Aunque el término, como se ha visto, es de origen reciente, la idea general de la globalización es mucho más antigua.En cierto sentido podría decirse que cuando Alejandro Magno extendió su imperio hasta arribar a la India o cuando los fenicios recorrían las costas mediterráneas para realizar su comercio, por medio del intercambio de mercancías, costumbres y cultura, de alguna forma se dio un incipiente proceso globalizador.
De la misma manera,
el nacimiento de Cristo durante el primer siglo de la era cristiana tuvo lugar también dentro de un evidente proceso de globalización suscitado por la influencia y poderío del Imperio Romano.
Probablemente la fe cristiana no habría prosperado a la velocidad que lo hizo de no ser por dicho proceso. La predicación de Jesús se produjo en Palestina, en el lugar estratégico y en el momento histórico oportuno para difundirse con rapidez entre las principales culturas de la época.
No debe olvidarse que nuestro Dios es el mejor estratega del universo que influyó decisivamente en la venida de Cristo a la Tierra, en su humanización, así como en la elección del lugar exacto y la fecha idónea para su nacimiento. En este sentido, el apóstol San Pablo escribe: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo,...” (Gá. 4:4). O sea, en el momento oportuno. El lugar y la época no fueron elegidos al azar sino muy sabiamente. La globalización impuesta por las armas del Imperio Romano perduró durante algunos años pero se derrumbó con la invasión de los bárbaros. Durante la Edad Media y en épocas posteriores hubo también intentos de crear grandes imperios pero, en realidad, nada de esto era una verdadera globalización en el sentido actual del término sino más bien tímidos esfuerzos de unificación por el poderío militar.
El primer proceso globalizador basado principalmente en razones económicas fue el que se dio a finales del siglo XIX y principios del XX. Los economistas de hoy distinguen dos procesos de globalización: uno que abarcaría desde 1870 hasta 1914, coincidiendo con la revolución industrial, y otro generado a partir de 1950 y que llegaría hasta el momento presente. Lo que ocurrió en la primera globalización fue el abaratamiento de los costes energéticos y del transporte. Esto fue consecuencia de la expansión de las redes del ferrocarril entre 1820 y 1850, del desarrollo de las calderas de vapor en las industrias y de las mejoras en el transporte marítimo.
Tales acontecimientos fueron los principales motores del progreso así como en la actualidad puedan serlo la aviación, las telecomunicaciones o el Internet. Si en 1830 el velero más rápido tardaba 48 días en viajar desde Europa a los Estados Unidos, diez años después los vapores lo hacían tan sólo en 14 días. Esto supuso un gran adelanto al que se le unió el invento del telégrafo. A partir de 1860 las principales ciudades del mundo estaban ya unidas por este revolucionario sistema de comunicación.
La revolución industrial contribuyó a crear un desequilibrio entre los países que aportaban las materias primas y los industrializados que las necesitaban. Al mismo tiempo se produjo una sobreoferta de productos innecesarios en los mercados que no podían venderse, a menos que se fomentara de alguna manera su exportación al exterior más allá de las fronteras de los propios países productores. Así
apareció el concepto de liberalismo o librecambismo como la mejor solución a todos los males económicos del planeta. Las fronteras se empezaron a abrir y hubo un gran intercambio de bienes y mano de obra. Sin embargo, la cosa no funcionó.
Al principio, la demanda creció y empezó a haber fuertes movimientos migratorios desde Europa a los Estados Unidos, donde los obreros eran necesarios. Pero a medida que la inmigración y la oferta de mano de obra fue aumentando en Norteamérica, los salarios empezaron a disminuir y se produjo la paradoja de que los obreros que habían permanecido en Europa ganaban más que los que se habían marchado a América. El poder y el capital se fueron concentrando en las grandes empresas, mientras que los perdedores acabaron resucitando el temido fantasma del proteccionismo. Se empezó a impedir la importación de productos extranjeros y la experiencia acabó en el desastre económico.
La primera globalización dio marcha atrás y sólo duró 44 años. Después de unas décadas oscuras en las que proliferaron los nacionalismos, el mundo se sumergió en la Primera Guerra Mundial. Se produjo la Gran Depresión de 1929 y al poco tiempo sobrevino otro gran conflicto armado, la Segunda Guerra Mundial.
El segundo proceso globalizador que empezó en los años cincuenta y ha llegado hasta nuestros días,no se desarrolló con tanta rapidez como el primero pero, por lo pronto, ya ha durado más tiempo que su predecesor. También se ha visto frenado temporalmente por importantes crisis financieras como la de México en 1994 que acabó extendiéndose a toda Latinoamérica y la del sudeste asiático de 1998, que se inició en Tailandia y terminó afectando a vecinos tan alejados como Rusia y América Latina. No obstante,
la globalización económica actual ha venido superando hasta ahora todos los obstáculos con los que ha tropezado. La mayoría de los expertos cree que seguirá avanzando de manera imparable porque, a diferencia del proceso anterior, la globalización de hoy se apoya sobre fundamentos mucho más sólidos.
El primero de tales apoyos viene determinado por la increíble movilidad que posee el capital en la actualidad. Los adelantos de las telecomunicaciones permiten que la globalización de los mercados financieros sea casi completa. Las sumas billonarias que se mueven diariamente de unos países a otros en cuestión de minutos dejarían perplejo a cualquier economista de principios de siglo.
El
segundo fundamento viene de la mano de los grandes organismos e inmensos bloques comerciales. Instituciones internacionales de cooperación económica, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional (FMI) que suavizan los efectos que puedan causar las crisis momentáneas de un determinado país o de muchos.
La tercera razón de la actual estabilidad económica global es la mayor interdependencia de las empresas. En la primera globalización se fomentó el librecambismo de mercancías pero no el de las empresas. Sin embargo, hoy las compañías multinacionales constituyen el soporte principal que permite el desarrollo del proceso globalizador. Ya no se trata sólo de adquirir una materia prima barata cambiándola por productos manufacturados caros, sino que la producción se traslada al propio país donde además la mano de obra es también más barata. Así, los distintos componentes de un determinado producto se pueden fabricar en diferentes partes del mundo y ser ensamblados en otra.
El desarrollo de la tecnología es el cuarto punto de apoyo de la segunda globalización.El mundo se ha convertido en una “aldea global”, en palabras de McLuhan (1990), que ya no requiere de 80 días para ser recorrida por completo según pronosticaba Julio Verne en su famosa novela. Si el coste de una llamada de tres minutos desde Nueva York a Londres era de 300 dólares, en el año 1930, actualmente mediante el correo electrónico es prácticamente gratis. Los cambios experimentados en el mundo de los transportes y de la comunicación permiten suponer que el actual proceso globalizador no tiene marcha atrás.
Estas dos últimas globalizaciones que acabamos de ver describen procesos económicos de la historia reciente, sin embargo cuando en la actualidad se habla de globalización parece que se hace referencia a la etapa que empieza a finales de los noventa durante el siglo XX. En 1989 la guerra fría mantenida durante años entre el bloque capitalista y el bloque soviético se acabó porque uno de los dos, el capitalista, ganó la batalla. Para ser más exactos, se podría decir que el día en que cayó el muro de Berlín empezó la globalización. Los EE.UU. defendían un sistema de mercado capitalista centrado en la propiedad privada, mientras que la URSS pretendía un sistema burocrático de planificación centralizada.
En realidad, se trataba más de una guerra entre los intereses económicos enfrentados de las dos grandes potencias mundiales que de un conflicto entre principios morales o ideológicos. Estados Unidos venció en esta lucha y con su victoria se inició el proceso de norteamericanización del mundo que caracteriza la actual globalización.
El mismo invento informático de los militares que hizo posible ganar la guerra fría, el Internet, es el que ha permitido después la globalización especulativa.
Si quieres comentar o