La mayoría de los sociólogos coincide en reconocer que una de las características más evidentes de la globalización es que se trata de un fenómeno en expansión del modelo de desarrollo capitalista y neoliberal. Este modelo primaría la especulación sobre la inversión productiva sostenible; la concentración de riqueza en pocas manos sobre la redistribución de la misma y el crecimiento económico por encima del progreso social equitativo.
Tal horizonte económico trasciende ya los estrechos límites nacionales y se ha abierto a todo el mundo.
Hoy ciertas decisiones tomadas por determinados individuos en un lugar de la Tierra repercuten sobre otras personas que viven a miles de kilómetros de distancia. Como suele decirse en economía “cuando Wall Street se resfría, el resto del mundo contrae una pulmonía”. La globalización hace que el futuro de cada persona se elabore ya a escala mundial.
La internacionalización del comercio permite que en cualquier aldea de la montaña más remota puedan encontrarse productos fabricados en diferentes partes del mundo. La proliferación de empresas multinacionales no sólo permite que sus productos se vendan en países distintos a donde fueron producidos, sino que hasta el mismo proceso de producción se ha internacionalizado también. Un vehículo Ford Mondeo de los 90, por ejemplo, estaba fabricado con piezas procedentes de 112 lugares distintos, repartidos por 16 países de 3 continentes. La empresa suiza de alimentación, Nestlé, que fue fundada 1867 está hoy presente en 150 países y su negocio en Suiza es muy poco importante. Entre sus diez máximos dirigentes, sólo dos son suizos. Los ocho restantes pertenecen a cinco naciones diferentes. La lista de empresas con similares características es larga y sigue creciendo.
Otro famoso ejemplo lo constituye la muñeca Barbie. La materia prima para su fabricación procede de Taiwan y de Japón. El ensamblaje se realiza en Indonesia, Malasia y China. Los moldes y las pinturas provienen de Estados Unidos, mientras que China aporta el algodón para los vestidos. Las muñecas son exportadas desde Hong Kong a un precio de dos dólares por unidad, pero en Estados Unidos se venden a diez dólares. Cada segundo que pasa se compran dos muñecas Barbie en el mundo, lo que le permitió a la empresa Mattel, que la comercializa, obtener unas ganancias en el año 1995 de 1.400 millones de dólares.
Las compañías multinacionales como ésta son el principal canal mediante el cual la globalización se está desarrollado en la actualidad. Como veremos más adelante, el rápido crecimiento de tales empresas ha levantado todo tipo de críticas. Especialmente por parte de los gobiernos de países pequeños.
Como las multinacionales mueven mucho dinero, los gobiernos nacionales tienen que doblegarse ante las exigencias de las empresas privadas, lo cual les hace pensar que pierden soberanía.Hay que tener en cuenta que entre las 60 mayores unidades económicas del mundo, aproximadamente la mitad corresponden a multinacionales, mientras que la otra mitad está formada por países.
La internacionalización de los capitales es quizá la característica más sobresaliente del actual proceso globalizador. Hasta hace poco el movimiento de capital entre los países era más bien escaso ya que existía un sistema de cambio fijo. Sin embargo, con la desaparición de éste en 1972 y gracias a la eliminación de otros controles, el capital financiero se empezó a mover de unos países a otros generando una inestabilidad económica sin precedentes. Por ejemplo, en la actualidad es posible apretar un botón de una computadora y conseguir que veinte mil millones de dólares pasen de Nueva York a Hong Kong en segundos y al minuto siguiente, es posible que esta cantidad se transforme en euros y vaya a parar a Berlín.
De ahí que tales cantidades viajeras hayan sido denominadas “capitales golondrina” porque vuelan de un continente a otro con gran facilidad. Este trasiego especulativo tiene lugar durante las 24 horas del día y contribuye a crear lo que se ha llamado la “sociedad del riesgo” (Beck, U.
¿Qué es la globalización?, Paidós, Barcelona, 2000). Aunque, de hecho, a este riesgo del colapso de la economía mundial, habría que añadir también el riesgo ecológico, el nuclear, el de los alimentos modificados genéticamente, el del calentamiento global del planeta, el de los accidentes de tráfico e incluso el del divorcio, los fundamentalismos violentos, etc. Todos absolutamente imputables a la acción del propio ser humano.
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