Cierto que la Navidad del primer Jesús constituye un hito histórico: desde entonces el mundo trocó hasta el viejo calendario. Y cierto también es que tal acontecimiento -de la Carnalidad del Verbo- relumbra en el corazón de todos los creyentes.
Aquí, sin mayores preámbulos, les presento algunos textos que dejan un testimonio de alabanza y respeto al Niño-Dios. Cada poema tiene su singular impronta; será el lector quien sepa acogerlo en su corazón.
RESPLANDOR DEL SER
Para la adoración no traje oro.
(Aquí muestro mis manos despojadas)
Para la adoración no traje mirra.
(¿Quién cargaría tanta ciencia amarga?)
Para la adoración traje un grano de incienso:
mi corazón ardiendo en alabanzas.
Rosario Castellanos
(México, 1925 – Israel, 1974)
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EL NIÑO
Del prado azul verdadero
por el Amor descarriado
ved sin mácula al Cordero,
que para nos ha tomado
forma de niño dormido
sobre el heno recostado.
En sueños ha sonreído
aunque en sueños ha soñado
cómo será escarnecido
su cuerpito hoy sonrosado.
Ved cómo se despereza
su gracia llena de hoyuelos,
y por Él desde los cielos
la Natividad empieza.
Eduardo González Lanuza
(España, 1900 – Argentina, 1984)
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EL NIÑO VA A NACER
El Niño va a nacer. El mundo entero
cuando lo espera con afán prolijo
se conmueve, y tan hondo regocijo
domeña el potro de su instinto fiero.
Y pide que, cual vivido lucero
-en la urbe, en el barrio, en el cortijo,
en el hogar de todos- nazca el Hijo
de la humilde Mujer del carpintero.
El nacerá, al universal conjuro,
-no en Belén en el establo oscuro
sino en el propio corazón humano,
ostentando otra vez con gracia ingente,
una estrella de amor sobre la frente
y un haz de resplandores en la mano.
Arquímides Jiménez (Costa Rica)
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NAVIDAD EN BELÉN
A medianoche
furiosa lluvia oscurece
el valle, las colinas.
Un niño sin baúles
ni abalorios en cuna
de palmas y martirios.
Afuera la soledad, el viento...
los pastores custodian las estrellas.
Amor al desamor
como la espuma o la sombra
de una sonrisa puerto.
Dios con nosotros.
¡Qué difícil desarraigar
nostalgias en tiempos de
olivos y cipreses!
Matías Rafide (Chile, 1929)
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PESEBRE
El niño en la paja es carne de cielo;
le mece la Madre con hondo desvelo.
Su piel nos anuncia por rara blancura
un alba de ensueños a cada amargura.
(¿Qué mágico viento besó los trigales
y aromas esparce sobre sus pañales?)
La brisa que pasa le borda la cuna
con hilos de niebla y agujas de luna.
Florece un capullo y un pájaro canta
como si tuviera de flor la garganta.
(Porque aquella noche ese niño era
la primera estrella que la sombra diera).
En niño en la paja es carne de cielo;
le mece la Madre con dulce desvelo.
Su voz, flor de llanto, se deshoja en una
canción de silencios brizando la cuna.
Ilka Sanches (Brasil)
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VILLANCICO
Entre el día y la noche,
la de la alba sería
¿quién nos salvará?
En el cielo y la tierra,
veinticuatro del día
¿quién nos salvará?
En el mar, en el monte
sólo la noche fría
¿quién nos salvará?
Entre el sol y la luna
una estrella venía
quién nos salvará?
Espuma sobre nácar,
vientre de la azucena,
ya resplandecía.
Tú nos salvarás,
criatura soberana.
Ernesto Mejía Sánchez
(Nicaragua, 1923 – México, 1985)
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