Quizás sea por nuestro origen, nuestra cultura más cálida y acogedora, pero en España, el papel de la familia siempre ha sido fundamental para la existencia del individuo. Esta característica de la sociedad la compartimos con los países del sur y del este de Europa en contraste con la clase de familia más débil que predomina en el norte y oeste del continente, en el mundo anglosajón y protestante, aunque nos pese, donde el valor del individuo y del individualismo tiende a primar sobre las lealtades de grupo.
No es mi tarea con este artículo debatir acerca de los distintos sistemas familiares, sino destacar las profundas raíces históricas, con tendencia a cierta impermeabilidad a las fuerzas de cambio, de esta institución que hoy en día sirve de paraguas a gran cantidad de jóvenes, entre ellos mi mujer y yo, que debido a la situación de crisis actual debemos recurrir a los recursos de nuestros progenitores para poder sobrevivir sin muchas estrecheces.
Una vez más queda demostrado que ante las dificultades la familia acaba siendo la principal fuerza social, por encima del estado y de las ONG´s. No resulta sorprendente, pues, que en momentos de crisis de instituciones, de valores y de la sociedad, la familia brille como una institución sólida y digna de confianza. Se trata de una institución que existe básicamente al margen de las políticas, del sistema político, de las clases sociales y de la economía predominante.
La familia actúa como amortiguador en tiempos de crisis. Su papel está probado y ayuda a sobreponerse a las dificultades, y sin embargo, esa relevancia no encuentra siempre reflejo en los medios de comunicación ni un apoyo proporcionado por parte de las instituciones y las grandes empresas.
La familia se acaba convirtiendo en un ser vivo autónomo que provee vida y protección a sus miembros y que prepara a los miembros más jóvenes para fundar nuevas familias que sean lugares útiles para sus miembros.
Pero desde la llegada de la crisis a este país la realidad es que los jóvenes cada vez abandonan más tarde la convivencia familiar. Esto puede parecer una contradicción, casi antinatural, que en esa etapa de juventud donde las hormonas nos piden independencia, donde las ganas nos pide buscar fundar nuestra propia realidad de la misma forma que lo hicieron nuestros padres antes que nosotros y nuestros abuelos antes que ellos,
muchos jóvenes estén volviendo a casa de sus padres debido a que les resulta imposible vivir por ellos mismos. Desde el año 2008 a la actualidad, el 20,7% de los jóvenes entre 16 y 29 años emancipados, más de medio millón de personas, han tenido que volver a casa en lo que ya se denomina la gran desemancipación.
“Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.” Lc. 15:20
La conocida parábola de Jesús sobre el hijo pródigo nos cuenta varias historias en apenas 20 versículos, por un lado el ingrato e ingenuo hijo pequeño que decide derrochar el dinero de su padre, por otro el inflexible y nada misericordioso hijo mayor, el cual no es capaz de perdonar lo que hizo su hermano. Pero en el momento cúlmen del relato de Jesús vemos a la figura que da sentido a toda esta parábola, el Padre, que apenas ve a su hijo a lo lejos, ve el sufrimiento de este y se lanza a acogerlo a pesar de todo lo malo que había hecho.
La familia cumple este papel, la eterna red salvadora para sus propios individuos. Puede ser con apoyos económicos puntuales, con algunas facturas o gastos extra o pueden ser apoyos económicos más habituales e incluso acogiendo en la propia casa de los padres a esos hijos que hace unos años decidieron dar el “temerario” paso de irse de casa para intentar llevar una vida independiente.
Volviendo a la parábola desde el punto de vista del padre es una muestra de amor, incluso se alegra de tener la oportunidad de ver a diario a su hijo. Pero
desde el punto de vista del hijo es una humillación, en este caso por la pesada mochila de desobediencia, rebeldía, falta de respeto, falsos amigos y errónea visión de vida que le lleva a tener que volver a los brazos de su padre.
En la actualidad
los jóvenes que se ven obligados a volver al abrigo de a familia de origen pueden pasar por esta vergüenza, no por haber hecho algo mal, sino por la frustración del que lo intenta pero no lo consigue. Para la generación mejor formada de la historia de España la esperanza de poder tener unos ingresos que le llegue para cosas que hasta hace unos años considerábamos tan básicas como comprarse un piso parece una utopía, cuando no una tomadura de pelo.
“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.” Gn. 2:18
Cuando Dios crea a Adán nace al ser humano, cuando aparece a Eva crea a la familia, las relaciones. Dios no crea a Eva en último lugar porque se le hubiese olvidado sino que la crea para dar sentido a la familia: “ayuda idónea”. El plan de Dios para la familia es que sea la ayuda para cada uno de los miembros que la componen. El individuo necesita del colectivo para su existencia. El colectivo debe esforzarse para ser ayudar idónea al individuo.
Pero que sea el plan de Dios no nos exime a nosotros de nuestra responsabilidad humana de cuidar de nuestras familias, de esforzarnos porque se mantengan sanas, de que sean útiles y que produzcan beneficio en las personas. Cuando no cuidamos de la familia se ven situaciones como la de Jacob, animado por su madre a engañar a su padre, perseguido por su hermano, engañado por su suegro, siendo objeto de confrontación entre sus mujeres, engañado por sus hijos y teniendo que dar por muerto al hijo que tanto amaba.
Cuando cuidamos de nuestras familias estas se convierten en la base, en la eterna red para todos aquellos jóvenes caídos en el combate de abrirse camino en una época difícil, una época donde resuenan los ecos de un futuro próximo que resultó ser mentira.
Sorprendentemente, para todos aquellos que veían en el declive irremediable de la familia una especie de mandato histórico y fuente de liberación de las personas, la familia hoy está más presente en la vida de los españoles que nunca. En realidad, nunca ha dejado de ser una de las claves de la vida del país.
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http://www.publico.es/espana/415905/mama-he-vuelto-a-casa
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http://politica.elpais.com/politica/2012/03/23/nimileurista/1332522742_896121.html
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