en estos pueblos.
8
Perdona si te doy estos consejos:
Sabes que lo hago en calidad de amigo.
Yo no quisiera que las gentes hablen
mal de ti, Cristo.
Por eso te propongo que en este año,
aún recién nacido,
vengas a visitarnos con frecuencia
y nos ayudes a buscar caminos.
Podrías darles lecciones a los curas,
recordarles lo que es el Cristianismo,
cambiarles el cerebro a algunos tipos:
A los políticos
y a algunos dictadores
presumidos.
Podrías darles consejos a los padres
y a los hijos.
También podrías traer algunos panes
para los mendigos.
En fin ya tendrás tiempo de ir pensando
todo lo que hay que hacer en estos sitios.
9
¿Te marchas ya? Perfectamente, Cristo.
Ya tendremos un rato para hablarnos.
Yo siempre te he querido como amigo.
Por ahora, permíteme decirte
que ha sido un gran placer charlar contigo.
Espero que de vez en cuando vengas.
Hay mucho por decir que no hemos dicho.
Y ojalá que pienses mucho, hasta los huesos,
todo esto que hoy te puse en los oídos.
Jorge Debravo.
Milagro Abierto
Turrialba 1960
Tomado del blog
La ventana de homero
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